Elecciones en Chile, ¿giro a la derecha?
por Pedro Fernández Barbadillo, 14 de abril de 2009
El último fin de semana de marzo, se celebró en Chile la sexta cumbre de líderes progresistas, una reunión de políticos comenzada por Bill Clinton en 1999. Este año han acudido, entre otros, los presidentes de Brasil, Uruguay y Argentina, los primeros ministros de España, Reino Unido, Noruega y el vicepresidente de Estados Unidos; la anfitriona fue la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. El ambiente era de confianza en el triunfo de las ideas progresistas (que pueden resumirse en intervencionismo, impuestos, aborto y calentamiento global) debido a que la crisis económica ha desprestigiado las ideas tachadas de neoliberales. Sin embargo, bien puede ocurrir que a fin de año Bachelet deba entregar su banda a un presidente de derechas[1].
Hasta ahora, la Concertación de Partidos por la Democracia, una coalición de centro-izquierda compuesta por la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido Radical Social Demócrata (PRSD) y el Partido por la Democracia (PPD), ha gobernado el país ininterrumpidamente. A finales de año, se celebrarán elecciones presidenciales y las perspectivas de victoria del candidato de la Alianza por Chile, formada por los dos partidos de derechas y por independientes, son muy altas. Como símbolo del probable cambio, en marzo dos parlamentarios de la Unión Demócrata Independiente (UDI) han sido elegidos presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado. Se trata de Rodrigo Álvarez y de Jovino Novoa, ex subsecretario de la Junta militar del general Pinochet, respectivamente. La elección de Álvarez se debe a un acuerdo decidido hace meses entre los dos bloques de derechas y de izquierdas en la cámara baja, pero la de Novoa responde a la desafección de dos senadores hasta ahora adscritos a la Concertación: Andrés Zaldívar (democristiano que fue presidente del Senado y mantuvo buenas relaciones con Pinochet) y Fernando Flores (izquierdista que fue ministro en los Gobiernos de Salvador Allende). El resultado en el Senado es una evidencia de la ruptura de la Concertación.
Desde la recuperación de la democracia, después de la derrota del dictador Augusto Pinochet en un plebiscito en 1988 sobre su continuidad en el poder, Chile ha sido el país más tranquilo de Sudamérica. En la jefatura del Estado se han sucedido cuatro presidentes (dos democristianos, Patricio Alwyn y Eduardo Frei, y dos socialistas, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet) de la Concertación durante casi 20 años, con una mayoría afín en el Legislativo. A diferencia de las conmociones políticas en sus vecinos Perú, Bolivia y Argentina, con presidentes depuestos mediante tumultos, corralitos, devaluaciones, asonadas y permanentes procesos constituyentes, Chile ha vivido con tranquilidad la transición de la dictadura a la democracia y ha mantenido un crecimiento económico envidiable, cuyas bases colocó el régimen militar. Hasta tal punto hay diferencia entre Chile y las repúblicas sudamericanas que aquél prefiere establecer relaciones comerciales con los países más serios de la cuenca del Pacífico, como Australia, Nueva Zelanda, Japón y Estados Unidos, y separarse de los planes de integración continental encabezados por el chavismo. La mayor conmoción en Chile, con riesgo para la democracia, se produjo a raíz de la detención de Pinochet en Londres, pese a su fuero de senador, a petición del juez español Baltasar Garzón, en octubre de 1998.
Hasta ahora, la derecha política, representada por los partidos Renovación Nacional (RN) y la UDI, ha tenido un papel secundario en la política nacional. Estos partidos no sólo no han conseguido que ninguno de los presidentes perteneciera a sus siglas, sino, además, nunca han tenido la mayoría en las cámaras. Las directrices políticas las ha marcado la Concertación y la derecha se ha limitado a negociar el mantenimiento de algunos de los principios políticos y económicos provenientes del régimen militar. Por ejemplo, en 2005, los parlamentarios de RN y la UDI se unieron a los de la Concertación para aprobar una reforma constitucional que suprimía los senadores designados y vitalicios, reducía el mandato presidencial a cuatro años -la tradición constitucional chilena fijaba un mandato de seis años-, concedía al presidente de la república la facultad de remoción de los comandantes de las fuerzas armadas y sometía el Consejo de Seguridad Nacional a la jefatura del Estado[2].
