Adiós Britannia

por Mark Steyn, 25 de abril de 2007

(Publicado en Chicago Sun Time, 8 de abril de 2007)

Los iraníes saben que no pueden derrotar a América o Gran Bretaña con tanques y ataques aéreos, de modo que eligen otros campos de batalla en los que golpearles.
 
Viendo a los fans del Tottenham Hotspur en un torneo de fútbol europeo la otra noche, me encontré especulando vagamente sobre lo que podría haber sucedido si esos secuestradores iraníes hubieran cometido el error de capturar a gamberros del fútbol bien cocidos que no hubieran recibido el memorando de Blair sobre no escalar la situación.
En su lugar, tal como sabemos, los mulás tuvieron la suficiente suerte como para capturar a 15 marineros de la Marina Real y Marines de Su Majestad. Lo cual era difícil de saber a su liberación. La flota de la Reina había sido desmovilizada. La colega de máxima graduación iba vestida de mujer musulmana, y los 14 hombres habían sido equipados con ropa de la línea Ahmadinejad. Lo cual no solamente es moda extremadamente desagradablemente faux pas, sino una violación de la cada vez más unidireccionalmente aplicada Convención de Ginebra. Pero ellos sonreían y saludaban. ¡Adiós, Britannia! ¡Abstente de implementar las leyes!
 
Associated Press narraba la noticia como sigue: 'Análisis: esperanzas de más compromisos iraníes'.
 
Bueno, si por 'compromiso' usted se refiere a que Teherán no los sometió a juicio y decapitó, puede que tenga razón. Con suceso tan esperanzador, puede que los persuadamos de borrar del mapa solamente la mitad de Israel, o incluso bombardear con armas nucleares solamente una zona escasamente habitada del Yukón. Con el ánimo del 'compromiso' conduciendo los acontecimientos, toda suerte de compromisos diplomáticos son plausibles.
 
Tony Blair se tomó muchas molestias para señalar que los rehenes fueron liberados 'sin ningún arreglo, ninguna negociación, sin ningún acuerdo de ninguna naturaleza'. Pero pasa por alto (o margina artísticamente) la idea: Teherán [era] quien no quería acuerdos. Quería hacerle la cama al principal aliado del Gran Satán. Y lo hizo. Con mucha facilidad. Y no pagó ningún precio por ello. Y ha puesto a prueba de maneras útiles las vacías pretensiones de la ONU, la Unión Europea y la OTAN, cuya segunda mayor flota es ahora el objeto del ridículo público en una zona del mundo en la que ayuda que te tomen en serio.
 
Siempre ando perdido con la correspondencia que recibo de lectores que argumentan que hay más en marcha de lo que el ojo percibe -- que británicos y americanos querían mantener tranquilas las cosas la pasada semana porque es un timo masivo para distraer la atención de todo tipo de actividades encubiertas en marcha para derrocar a Ahmadinejad, y Assad, y a un puñado de colegas más. Incluso si fuera cierto (que no lo es) que las unidades de comando de choque de Valerie Plame se están deslizando ahora por los muros de cada palacio presidencial desde Sudán a Corea del Norte, en la era de los medios lo que importa no es solamente lo que haya entre bambalinas, sino las propias bambalinas. Y las escenas de efectivos departiendo amistosamente con Ahmadinejad junto con imágenes de una Nancy Pelosi con velo haciendo lo mismo con Bashir Assad proyectan un mensaje consistente.
 
Incluso si hubiera algo más de lo que el ojo ve, lo que el ojo ve es tan profundamente perjudicial para la credibilidad de las grandes potencias que ninguna cantidad de fuerzas especiales podrá compensarlo. El poder es exactamente tan grande como la percepción de ese poder. Los iraníes saben que no pueden derrotar a América o Gran Bretaña con tanques y ataques aéreos, de modo que eligen otros campos de batalla en los que golpearles. Es el motivo por el que el comportamiento de los cautivos causa tan gran preocupación: no hay razón para entrenar a tíos para ser aguerridos miembros de los Marines de Su Majestad en una escaramuza sangrienta en Sierra Leona (como estuvieron hace dos años) si permites que se vengan abajo en televisión frente al mundo entero.
 
