El día de mañana

por Rafael L. Bardají, 17 de enero de 2020

El Día de Mañana es una película de corte apocalíptico en la que la Tierra se congelaba de manera abrupta y en la que un valeroso padre, interpretado por Dennis Quaid, salía al rescate de su hijo, un jovencito Jake Gyllenhaal, atrapado por el hielo en la biblioteca de la Quinta Avenida de Nueva York. Todavía eran los tiempos en los que la fiebre del cambio climático nos amenazaba con una nueva era glacial. No como ahora cuando una sueca se vuelve histérica porque en su país va a subir un grado y medio la temperatura. Se ve que es de una generación muy distintas a aquellas que nos trajeron el bikini al calor achicharrante del levante español, pero eso es otra historia...

 

El Día de Mañana nos auguraba algo que ya nos prometió Machado: que una de las dos Españas nos helaría el corazón. Y vamos camino de ello. Y más rápido de lo que muchos creen. En esta era donde nada es lo que parece y las palabras han sido retorcidas hasta perder su significado, donde las leyes se han vuelto algo irrelevante porque no se tiene el propósito de cumplirlas o hacer que se cumplan, donde el presidente sólo respeta sus deseos y no guarda el más mínimo decoro con las instituciones, empezando por la Corona, y donde el gobierno es una sucesión de muñecas rusas a cada cuál más peligrosa, hemos de saludar a la 3ª República, la 1ª bolivariana. Y se nos va a helar el corazón. Va a ser que el infierno era esto, una democracia totalitaria donde no se respete la Ley, donde no se acepte la separación de poderes y donde la libertad de opinión y pensamiento se reduzca a una disidencia amordazada. El infierno no es una juerga de calenturas, sino una cárcel de hielo donde enterrar todo lo que no se adscriba al nuevo régimen. Es la Siberia y el Gulag (que, para los más jóvenes, no es un espaciado plato húngaro, sino un lento exterminio).

 

Así como un zombie no puede sino morder, un comunista sólo puede imponerse mediante una mezcla de engaño y represión. ¿Cómo si no convertir en aceptable sus dachas (hoy casoplones), nepotismo (esposas en el mismísimo consejo de ministros), amiguismo (colocación para los suyos a todos los niveles), perpetuación en el poder y disfrute de sus privilegios?  Es verdad que muchos españoles creen que este gobierno de tantas cabezas es como el Camarote de los Hermanos Marx y que está abocado a explotar; hay quien no ve más salida que el sacrificio como aquellos 300 de Leónidas,  héroes para la posteridad. Pero si España va de cine, me temo que es más de qué hemos hecho para merecernos esto. Una de horror.