El mito de Europa

por Rafael L. Bardají, 22 de mayo de 2009

Europa nació como un mito griego (la doncella raptada por Zeus para abusar de ella) y como mito sigue existiendo. Solo que la bella hija del rey fenicio, Agenor, ha sido sustituida por la UE.
 
La Europa de la UE es un mito porque se basa, en la actualidad, en elementos más simbólicos que racionales. Ahora que vamos a votar la nueva hornada de parlamentarios europeos, deberíamos ser conscientes de ello. La UE tiene la ambición de sustituir a los Estados miembros y convertirse ella misma en un gran súper estado europeo. Todo cuanto hace y crea va encaminado a ello. Sus instituciones son un calco y una duplicidad de las instituciones nacionales. El caso más flagrante, el llamado Parlamento Europeo.
 
Normalmente se critica al Parlamento Europeo porque no cuenta con suficientes poderes, y de ahí se deduce que la UE sufre un supuesto déficit democrático: los ciudadanos no pueden controlar su gobierno europeo a través de sus representantes. La realidad es bien distinta: se debe criticar a la asamblea de la UE no por sus carencias, sino por su existencia misma, que da pábulo a creer que la Unión, para funcionar correctamente, exige el mismo entramado y poderes que los estados que la componen. Y nada hay que nos obligue a pensar así.
 
Europa nunca se construirá contra los estados nacionales. Es más, no debería siquiera intentarse, porque son sus estados la esencia de su fuerza, dinamismo, y señas de identidad. Un espacio único económico no tiene por qué culminarse inevitablemente con un entramado político, con sus ministerios de exteriores o de defensa. De hecho, lo logrado en estas dos áreas es más una aberración que un avance histórico.
 
Y es que, como el saber popular español bien dice, no hay que pedir peras al olmo. Por cierto, que Europa también es un islote desierto cerca de Madagascar, donde van a procrear buena parte de las tortugas del Índico.