Cuentos desde las entrañas de la BBC

por Mark Steyn, 24 de mayo de 2007

(Publicado en The Wall Street Journal, 5 de mayo de 2007)

Sobre la Unión Europea, sobre la guerra de Irak, sobre Irlanda del Norte, sobre el Islam, la BBC no solamente tiende a situarse bastante a la izquierda del Partido Conservador, sino bastante a la izquierda del Nuevo Laborismo de Tony Blair.
 
A pesar del sermón pesimista servido a mansalva las 24 horas de CNN Internacional (la que hace que la CNN nacional parezca el programa de Michael Savage), la cambiante cadena de noticias fundada por Ted Turner aún es vista por el mundo -increíble- como 'americana'. Mientras, la cadena verdaderamente globalizada sigue siendo la BBC.
En la primavera de 2002, cuando me encontraba en el Hyatt de Ammán, Jordania, la BBC era el canal que los jeques saudíes que cortan el bacalao y los empresarios del Golfo preferían ver mientras tomaban el desayuno en una sala VIP de ocho plantas. Unos cuantos días después me detuve a comer en un café de Faluya, Irak, y, en lo que parecía un gesto de cortesía ligeramente ridículo hacia el único imperialista occidental del local, mein anfitrión hizo el gran esfuerzo de cambiar el canal de la televisión de al-Arabiya a la BBC. Ciertamente no se lo habría pedido. Fue una sucesión incesante de interlocutores irónicos de cejas escépticas arqueándose extravagantemente fuera de la imagen como a punto de empezar con 'Pero ciertamente no espera en serio que creamos...'
 
Un par de semanas después, haciendo zapping en Londres, me encontré hipnotizado por un concurso de la BBC4 en el que los cuatro concursantes varones tienen que quitar los sujetadores a las cuatro concursantes femeninas sin utilizar las manos. Yo mismo solía poder hacer esto, pero francamente estoy algo oxidado, y estaba ansioso por ponerme al día.
 
Pero, mientras narices y dientes se torcían y mordían los cierres y los aros, acabé inusualmente distraído: ¡dice que es un servicio público! El gobierno impone un impuesto a la ciudadanía con el fin de financiar concursos en los que compiten colegas por ser el más rápido en quitar el sujetador a las jóvenes. Es decir, en el Reino Unido, todo el mundo que posea un aparato de televisión está obligado a pagar una tasa de licencia anual de alrededor de 200 dólares para financiar la BBC y salvar a Gran Bretaña de la bajeza sin gusto de las emisiones comercializadas de estilo americano, con su desfile sin fin de telenovelas estúpidas y concursos de preguntas sin sentido, según los defensores de la Corporación. Al igual que las protuberancias de esas damas, la programación de calidad no se sustenta por sí misma. De modo que, para que no considere defraudar al fisco, flotas de 'furgonetas detectoras de televisiones' patrullan el país para sorprenderle en el acto de ver tetas sin una licencia. El Gran hermano te mira mientras miras el 'Gran Hermano'.
 
Cuando un ciudadano común escribe un libro titulado ¿Podemos confiar en la BBC? creo que es una apuesta segura presumir que es improbable que la respuesta sea ''. De modo que confío en que usted no considerará esto como un chivatazo a del final de la película si revelo que, al final de su voluminoso tomo, Robin Aitken (periodista de la BBC durante 25 años) revela que no, no se puede usted fiar de la BBC, al menos no si usted pertenece a la amplia orientación conservadora. Sobre la Unión Europea, sobre la guerra de Irak, sobre Irlanda del Norte, sobre el Islam, la BBC no solamente tiende a situarse bastante a la izquierda del Partido Conservador, sino bastante a la izquierda del Nuevo Laborismo de Tony Blair. Lejos de la noticia, su lado 'creativo' se expresa principalmente a través de las aburridas provocaciones usuales, como 'Bodas y decapitaciones', un drama de sobremesa acerca de un cámara islamista de vídeos snuff ideado por Hanif Kureishi, el Joven Escritor Más Prometedor y Viejo de Gran Bretaña y un hombre que nunca agotará las comisiones de la BBC. La privilegiada posición de la BBC en la vida británica convierte su parcialidad en un orden ligeramente distinto a la de cualquiera de las cadenas norteamericanas.
 
La British Broadcasting Corporation dispuso del monopolio de la televisión hasta los años 50, el monopolio de la radio local hasta los 70, y el monopolio de la radio nacional hasta los 90. Pero no llegó a donde está hoy mediante la capacidad de adaptación. Mientras la emisión se abría a la competición británica característicamente sobre-regulada, la BBC se expandía. Actualmente controla ocho cadenas nacionales de televisión, nueve cadenas nacionales de radio, las emisoras 'de la región nacional' de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, 39 emisoras locales y una cadena asiática, además del BBC World Service (que puede escucharse en 129 capitales de todo el mundo), diez cadenas de televisión internacionales, y servicios radiofónicos internacionales en 43 idiomas diferentes, incluyendo el kyrgyz y Kinyarwanda.
 
