Apogeo estival del terrorismo yihadista

Tantos frentes de combate abiertos en diversos rincones del mundo, tanta actividad policial y judicial en torno a él y tanta visibilidad ideológica permiten confirmar de nuevo que la amenaza yihadista está omnipresente de forma permanente y que la época estival es tan buena como cualquier otra para evaluarla. Además, un riesgo siempre existente es que la actualidad de otros conflictos, como el que actualmente enfrenta a rusos y georgianos en el Cáucaso, o las omnipresentes hazañas olímpicas que se estarán produciendo entre el 8 y el 24 de agosto, logren eclipsar una realidad conflictiva que supone en términos de pérdida de vidas, de daños materiales y de obtaculización de procesos políticos, económicos y sociales una amenaza estratégica más importante de lo que muchos analistas afirman cuando la analizan de forma compartimentada, sin adjudicarle la dimensión global que indudablemente tiene.

 

Inventariar ataques, operaciones policiales o procesos y decisiones judiciales como vamos a hacer a continuación puede parecer a algunos un ejercicio de amalgama pero es importante destacar que desde los archiconocidos ataques dirigidos en Irak contra miembros de la comunidad shií hasta los enfrentamientos entre militares y activistas islamistas en Filipinas, pasando por atentados, suicidas o no, en Afganistán, Pakistán, India o Argelia y detenciones y procesamientos en Europa, unas y otras realidades se ubican en el marco de conflictos que vienen de atrás en el tiempo, en los que no siempre el factor islamista radical es el más importante y que podrían incluso ser explicados sin atender de forma monográfica o prioritaria al fenómeno del yihadismo salafista. No obstante, lo que tienen en común todos ellos es que, de una forma u otra, con mayor o menor intensidad, el yihadismo salafista como ideología y en ocasiones elementos clave del movimiento yihadista global han coadyuvado a que dichos fenómenos puedan tener una única lectura, la de un combate sagrado en el que se busca la victoria o el martirio. Si además sucede, como es el caso hoy, que frentes distantes se están activando de forma simultánea, ello es motivo de preocupación y obliga a llamar la atención de la opinión pública internacional al respecto, recordando además que ha hecho ahora veinte años desde que un 11 de agosto de 1988, en la localidad paquistaní de Peshawar, Osama Bin Laden decidiera junto a un grupo de incondicionales dar a la luz a lo que hoy es universalmente conocido como el engranaje terrorista más temible: la red Al Qaida.

 

 

En pleno apogeo de los Juegos Olímpicos el activismo terrorista yihadista dentro y fuera de la República Popular China es una realidad. En el interior del gigante asiático los yihadistas iugures han aprovechado, como era de prever,^[1] el altavoz que para su causa representa la celebración de los Juegos. De hecho, y aunque la cuestión del Tíbet siga atrayendo mayor cobertura mediática dado que es una causa mucho más conocida y apoyada desde el exterior, la sucesión de atentados terroristas antes y durante la celebración de los eventos deportivos es tal que es la que está justificando el endurecimiento, aún mayor si cabe, del control policial por parte de las autoridades de Pekín. Tres policías asesinados el 12 de agosto; un policía asesinado, dos heridos y 10 asaltantes yihadistas muertos el 10 de agosto en el marco de un atentado suicida perpetrado con una moto contra una instalación policial en la ciudad de Kuqa y al que siguieron diversas escaramuzas; y 16 policías muertos el día 4 del mismo mes en un puesto aduanero de Kashgar, dentro de la provincia musulmana de Xinjiang, atestiguan este incremento en la visibilidad del terrorismo yihadista en China.^[2] Ya antes, durante el mes de julio, asistíamos a una creciente visibilidad en términos de violencia afectando a una comunidad musulmana poco conocida antes en el resto del mundo. El 20 de julio dos explosiones producidas en dos autobuses de pasajeros en Kumming, en la provincia de Yunnan, en el suroeste del país, provocaban dos muertos y una veintena de heridos.^[3]

 

