El talón de Aquiles: las políticas negativas de la comunidad internacional en el sur de Afganistán

por Jorrit Kamminga, 27 de abril de 2007

Es necesario y urgente reconsiderar las prioridades y objetivos de la comunidad internacional antes de que las políticas negativas se conviertan en el “talón de Aquiles” para la misión internacional de la OTAN en Afganistán.
 
La última encuesta de opiniones realizada en el sur de Afganistán revela datos preocupantes para la comunidad internacional y la OTAN.[1] Sí la encuesta hecha en las provincias de Kandahar y Helmand acierta a representar la opinión general del pueblo afgano en el sur pashtún del país, el futuro cercano podría ser incluso más aciago de lo que esperamos desde el verano sangriento del 2006.
 
Según el último sondeo, realizado a 17.000 afganos en el sur y el este del país surasiático, el 26,8 por ciento de los encuestados apoya abiertamente a los talibanes. En realidad esta cifra puede ser incluso más alta, dado el hecho que para muchos afganos no es fácil expresar su opinión en el actual clima político. Además, la cifra indudablemente crecerá si la comunidad internacional no logra mejorar la situación actual de pobreza, desempleo, miseria y la creciente frustración del pueblo afgano en el sur del país ante las promesas incumplidas de la comunidad internacional.
 
El resultado de la encuesta es un claro indicio de que estamos perdiendo terreno en nuestra lucha por los “corazones y mentes” del pueblo afgano. Está claro que el gobierno de Karzai no tiene la culpa del caos que reina en el sur del país. Después de tres décadas de guerra, no podemos esperar del primer gobierno democrático que resuelva todos los problemas que existen en Afganistán. Al contrario, desde hace el año 2001 la labor principal de reconstrucción y estabilización siempre ha sido tarea de la comunidad internacional. Casi seis años después del comienzo de su misión en Afganistán, podemos ya concluir que dicha misión ha sido un fracaso total en el sur del país.
 
La encuesta revela que el 80 por ciento de la población en el sur de Afganistán opina que las tropas internacionales no hayan ayudado al pueblo afgano. La falta estructural de ayuda humanitaria y proyectos de desarrollo ha provocado una situación en la que la gente se sienta abandonada por la comunidad internacional. Otro 80 por ciento de los encuestados expresaron su preocupación sobre no poder alimentar a sus familias. Cuando la comunidad internacional está construyendo carreteras y puentes en casi todo el país, millones de afganos están hambrientos y muchos siguen sin trabajo.
 
Esto es un punto clave en los errores de la comunidad internacional. En primer lugar, todavía estamos gastando nueve veces más fondos en proyectos de seguridad que en proyectos humanitarios y de desarrollo. Los políticos aún se esconden detrás del argumento que primero hace falta obtener seguridad antes de poder empezar con proyectos de desarrollo, cuando ya sabemos que la falta de desarrollo y ayuda humanitaria incrementa de una manera indirecta la inseguridad. Los talibanes saben muy bien aprovechar del descontento de la gente y ahora reciben más apoyo y reclutan en las pobres zonas rurales.
 
En segundo lugar, la comunidad internacional sigue estableciendo un orden de prioridades en el que dos “políticas negativas” dominan. La primera se basa en los bombardeos aéreos realizados por las fuerzas internacionales de la OTAN. Estos bombardeos están desplazando a gente, creando campamentos de refugiados e incrementando desesperación y pobreza. La razón principal por realizar tantos bombardeos en Afganistán es la falta de suficientes tropas de seguridad en el terreno.
 
Según la Rand Corporation, hacen falta 80.000 tropas extras para crear un clima de  seguridad en el país de una manera eficaz. Cuando la OTAN ahora reconquista terreno a los talibanes, no hay suficientes tropas para ocupar estos terrenos y evitar el regreso del grupo insurgente. De este modo, los talibanes pueden continuar sus operaciones en Afganistán y hacen falta incluso más bombardeos aéreos para contener el regreso del movimiento. Tenemos que darnos cuenta que las operaciones de la OTAN, como la operación Medusa, operación Baaz Tsuka (Cumbre del Halcón) y la última operación Aquiles no simbolizan la llegada de la victoria para la comunidad internacional sino la debilidad de las fuerzas internacionales ante el desafío enorme del regreso de los talibanes.
 
La segunda política negativa de la comunidad internacional es la erradicación de la amapola, actualmente el único sustento para más de tres millones de campesinos afganos. Dicha política ha privado a miles de afganos de su único medio de supervivencia. La política paralela de “desarrollo alternativo” - fomentando cultivos legales para los campesinos - todavía no ha producido resultados sostenibles y estos proyectos carecen de suficientes fondos. Sin embargo, la comunidad internacional sigue apostando por la política de la erradicación como “una bala de plata” que resolverá la crisis del opio en Afganistán.
 
En síntesis, si la comunidad internacional sigue por el camino de las mencionadas políticas negativas y si no hay un aumento de recursos para el desarrollo y la ayuda humanitaria, la situación de seguridad en Afganistán irá de mal en peor. Por eso, es necesario y urgente reconsiderar las prioridades y objetivos de la comunidad internacional antes de que las políticas negativas se conviertan en el “talón de Aquiles” para la misión internacional de la OTAN en Afganistán.

 
 
Jorrit Kamminga es jefe de investigación del Consejo de Senlis en Kabul, Afganistán. En este momento está haciendo una encuesta de opiniones en las provincias de Helmand y Kandahar sobre la insurgencia actual de los talibanes.
 
 
Notas


[1] El Consejo de Senlis realizó una encuesta a 17,000 hombres en el sur y el este de Afganistán en marzo 2007. Para más información, diríjase a www.senliscouncil.net.