Al contrario que la escurrida y obsoleta Marina Real, el sol nunca se pone en el imperio de la BBC. Como señala Aitken, el 82% de la gente la escucha cada semana - y eso solamente en Afganistán. La BBC es el servicio de noticias por internet más popular del mundo y la tercera página web más popular en Estados Unidos. El año pasado estaba tomando una copa con el gran Ministro de Exteriores de Australia, Alexander Downer, y, como suele pasar, nos pusimos a discutir sobre Burkina Faso. Yo exigía saber si en la práctica el Ministro podía dar el nombre del actual jefe de gobierno del país. Él confesaba que, desafortunadamente, no había estado prestando una atención tan exhaustiva a los sucesos de Burkina Faso como debería, sacó su BlackBerry, se fue directo a la BBC y leyó en voz alta su exhaustiva ficha de peso acerca del país: 'Burkina Faso es un país pobre según los estándares de África occidental' - lo cual da mucho que pensar.
 
Ninguna otra cadena tiene tanto alcance. Cuando esas voces enlatadas anuncian las noticias de la noche desde 'los estudios de informativos' de la ABC-CBS-NBC, no puedes evitar notar el acento en el estudios, y muy ligero en informativos. En cuanto a la PBS y la NPR, me regodeo en la humillación causada a las cadenas públicas de este país cuando veo al presentador con problemas delante de la línea telefónica de donativos animándonos a llamar ya, porque de otra manera se nos negará una programación de calidad como el concierto Peter, Paul & Mary tres veces a la semana. Y no lo olvide, por la promesa de apenas 200 dólares, usted recibe este regalo extra de una red de Bill Moyers para el pelo.
 
De modo que el argumento de Robin Aitken descansa en la propuesta a lo Spider-Man de que el gran poder conlleva una gran responsabilidad. En 1938, el académico americano Lincoln Gordon explicaba que la posición privilegiada de la BBC conllevaba ciertas 'creencias propias de la institución nacional británica... En asuntos nacionales son la monarquía, la constitución, el Imperio Británico y el cristianismo; en el extranjero, la paz buscada a través de la maquinaria de la Liga de Naciones'.
 
70 años más tarde, esa lista provoca una sonora carcajada a Aitken. 'Solamente en el caso del respeto de la BBC al sucesor de la Liga de Naciones, Naciones Unidas, existe alguna continuidad obvia', escribe. Por lo demás, la BBC es hoy anti-monárquica y anti-imperialista, y la única constitución en la que cree es la que concibió el tal Giscard d'Estaing para la Unión Europea. Es abrumadoramente secular y despreciativa hacia las religiones organizadas, a excepción del Islam, que está más organizada que la mayoría.
 
Cuando un presentador de televisión hacía algunas observaciones acerca de la afición del mundo árabe por el terrorismo suicida, las amputaciones, la represión de la mujer y la postura celebratoria en general del 11 de Septiembre -- nada de lo cual puede cuestionarse a la vista de los hechos -- fue cortado del directo inmediata y permanentemente. Sin embargo, cuando el presentador más importante de la mañana de la BBC llamaba 'ultrajante' y 'maldita' a la postura de la iglesia católica hacia el sida, aparentemente sus palabras cumplen los estándares de 'imparcialidad' de la BBC.
Cuando su crítico de arte ofrecía la pensée de que los colonos judíos 'nacidos en Brooklyn' del West Bank 'deben ser fusilados' porque 'son Nazis' y 'no siento sino odio hacia ellos', también él conservó su empleo, aunque la BBC sí declaró en su página web que 'su estilo polémico e incendiario ha causado estragos en los Estados Unidos, donde la cuestión judía es notoriamente sensible'. (¿'La cuestión judía'?)
 
Gran parte de lo que Aitken recoge será familiar a los lectores de los empleados de las cadenas americanas caídos en desgracia, como Bernard Goldberg. Pero si en los Estados Unidos los autoproclamados medios importantes actúan en apoyo del Partido Demócrata, la BBC se ha declarado en esencia el partido oficial de la oposición en Gran Bretaña. Y el mercado no puede corregir una entidad constitucionalmente protegida de ello. Tras un estimulante recorrido por la cobertura parcial de la BBC de Europa, Irlanda y la guerra contra el terror, Aitken concluye antinaturalmente que 'necesitan contratar más periodistas de la prensa de derechas'.
 
Eso no sucederá, y no supondría ninguna diferencia si sucediera. La respuesta correcta es seccionar la BBC. Un elefante mediático financiado a través de un impuesto compulsivo es injustificable en la edad de los estrechos nichos de mercado en permanente división. La BBC es el partidario más fanático de una sociedad multicultural -- excepto cuando llegamos a un conglomerado mediático nacional monolítico. Y ni siquiera Aitken puede aspirar en absoluto a perderlo de vista.


 

 
 
Mark Steyn es periodista canadiense, columnista y crítico literario natural de Toronto. Trabajó para la BBC presentando un programa desde Nueva York y haciendo diversos documentales. Comienza a escribir en 1992, cuando The Spectator le contrata como crítico de cine, Más tarde pasa a ser columnista de The Independent. Actualmente publica en The Daily Telegraph, The Chicago Sun-Times, The New York Sun, The Washington Times y el Orange County Register, además de The Western Standard, The Jerusalem Post o The Australian, entre otros.
 
© Mark Steyn 2007