El activismo yihadista salafista en suelo chino se une al ya previsible en el vecino Afganistán, en Pakistán, en India y también en un escenario recuperado como es el de Filipinas. En Afganistán el verano está siendo cruento, con una proliferación de atentados suicidas que por habituales no deben dejar de ser resaltados y ello porque si los ubicamos en el marco global que siempre elegimos en nuestros análisis tienen un componente importante. Uno de estos atentados suicidas, dirigido el 11 de agosto en Kabul contra fuerzas de la OTAN, provocaba la muerte de 3 civiles y heridas a otros 12. Por otro lado, el atentado contra la Embajada de India en Kabul, que el 7 de julio provocaba la muerte de 54 personas, ha abierto una crisis entre los Gobiernos de Kabul y de Islamabad al acusar el primero a elementos paquistaníes de estar involucrados en el mismo.^[4]

 

En Pakistán el incremento en la actividad terrorista pasa desapercibida para no pocos analistas porque también la consideran endémica, casi un componente más que en cierta medida está eclipsado en los titulares de estas semanas porque la atención de los medios está centrada en el proceso político en general y en el acoso al Presidente Pervez Musharraf en particular.^[5] Pero en tan coyuntura cabría recordar que ese terrorismo también machacón no sólo sigue deteriorando la vida política, económica y social de Pakistán sino que también tiene como objetivo - y podría conseguirlo- acabar con ese estimulante proceso de deshielo entre India y Pakistán iniciado en 2004 que podría deteriorarse poniendo en peligro no sólo la paz regional sino también la del mundo si tenemos en cuenta que estamos hablando de dos potencias nucleares que se han hecho la guerra en tres ocasiones tras obtener sus independencias. El hecho de que buena parte del activismo terrorista se esté produciendo en la región de Cachemira - 30 heridos el 18 de julio en Banihal por la explosión de una bomba y 15 muertos el 12 de agosto en enfrentamientos entre musulmanes y policías indios - indica que los terroristas no actúan al azar sino que saben bien dónde golpear para producir más daño y ya han conseguido que el Gobierno indio decidiera a principios de agosto reforzar su presencia militar en el territorio.^[6] También en India cabe recordar que el 26 de julio se producían una serie de atentados con 22 bombas en Ahmedabad y Bangalore que provocaban 51 muertos y eran reivindicados por el grupo Guerreros Indios del Islam, el mismo que asumió los atentados de Jaipur que causaron 60 muertos el pasado mes de mayo.^[7]

 

Finalmente, en Filipinas, donde una decisión del Tribunal Supremo de 4 de agosto congelaba el acuerdo de paz alcanzado por el Gobierno de Manila con los islamistas del Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI), por el que se iba a celebrar un referéndum en 712 pueblos para decidir su posible incorporación a las denominadas “tierras ancestrales” que han reclamado tradicionalmente los independentistas musulmanes y que hoy se engloban, aunque de forma incompleta según los mismos, en la Región Autónoma del Mindanao Musulmán (ARMM, en sus siglas en inglés) existente desde 1990.^[8] Aunque el FMLI, que lleva enfrentándose a las autoridades de Manila desde hace cuatro décadas, ha sido la cuna de la que han salido los yihadistas salafistas del grupo Abu Sayyaf - enfrentados con sus “progenitores” por adaptarse y negociar con el Gobierno apóstata con el que firmaron un alto el fuego en 2003 - no hemos de olvidar que la reactivación de los enfrentamientos crea, aparte de violencia, la situación idónea para que Filipinas vuelva a ser escenario de un cruento activismo terrorista yihadista que ya sufrió en el pasado. El 10 de agosto el Ejército filipino iniciaba el bombardeo de posiciones del FMLI provocando el desplazamiento de 130.000 personas y marcando así la continuidad de un conflicto que ha provocado 120.000 muertos y 2 millones de desplazados.^[9]

 

 

Tal y como dijéramos para el caso de Afganistán puede parecer irrelevante fijarse en Irak, por lo específico de ambos conflictos con sus contenidos amplios o no sólo definibles en términos de amenaza terrorista, pero no lo es. De hecho, lo que nunca deberíamos hacer es acabar considerando rutinario un escenario donde el terrorismo actúa de forma obsesiva, es decir, acostumbrarnos a dicha realidad, pues estaremos permitiendo que dicha actividad criminal consiga su objetivo de debilitar de forma contínua la moral de su adversario. No olvidemos que si bien en términos globales los análisis que últimamente se realizan sobre el escenario de Irak son optimistas o moderadamente optimistas el intento machacón por parte del terrorismo yihadista de ensombrecer dicha realidad está arreciando en las últimas semanas. Se utiliza para ello lo ya conocido: ataques suicidas en medio de masas, cada vez más perpetrados por mujeres, y una especial atención en términos de objetivos a la comunidad shií para intentar provocar los muy ansiados por los yihadistas salafistas enfrentamientos interconfesionales entre suníes y unos shiíes a los que califican de idólatras y de apóstatas.^[10]