La Concertación se divide y la derecha se une
La crisis económica y las divisiones en la Concertación después de tanto tiempo han hecho que Bachelet pierda apoyo popular y, además, deba solicitar apoyo a la UDI y RN para aprobar medidas como la reforma educativa y la bajada del precio de los combustibles.
El 26 de octubre de 2008 se celebraron elecciones para elegir a los casi 250 alcaldes que dirigen las comunas (municipios) en que se divide el país. Mientras la UDI y RN presentaban candidatos en listas únicas, la Concertación se fraccionó en dos tipos de listas. El sistema electoral que establece la Constitución de 1980 pretende asentar un sistema bipartidista y eliminar el multipartidismo causante de la inestabilidad de los años 60 y 70. Por ello, las coaliciones amplias disponen de más ventajas en la asignación de escaños frente a las listas unipartidistas. En el actual Parlamento sólo hay un diputado y un senador fuera de las siglas de la Concertación y la Alianza. Y la coalición Juntos Podemos Más, formada por el Partido Comunista y el Humanista, pese a haber obtenido el 7,4% de los votos carece de parlamentarios.
Mientras la derecha se empecinó en querellas intestinas en los primeros años de la democracia, la Concertación acudió unida a todas las elecciones, lo que es una de las explicaciones de su hegemonía política. Desde hace unos años, en la Concertación han surgido las riñas entre los partidos y entre las élites que controlan éstos, como suele suceder en todo gobierno que dura mucho tiempo. A lo anterior hay que añadir que, una vez consolidada la democracia y muerto Pinochet en 2006, los puntos de acuerdo entre los socialistas y los democristianos son escasos. A estos dos partidos les separan sus programas sobre educación, aborto, economía y otros asuntos capitales.
En las citadas elecciones municipales del año pasado, la Alianza por Chile obtuvo el 40,6% de los votos; la Concertación cayó al 28,7% y no se aproximaba a la derecha ni con la suma de los votos de la extrema izquierda (comunistas y humanistas), que eran el 6,4%. Los candidatos de la Alianza mantuvieron o ganaron las principales ciudades chilenas, como la capital, el puerto Valparaíso, Concepción y Viña del Mar; salvo Maipú, la comuna más poblada, que sigue gobernada por su alcalde democristiano.
La importancia de estos comicios en la política nacional es enorme. En los celebrados en 2004, los malos resultados de la UDI y de RN perjudicaron al entonces candidato presidencial Joaquín Lavín (UDI), que superaba en las encuestas al candidato de la Concertación. Unos pocos meses después, ya en 2005, RN presentó un candidato rival, el empresario Sebastián Piñera, que quedó segundo en las elecciones presidenciales de 2005, por delante de Lavín, y se enfrentó a Bachelet en la segunda vuelta, aunque fue derrotado.
A los candidatos de la Concertación cada vez les cuesta más ganar la presidencia. En 1990 y 1994 Alwyn y Frei obtuvieron más del 50% de los votos en la primera vuelta; este último marcó el récord de respaldo popular con casi el 58%. Desde entonces, Lagos y Bachelet tuvieron que pasar a la segunda vuelta con un rival de derechas. Lagos (47,95%) sacó una ligera ventaja de unas décimas a Lavín (47,51%) y el resultado de Bachelet (45,96%) quedó casi tres puntos por debajo de la suma de las votaciones recibidas por Piñera (25,41%) y Lavín (23,23%). Los candidatos socialistas llegaron a la presidencia de la república gracias a la captación del voto de extrema izquierda movilizado ante la posible victoria de la derecha.
