El Año de Irán

por Rafael L. Bardají, 30 de diciembre de 2012

(Publicado en La Gaceta, 29 de diciembre de 2012)

 

 Para bien o para mal 2013 va a ser el año de Irán. Por un lado, es un año electoral, con sus elecciones presidenciales en el mes de junio. Y aunque la oposición fue acallada y reprimida violentamente en 2009, la situación de creciente descontento social a causa de la crisis económica acelerada por las sanciones internacionales, permite augurar nuevas protestas y un resurgir de la disidencia muy a pesar de los ayatolas. Es más, las diferencias internas del régimen tenderán también a acentuarse aunque no tanto sobre sus fines como sobre la mejor táctica de cara a Occidente para alcanzarlos.

 
Irán estará además encima de la mesa del presidente Obama. Todo apunta a que su nueva administración está preparándose para ofrecer a Teherán un gran pacto del que poco se sabe más que se negociaría por primera vez en treinta años directamente entre estados Unidos e Irán, bilateralmente y sin intermediarios.
 
Por último, Irán será la prioridad del primer ministro que salga de las urnas el próximo 22 de enero. Israel no puede ver con buenos ojos unas nuevas e interminables negociaciones diplomáticas con Irán, habida cuenta del resultado hasta la fechas de los sucesivos y fallidos intentos de convencer al régimen de Teherán de que abandone su ambición nuclear. Sabemos muy bien que Irán ha usado cada ronda de negociaciones para acelerar su programa atómico y Jerusalén no puede confiar en que cambien de actitud después de tantos años de esfuerzos y ahora que están a un paso de culminar su proyecto.
 
La única certeza es que Irán podrá ponerse a construir su primera bomba atómica en muy pocos meses. La incógnita no está en Teherán, sino en saber cómo actuará, si lo hace, Barak Obama. Y la clave definitiva: qué pensará Israel que hará el presidente americano.