 

 

El sangriento atentado suicida que el 10 de agosto provocaba en un primer balance 8 muertos y una veintena de heridos en las proximidades de un acuartelamiento de la Gendarmería Nacional junto a la playa de Zemmuri Al Bahri, en la ya muy castigada región argelina de Bumerdès, no ha sido, lamentablemente, una acción terrorista aislada en nuestro vecino argelino.^[11] Junto al goteo cotidiano de muertes en enfrentamientos o en pequeños atentados la realidad de los atentados suicidas persiste: el 23 de julio un suicida en moto - método como vemos que se usa tanto en la lejana China como en la cercana Argelia - se lanzaba contra un camión del Ejército en las afueras de Lakhdaria provocando heridas a 13 militares.^[12] El empeño de los terroristas yihadistas salafistas por hacer que la violencia siga siendo endémica en este país magrebí lo atestigua esta práctica del terrorismo suicida que el 3 de agosto había intentado otra matanza junto a una Comisaría de Policía en Tizi Uzu, capital de la Cabilia, provocando en aquella ocasión 25 heridos. Camión frigorífico en Zemmuri Al Bahri y coche en Tizi Uzu los vehículos cargados con explosivos y conducidos por suicidas que pretendidamente quieren atacar instalaciones de las fuerzas de seguridad “socializan el dolor” - en la trágica expresión acuñada por los terroristas de ETA - provocando múltiples víctimas entre funcionarios y no funcionarios pues el fin último de los terroristas es doblegar al Estado y también a la sociedad a los que califica también de apóstata. El último atentado suicida se producía dos días después de que el Ejército argelino matara a 12 yihadistas en Aït Khelfoin, a 25 kilómetros al sur de Tizi Uzu, y en el contexto de triunfalismo en el que el régimen argelino sitúa sus balances sobre la lucha antiterrorista en el país.^[13]  También el creciente interés de los países europeos por reforzar su cooperación antiterrorista con Argelia es presentada por las autoridades del país magrebí como muestra de la validez de su modelo: tras la firma de varios acuerdos de cooperación en materia de seguridad interior durante las visitas a Argel del Secretario de Estado de Seguridad alemán, August Hanning, en 2007, o de la Ministra francesa de Interior, Michèle Alliot-Marie, a principios de mayo de 2008, y la firma de un acuerdo antiterrorista con España el pasado 15 de junio, ahora le toca el turno a Holanda, cuyo Ministro de Asuntos Exteriores, Maxime Verhagen, destacaba el 19 de julio los avances logrados en los contactos con Argelia en la materia.^[14] Lejos de todo triunfalismo, bueno es que los vínculos se refuercen en lo que a la lucha antiterrorista respecta pues de combatir a una amenaza que es común se trata, tal y como lo demostraban recientemente en España las operaciones Submarino y Emir, del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil, respectivamente.^[15]

 

Argelia avanza pues en su coordinación con fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia extranjeros - y ahí cabe incluir también a los estadounidenses, que cooperan estrechamente con Argelia desde hace algunos años^[16] - y en su frontera sur viene reforzando a lo largo del verano el control de sus sensibles fronteras sahelianas dinamizando tanto ejes bilaterales con países como Malí como marcos multilaterales como el árabe o el saheliano. En el marco árabe cabe destacar la activa participación argelina en el tradicionalmente poco operativo marco del Consejo de Ministros Árabes de Interior (CMAI), que celebraba su IX Conferencia en la sede de la Secretaría de dicho órgano en Túnez el pasado 15 de julio, mientras que en el saheliano, más reciente pero más operativo, destaca la constitución de patrullas mixtas argelino-malienses y la organización de una Cumbre de Jefes de Estado Sahelianos que se va a celebrar en Bamako antes del final de agosto.^[17]

 