A esta tendencia hay que sumar la conversión en los últimos años de la UDI en el mayor partido chileno por respaldo popular. Ya en las elecciones parlamentarias de 2001, la UDI obtuvo un 25,87% en comparación con el 18,92% de los democristianos. En las elecciones parlamentarias de 2005, la UDI reunió el 22,36% de los votos populares y 33 diputados, mientras que el segundo partido en la Cámara de Diputados es la Democracia Cristiana, con el 20,76% de los votos y 20 diputados. En las elecciones municipales del año pasado, la UDI recibió el 19,98% de los votos frente al 18% de la DC; además, RN, la otra parte de la Alianza por Chile, obtuvo el 13,2%; mientras que el PS bajó hasta el 9,3%. El acceso de sendos parlamentarios de la UDI a las presidencias de las cámaras es un reconocimiento tardío de la importancia de este partido. En estos 20 años, la UDI ha pasado de menos del 10% de los votos en las elecciones a la Cámara de Diputados de 1989 a más que doblar su electorado superando a otros partidos más veteranos y poderosos: un premio a la labor incansable de sus dirigentes y militantes. El mismo éxito de la UDI refuta las acusaciones de que, al haber sido fundado en 1983 por altos cargos y partidarios del régimen militar, sólo representa a los círculos pinochetistas.
Piñera es ahora el candidato único de la Alianza por Chile y las encuestas le dan como favorito frente a cualquier otro candidato que presente la Concertación. Ésta acaba de escogerlo mediante primarias celebradas el 4 de abril. El elegido ha sido el ex presidente y senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle, del partido democristiano. Aunque ha recibido la felicitación del ex presidente socialista Ricardo Lagos, las tensiones dentro de la Concertación son crecientes por el reparto de las cuotas parlamentarias y la previsible derrota. Además, de esas primarias ha surgido un dato preocupante para la Concertación: la baja participación en las primarias. Las cúpulas de los partidos calculaban unos 100.000 votantes y fueron menos de 60.000[3]. Sebastián Piñera no perdió la ocasión de propinar un golpe a su rival mediante el anuncio de un acuerdo con el senador izquierdista Fernando Flores para constituir una Coalición por el Cambio[4]. La compenetración de todos los elementos de la Alianza por Chile es tal que la UDI, que no tiene candidato presidencial, está dispuesta a ceder puestos de diputado a Chile Primero.
Como nota curiosa, señalamos que el candidato de centro-izquierda, Eduardo Frei, supera con 67 años la edad de jubilación, mientras que Piñera tiene 60 años.
Conclusión: crece la legitimidad de la derecha
La Alianza por Chile ha aumentado en el último año su legitimidad social: victoria en las elecciones locales, petición de ayuda por parte de la presidenta socialista y desempeño de los dos puestos institucionales más importantes después de la jefatura del Estado: las presidencias del Senado y de la Cámara de Diputados. En la vida política hay otros factores de interés: las rencillas en la Concertación, su largo período de gobierno con la revelación de casos de corrupción, la muerte de Pinochet y la crisis económica, con la caída de los precios del cobre y de los otros productos de exportación.
La victoria de la Alianza por Chile, probable en estos momentos, supondría la normalización definitiva del país después del desastre político causado por la Unidad Popular del socialista Salvador Allende. Sería la primera ocasión en que la derecha ganase una elección presidencial desde 1958, victoria realizada por Jorge Alessandri. De producirse el triunfo de Piñera, el país celebraría en 2010 sus dos siglos de independencia con un presidente de derechas.
Notas
[1] La Constitución vigente, elaborada por la Junta militar y aprobada en referéndum en 1980, fijaba el mandato presidencial, sin posibilidad de reelección, en ocho años seguidos, el más largo de las repúblicas europeas y americanas democráticas. En 1994, mediante una reforma, se redujo a seis años y mediante otra reforma en 2005 a cuatro años, que empezaron a aplicarse para el presidente electo en 2006.
[2] El propio general Pinochet, después de incorporarse como senador vitalicio a la cámara alta chilena, apoyó con su voto una propuesta para eliminar el título de Día de la Liberación Nacional al 11 de septiembre, aniversario del golpe militar que él encabezó en 1973, y reemplazarlo por el Día de la Unidad Nacional.
[3] http://diario.elmercurio.com/2009/04/06/nacional/politica/noticias/646E0FF6-0781-4541-9E01-8C827355666A.htm.
[4] http://diario.elmercurio.com/2009/04/07/nacional/politica/noticias/998D7104-4301-4F4F-9D20-9866CA52C457.htm?id={998D7104-4301-4F4F-9D20-9866CA52C457}.