Afganitán. Desde dentro

por GEES, 5 de septiembre de 2012

 Cuesta creer a los portavoces de la OTAN cuando hablan con optimismo sobre el futuro de Afganistán más allá de 2014. Sobre todo ahora, con la que está cayendo.

Los incidentes en que afganos con uniforme militar o policial atacan a soldados extranjeros han crecido alarmantemente en los últimos meses. Son los denominados ataques "desde dentro" o green on blue(el nombre viene de unos juegos de guerra de los militares norteamericanos, en los que las fuerzas azules eran las amigas, las rojas las enemigas y las verdes, las de la nación anfitriona). Según la OTAN, ya son 40 los muertos por ataques de esta naturaleza en lo que va de año, cinco más de los registrados en todo 2011. Ni siquiera el endurecimiento de los controles de reclutamiento ha sido capaz de frenar esta tendencia.
 
La preocupación y las sospechas de que en cualquier momento un policía afgano que está haciendo prácticas de tiro se dé la vuelta y dispare contra los instructores ha llevado a la OTAN a ordenar a sus militares que lleven encima todo el tiempo armas cargadas, incluso dentro de las bases. El desgaste psicológico es brutal.
 
La pregunta más difícil es esta: ¿quiénes están llevando a cabo estos ataques? Según la OTAN, una cuarta parte son obra de infiltrados de la insurgencia talibán (según el Pentágono, al menos el 50 por 100); el resto sería de afganos "molestos", por los motivos que sea, con las fuerzas extranjeras. Es decir, que la fricción entre estas últimas y la población debe preocupar casi tanto como los propios talibanes.
 
Para el Gobierno de Kabul los culpables son otros. Así, acusa a grupos procedentes de los países vecinos, que tendrá duros ataques "iento, canteían el objetivo de crear desconfianza entre las tropas extranjeras y las afganas. Karzai ha tomado cartas en el asunto destituyendo al jefe de sus servicios secretos... y acrecentando así el caos político.
 
¿Qué hacer? Aparte de endurecer las condiciones de reclutamiento, los mandos norteamericanos han decidido suspender la formación de la nueva Policía Local Afgana (PLA), aunque no la de la Policía Nacional ni la del Ejército Nacional. El de la PLA, además de nuevo y precipitado, es el programa más controvertido del plan de seguridad de Afganistán. Consiste en formar pequeñas milicias en zonas remotas, a las que los cuerpos nacionales no llegan. Son las fuerzas especiales norteamericanas las que se encargan de ello, y las que han sufrido los más duros ataques desde dentro.
Lo que no parece nada fácil es encauzar las quejas e incluso el odio de algunos afganos contra las fuerzas internacionales, que continúan transfiriendo la seguridad a las fuerzas locales según el plan previsto.