En suelo europeo seguimos librándonos afortunadamente de ataques directos pero no por ello debemos de bajar la guardia en lo que al seguimiento del y el combate contra el activismo terrorista yihadista respecta. Un buen método para comprobar que seguimos siendo “Dar al Gharb” (tierra de la guerra) desde la perspectiva yihadista es destacar la intensa actividad policial y judicial que se produce cotidianamente en los países de Europa. Además, no hemos de olvidar que las amenazas contra nosotros podemos encontrarlas directamente en nuestro suelo pero también dirigidas contra nuestros intereses más allá de nuestras fronteras, bien contra nuestros turistas, bien contra nuestras empresas o contra nuestras fuerzas desplegadas en misiones de paz a lo largo y ancho del mundo.^[18] Si consideramos que lo que vemos es la punta del iceberg - y esto no es catastrofismo sino que viene avalado por las contínuas evaluaciones de agencias de inteligencia y de servicios de seguridad - detenciones, procesos judiciales y extradiciones abundan y mucho en las últimas semanas teniendo que felicitarnos por ello, pero sin perder de vista que dichos éxitos muestran la omnipresencia de la amenaza. El 15 de julio un tribunal danés decidía mantener en prisión a dos ciudadanos tunecinos, residentes en Dinamarca y detenidos desde el pasado 12 de febrero, acusados de preparar un atentado contra el autor de una de las doce caricaturas del Profeta Mahoma publicadas en 2005, y el 9 de agosto la policía italiana detenía en Bolonia, Rávena y Como a cinco yihadistas - cuatro tunecinos y un marroquí - acusados de reclutar suicidas para Irak y Afganistán.^[19] Por otro lado, la extradición desde Holanda a España del paquistaní Aqeel Ur Rehman, huído de la operación de la Guardia Civil que en enero abortaba en Barcelona un intento de atentado suicida contra el metro de la Ciudad Condal, y que era detenido en la localidad holandesa de Vught el 5 de junio,^[20] es una buena noticia que nos permite no obstante recordar que hay que mantenerse vigilantes.^[21] Ocho eran los detenidos en Barcelona en enero, Rehman huyó a Alemania donde según el Juez Instructor del caso, Ismael Moreno, iba a cometer un atentado suicida, y gracias a la aplicación de una Euroorden era detenido en Holanda en un centro de internamiento de extranjeros. Buena muestra pues de funcionamiento policial y judicial europeo pero llamada de atención con respecto a la ubicuidad y a las dificultades para acotar y para acometer la amenaza. De esto último da fe la imposibilidad de llegar a una sentencia por parte del jurado popular en el juicio que durante tres meses se ha celebrado en el Tribunal de Kingston, en Londres, contra los tres procesados por los cuatro atentados terroristas suicidas simultáneos cometidos en la capital británica el 7 de julio de 2005.^[22] Menos mal que la justicia británica, que con frecuencia ha tenido problemas en el pasado para aplicarse con rigor contra yihadistas salafistas de orígenes diversos, sí ha sido capaz de frenar los intentos del británico de origen egipcio Abu Hamza Al Masri por aprovecharse de los contenidos garantistas de la legislación del Reino Unido que le han permitido durante lustros expandir desde el Reino Unido sus ideas terroristas: finalmente, el 23 de julio perdía en su último intento por evitar su extradición a los EEUU, donde está acusado de mantener vínculos con Al Qaida y de participación en diferentes complots terroristas como el secuestro de turistas occidentales en Yemen o la financiación de desplazamientos de yihadistas a Oriente Medio para entrenarse como terroristas.^[23] Buena noticia también, y también relacionada con la actividad judicial en el Reino Unido, es el hecho de que tres de los ocho presuntos implicados en el intento de perpetrar diversos atentados aéreos en vuelos transoceánicos en la segunda mitad de 2006 se declaraban el 14 de julio culpables de conspirar para provocar explosiones con líquidos en aviones comerciales que procedentes del Reino Unido se dirigirían a los EEUU y Canadá.^[24]

 

En términos de despertar la atención hemos de señalar que en las próximas semanas deberán de producirse decisiones sobre la solicitud formal de Marruecos a España para obtener la extradición de Hassán El Haski, condenado a 14 años de prisión en sentencia firme del Tribunal Supremo del pasado 18 de julio por pertenencia al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) en grado de dirigente e implicado en el 11-M y a quien las autoridades marroquíes consideran implicado en los atentados suicidas producidos en Casablanca el 16 de mayo de 2003.^[25]