Discurso de Cameron. ¿Hay lugar para la esperanza?

por Lourdes López Nieto, 19 de octubre de 2009

Algunos todavía se sorprenden por la concesión del premio Nóbel a Obama, sin caer en la cuenta que hoy todos los organismos internacionales, desde la ONU al COI pasando incluso por la UE -pese a la teórica mayoría de derechas-, están dominadas por el relativismo izquierdista más atroz. En este caso el comité que ha otorgado dicho premio se basó exclusivamente en las proclamas realizadas por el mencionado presidente, que es lo único que ha hecho en sus nueve meses de mandato.
 
Puestos a valorar proclamas, y asumiendo la hegemonía del relativismo en Occidente, merece la pena analizar el discurso del líder del partido conservador británico. Su contenido es radicalmente inverso al buenismo y relativismo de Obama, de Zapatero y de tantos personajes que hoy han logrado prácticamente dominar la opinión pública occidental, para socavar los principios occidentales y de nuevo dominar a la sociedad. En esas estamos.
 
El discurso de Cameron contiene una propuesta de recuperación de los valores occidentales como la familia, la comunidad y el país, ante una sociedad rota. Palabras que resumen las diversas manifestaciones de la crisis que sufre Reino Unido -paro, pobreza, nacionalismos y sobre todo, familias rotas, soledad y desamparo de muchos ciudadanos-.
Su propuesta esencial se fundamenta en la responsabilidad, el concepto más utilizado en su discurso, casi en veinte ocasiones: recuperar y reforzar la responsabilidad de cada persona, en sus diferentes facetas, en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en suma, recuperar el protagonismo de las personas frente al big government, que las hace dependientes.
 
Además de presentar a todos y cada uno de los miembros de su gabinete en la sombra, integrado por verdaderos expertos en cada uno de los asuntos y no por personas del mundo de la política, pide perdón por el escándalo dado por los políticos de su país, y utiliza casos reales y no grandes cifras para denunciar  los problemas. Políticamente hablando, presenta una alternativa real y concreta.
 
Intelectualmente, su discurso confronta el modelo y las propuestas que realiza con las de los laboristas y concluye con una reflexión sobre algo que también  practica Zapatero y que los españoles conocemos y padecemos: “”He visto que ocurre cuando ganas y gastas tu mandato obsesionado por  las noticias durante las 24 horas y luchando cada día como si fuese una nueva elección general, esquivando las cosas difíciles que habrían marcado una diferencia. Ese fue Blair. Y he visto que ocurre cuando conviertes cada decisión en un cálculo político. Ese fue, ese es, Brown”. Y Zapatero. Y Obama. Y podríamos seguir, porque constituye norma habitual en nuestras sociedades.
 
En suma, hoy por hoy ante el panorama español, este discurso representa la esperanza para los no relativistas, para los que no se resignan a ver valores fundamentales para nuestra nación pisoteados por unas élites intelectuales y políticas envilecidas hasta la médula. También produce mucha envidia, y suscita la pregunta de si es posible encontrar algo semejante en nuestro país.