Dr. Obama or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb

por Enrique Navarro, 14 de noviembre de 2011

Hoy podríamos traducir el título de la magnífica película de Kubrick como:” Dr. Obama: como aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba iraní.” Esta ha sido la política que ha guiado a los gobiernos occidentales en los últimos años: mientras el régimen iraní probaba sus misiles y financiaba a los grupos terroristas en Palestina y Líbano, desarrollaba su capacidad nuclear asistido por el padre de la bomba atómica pakistaní.

Todos somos conscientes de cual es la política exterior de Ahmadineyad, y no hay más que escuchar sus soflamas en Naciones Unidas para conocer sus intenciones reales. Si además semejante personaje desarrolla un programa nuclear que oculta a las inspecciones internacionales y está construyendo misiles balísticos, blanco y en botella. Y es que no hay ningún misil balístico desarrollado en la historia que no haya incorporado una cabeza nuclear; ¿para qué enviar a cinco mil kilómetros 1.000 kilogramos de TNT?
 

Ahora todos ponemos cara de asombro y nos preguntamos cómo ha sido posible que hayamos llegado a esta situación, certificada al fin por las autoridades internacionales..
 

La respuesta es evidente, El gobierno de Obama, en su dejación de los intereses internacionales, decidió hace mucho tiempo no hacer nada y admitir un Irán nuclear como un mal menor. No está en condiciones ni quiere enfrascar a su país en otro conflicto militar contra Irán -que no es ni Irak ni Afganistán- y que cuenta con una red terrorista distribuida por medio mundo. Obama cree que con sus aliados europeos podrá manejar políticamente la situación, e incluso sacar algún provecho añadido para su política en Oriente Medio. Piensa que un Irán nuclear será más racional en sus actitudes y por tanto cambiará su agresividad verbal con un liderazgo internacional que requiere de unas formas más elegantes.
 

El presidente Obama, piensa además que Irán nunca atacará Israel con una bomba atómica; aunque sólo sea por las víctimas palestinas de un ataque de esta envergadura, de manera que el pueblo judío no tiene que temer un Irán nuclear.
 

Incluso muchos líderes occidentales se preguntan ¿por qué si ya tenemos un Pakistán o una Corea del Norte o China con capacidad nuclear, debe ser peor que Irán la tenga.?
 

Lamentablemente todos los que piensan de esta manera se equivocan. Si a alguien se parece Ahmanediyad es al protagonista de la película de Kubrick, el general Jack D. Ripper, ése que lanza los B 52 contra la Unión Soviética cortando las comunicaciones. Steven Abrams y Marc Kilgour, en su libro “ Teoría de juegos y seguridad nacional” (1989) demuestran que, basándose sólo en decisiones racionales, existe un amplio número de situaciones que pueden desembocar en un conflicto nuclear. Construir una bomba atómica con el propósito o la evidencia de no usarla constituye un absurdo. Es más, la amenaza de su uso constituye el elemento clave de la política nuclear; cuanto más seguro esté el enemigo de que el arma atómica será utilizada, más éxito tiene la estrategia nuclear. La teoría de juegos demuestra que la escalada de amenazas puede acabar, también de forma racional, en un conflicto nuclear.
 

Sólo cabe analizar para qué quiere Irán una bomba atómica. La política exterior iraní recuerda poderosamente al expansionismo nazi de los años treinta. un régimen político que tiene un componente pseudo religioso (como la ideología militarista alemana); un odio a lo diferente (Occidente); unos vecinos diferentes, mayormente sunníes (es decir no arios); unos vecinos con recursos naturales (Rusia en 1938); un enemigo natural en la región, Israel (Inglaterra) y los Estados Unidos muy lejos y cada vez menos interesados en la política exterior con Obama ( Roosevelt en 1933). ¿Cual es la diferencia? Que Hitler no tenía la bomba atómica, aunque ¿alguien duda de que Hitler la hubiera usado contra Inglaterra o Rusia si la hubiera tenido? Una bomba atómica es mucho más peligrosa que cien, porque ante un ataque nuclear iraní con una bomba contra Israel, por ejemplo o contra el estrecho de Ormuz, ¿Qué país decidiría una represalia nuclear contra Irán? Ninguno. Pero la situación habría cambiado de forma muy significativa.
 

Ahora como entonces Chamberlain, tenemos a Obamabuscando su acuerdo de Munich con el régimen iraní. Pero el problema en esta analogía es que nos falta la figura de Churchilll: históricamente, si no hubiera sido por el premier británico, los nazis habrían ganado la Segunda Guerra mundial y Estados Unidos hubiera negociado con el régimen alemán una paz sobre los muertos europeos.
 

Un Irán nuclear significará un mundo más inseguro. Primero por tener a un general Ripper sentado en Bagdad, y segundo porque siguiendo la ruta de la proliferación nuclear, pronto otros países se unirán al club, Turquía, Brasil o Venezuela. ¡Qué mejor que formar una cuádruple alianza: Irán, Corea del Norte, Pakistán y Venezuela con capacidad nuclear global¡; este mundo será mucho peor y peligroso que en los tiempos de la Guerra Fría y nos llevará a la catástrofe nuclear a medio plazo con tantos países metidos a líderes mundiales nucleares sin los necesarios controles democráticos.
 

Para entonces, como proponía el Dr. Strangelove, buscaremos una mina a mil metros de profundidad y nos dedicaremos a procrear para poder dentro de cien años con nuestros descendientes ganar la nueva guerra nuclear. ¡Es una locura, pero muy real¡.