El enano atómico

por Manuel Coma, 14 de diciembre de 2012

(Publicado en La Razón, 13 de diciembre de 2012)

 

Si no fuera por sus chapuceros misiles y bombitas atómicas, Corea del Norte, el llamado Reino Eremítico, y no menos hermético y aislado, uno de los países más miserables del mundo, sería tan irrelevante que probablemente no existiría o al menos eso es lo que el régimen piensa, no tanto del país, que pasaría a mucho mejor vida uniéndose a sus hermanos del sur, como de sí mismo. Se trata del comunismo en una sola familia, que ya va por la tercera generación, sin que el paso de una a otra modifique en nada su naturaleza inhumanamente despótica y sus agresivos procedimientos de supervivencia. Es un interesante botón de muestra de lo que se puede conseguir cuando escasísimos recursos se concentran en un único propósito. La potencia militar sin base económica tiene los pies de barro, pero puede con todo lograr mucha más capacidad de ataque que la que sus cifras de riqueza, más bien pobreza, harían suponer. La Corea de los Kim no puede sostener una guerra pero podría causar un daño muy grave en un primer golpe y eso es lo que trata de conseguir y aparentar. 

Esos esbozos fragmentarios de armamento de lujo son suficientes para ejercer una disuasión, que hasta ahora se ha revelado eficaz, sobre los coreanos del sur e incluso sobre los Estados Unido. Pero no es sólo arma defensiva, es también sumamente útil como instrumento de chantaje del que en parte nada despreciable vive el régimen y el país en lo que le alcanza. Desde hace ya un buen número de presidentes, América no ha dejado de regalarles combustible y otros recursos con la esperanza de llegar a acuerdos desnuclearizadores o de que cumplan los ya firmados. Pyongyang ha mostrado una notable habilidad en las técnicas diplomáticas para alimentar esas esperanzas y frustrarlas continuamente para que siga la bola, se perpetúe el extraño sistema y no se acabe el negocio, el cual incluye, además, la comercialización de ese producto bélico con tanto esfuerzo obtenido y tan apetecido por algún que otro estado delincuente, cuyo régimen confía en la práctica del mismo juego que la elite norcoreana domina.

Un último comentario debe apuntar a las limitaciones de los supermedios de inteligencia de Washington. Corea dio fecha de su propósito hace días. Luego lo dejó en suspenso debido a algunos problemas técnicos y finalmente consiguió de nuevo la sorpresa.