De modo que en el 2007, los miembros de la Marina Real pueden ser secuestrados, y 'el fuerte brazo de Gran Bretaña' (en la formulación de Lord Palmerston) se afemina por completo y amenaza con acudir a la ONU y hablar de redactar una resolución del Consejo de Seguridad. Entre las sombras, mientras tanto, se cierran acuerdos: un 'diplomático' iraní (alias Mister Hampón del Terror) aparece de la nada en Teherán tras haber constado bajo detención americana, liberación puramente causal, nos dicen. Pero es el tipo de coincidencia que garantiza que más de tus hombres van a ser secuestrados y canjeados por rescates en los próximos años. Y, solamente para recordar al mundo quién lleva los pantalones, 6 sujetos británicos más eran asesinados en el sur de Irak incluso en el mismo momento de la liberación de los rehenes. Los iraníes han dejado al aliado más fuerte de América como el bajo vientre del Gran Satán.
 
El rasgo más llamativo de las dos últimas semanas ha sido la masiva indiferencia del público británico. Algunos observadores atribuyeron esto a la impopularidad de la guerra de Irak: esos agradables mulás no se sacarían esto de la manga si Blair no se hubiera mezclado con ese capullo pirado de Texas. Pero a mí me parece que se ha cebado en ellos una enfermedad más grave -- el enervante fatalismo de demasiadas personas en lo que es aún una nación semi-seria con uno de los ejércitos más grandes del mundo frente a un estado insignificante enganchado a la ayuda exterior a perpetuidad. La posición tradicional británica era resumida rápidamente en el estribillo de una antigua canción del music-hall:
 
'No queremos luchar, pero si por patriotas lo hacemos tenemos los buques, tenemos los hombres, tenemos el dinero también...'
 
O, por modificar a Elvis, ellos no buscaban problemas pero, si los provocas, te darán unos cuantos. En teoría, ellos tienen aún los buques, los hombres y el dinero, pero se ha perdido algo intangible. El 'patriotismo' no es simplemente una arrogancia sin sentido, sino una especie de confianza nacional asumida de la que la flota, los marinos y la pasta son simplemente la representación tangible. Resta la confianza, y los buques y los hombres y el dinero disponibles no estarán. ¿Quiere una solución diplomática? Vale. Pero, si usted cree (como Europa y la mitad de América) en la 'mano izquierda', es importante recordar que ésta depende de que el mundo crea que está dispuesto a utilizar la otra. A juzgar por la reacción de los Estados Unidos, la Unión Europea, Naciones Unidas y compañía, Irán concluye que el consenso transnacional nunca va a reunir la voluntad para frustrar sus ambiciones nucleares.
 
Los europeos y más y más americanos están seguros de poder vivir en un mundo con todos los beneficios de la prosperidad global, y ninguna de las desastrosas obligaciones necesarias para mantenerla. Y así navegan por zonas de guerra como ONGs flotantes. Irán se tiró un farol, y lo televisó al mundo. Al final, toda gran potencia es tan grande como su credibilidad, y el único consuelo después de estas dos últimas semanas es que a Gran Bretaña, no lo queda mucha más que perder.


 

 
 
Mark Steyn es periodista canadiense, columnista y crítico literario natural de Toronto. Trabajó para la BBC presentando un programa desde Nueva York y haciendo diversos documentales. Comienza a escribir en 1992, cuando The Spectator le contrata como crítico de cine, Más tarde pasa a ser columnista de The Independent. Actualmente publica en The Daily Telegraph, The Chicago Sun-Times, The New York Sun, The Washington Times y el Orange County Register, además de The Western Standard, The Jerusalem Post o The Australian, entre otros.
 
 
© Mark Steyn 2007