Fanatismo y terror disfrazados de fe

por Salim Mansur, 26 de diciembre de 2007

(Publicado en TorontoSum.com, 15 de diciembre de 2007)

Las noticias de musulmanes -- y procedentes del mundo musulmán -- siguen siendo deplorables y revelan cómo la enfermedad de una civilización podrida está consumiendo a su propio pueblo mientras amenaza la libertad y la seguridad de los demás.
 
En la zona metropolitana de Toronto, presuntamente, un padre musulmán, presa de un estallido de ira a causa de que su hija adolescente no respetaba las creencias fundamentalistas de él -- llevar la ropa destinada a las mujeres en público que prescribe la religión -- la mató estrangulándola.
 
Esta es la más reciente de una serie de atrocidades aparentemente interminable cometidas por musulmanes y procedentes del mundo musulmán, siendo mujeres y niñas las víctimas más vulnerables.
 
El asesinato a sangre fría de Aqsa Parvez, de 16 años de edad, no fue como cualquier otro crimen que cruza fronteras étnicas o religiosas, como los apologistas musulmanes de Canadá se esfuerzan en caracterizarlo.
 
El asesinato fue incitado por una ideología de odio y terror disfrazada de tradición religiosa -- una ideología de islamismo radical en guerra con el mundo moderno de libertad y democracia.
 
El miedo a esta pervertida ideología y sus fanáticos promotores impone el silencio a la mayor parte de los musulmanes, al margen de su número en la sociedad, por miedo a que pronunciarse contra esta ideología les pueda hacer correr mayor peligro dentro de su comunidad y con aquellos que afirman ser sus líderes.
 
Después están las organizaciones musulmanas - como el Congreso Islámico Canadiense -- en sociedades libres como Canadá. Su ensordecedor silencio a la hora de condenar la violencia musulmana contra musulmanes o no musulmanes por igual es revelador de su verdadera naturaleza.
 
Estas organizaciones-fachada del islamismo radical global inventan disculpas para sus hermanos ideológicos y orientan la polémica contra Occidente para convertir a los musulmanes en víctimas y socavar el islam.
 
Por otra parte, sus afirmaciones de representar a los musulmanes en general, como hace el Congreso Islámico, son fraudulentas. Por el contrario, la realidad es que la mayor parte de los musulmanes, en Canadá y en cualquier parte de Occidente, abandonaron sus países natales para escapar de la crueldad, la falta de escrúpulos y la hipocresía de líderes religiosos y dictadores musulmanes.
 
Pero estas organizaciones son siniestras en sus objetivos de aprovechar al máximo las sociedades libres y someter sus instituciones para el propósito de minar la libertad y la democracia.
 
Por ejemplo, los canadienses nunca han tenido noticias o sido testigos de alguna organización musulmana movilizando en público a los musulmanes canadienses para denunciar los atentados suicida, las matanzas de honor de mujeres indefensas, el genocidio público en Darfur o la persecución de los disidentes musulmanes en el mundo árabe-musulmán.
 
En su lugar, como impostores, han desarrollado el refinado arte del chantaje a las sociedades libres, como viene haciendo el Congreso Islámico Canadiense al presentar denuncias con las comisiones de derechos humanos y en Ontario y la Columbia Británica contra la revista Maclean y uno de sus columnistas, Mark Steyn.
 
Las denuncias son frívolas, afirmando que la revista Maclean difamó a los musulmanes canadienses al publicar algunos artículos de Steyn como extractos de su libro superventas America Alone.
 
Pero la mayor frivolidad es la disposición de las comisiones de derechos humanos a prestar audiencia a la denuncia de una organización cuyo presidente, Mohamed Elmasry, se encuentra en el ojo del huracán en Canadá por la sugerencia -- de la que se retractó más tarde bajo amenaza de expulsión -- de que los israelíes en general de más de 18 años son objetivos legítimos del terrorismo suicida palestino.
 
El asesinato de Aqsa Parvez y de incontables mujeres más entre los musulmanes va a continuar no solamente porque los musulmanes se esconden en su silencio por miedo a los islamistas radicales, sino también por la apatía del público y los políticos occidentales que apaciguan y dan acomodo de manera vergonzosa a organizaciones musulmanas como el Congreso Islámico Canadiense.


 

 
 
Salim Mansur es profesor de Ciencias Políticas en la University of Western Ontario.