Genocidio: no basta con hablar; un líder debe actuar

por Clifford D. May, 19 de junio de 2009

 (Publicado en Townhall.com, 11 de junio de 2009)
 
El tiroteo en el Museo del Holocausto en Washington DC sirve como duro recordatorio: La negación del Holocausto no es un problema solamente porque algunas personas deciden falsificar la historia. La negación del Holocausto es un problema porque algunas personas desean que los que cometieron un genocidio en el pasado se vean libres de culpa - lo cual es mejor para los que planean cometer un genocidio ahora y en el futuro.
 
En un detalle que habla en su favor, Barack Obama, después de dirigirse a los musulmanes del mundo en El Cairo la semana pasada, se fue a Buchenwald, lugar de un campo de exterminio nazi. Allí, junto al superviviente del Holocausto y premio Nobel Elie Wiesel, denunció a los que niegan el Holocausto y, con solemnidad, declaró que el mundo nunca más debe tolerar el genocidio, que “debemos estar siempre alerta ante la expansión del mal en nuestro propio tiempo”.
 
La pregunta que se debería hacer es: ¿Cómo, el líder más poderoso del mundo, el presidente de Estados Unidos, convertirá esa conmovedora poesía en política de acción eficaz?
 
Específicamente, ¿qué hará Obama respecto al genocidio que está ocurriendo en la región sudanesa de Darfur? ¿Y qué hará él respecto a las amenazas genocidas contra los israelíes que hacen los gobernantes de Irán y los grupos terroristas que ellos patrocinan, Hamás y Hizbolá?
 
La preferencia de Obama es ocuparse de estos temas por la vía diplomática. Pero respecto a Darfur, la diplomacia se ha intentado durante años y por los resultados ha sido una vía poco satisfactoria. La gente de Darfur es negra y practica una variedad del islam que no cuenta con la aprobación de los árabes islamistas militantes que gobiernan Sudán.
 
Hay 57 naciones en la Organización de la Conferencia Islámica (OIC, por sus siglas en inglés). Constituyen el bloque más poderoso en las Naciones Unidas hoy por hoy. Y están del lado del régimen en Jartum. Rusia y China, miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, han hecho inversiones en los campos petrolíferos de Sudán y venden sus armas al ejército de Sudán. Esos intereses eliminan cualquier tipo de preocupación humanitaria. Como resultado de todo esto, no hay forma de que la ONU autorice medidas fuertes para salvar a los hombres, mujeres y niños de Darfur.
 
Si Obama va a poner fin a la matanza, las violaciones, el saqueo y la quema de aldeas africanas, tendrá que actuar unilateralmente o, en el mejor de los casos, con la bendición de Europa. Michael Ledeen, ex asesor del Departamento de Estado y del Departamento de Defensa, ahora el académico especializado en temas sobre la libertad en la Fundación por la Defensa de las Democracias (el instituto que yo presido), cree que el medio más sencillo de mejorar la situación sería destruir el número relativamente pequeño de helicópteros y aviones de ala fija usados por la milicia Janjaweed que es la más responsable de estar a la caza de la gente de Darfur. Esto paralizaría su libertad de movimiento y enviaría una clara señal de que, por lo menos, hay una nación en el mundo que todavía quiere cargar sobre sus hombros lo que Wiesel llama la “obligación moral de intervenir donde el mal está en control”.
 
Con respecto a los islamistas militantes que gobiernan Irán, Obama ha dicho que sería “inaceptable” que adquieran armas nucleares - añadirían una capacidad para hacer juego con sus intenciones genocidas. Aquí, otra vez, la ONU se queda impotente por la connivencia de la OIC, Rusia y China.
 
La administración Obama está intentando entablar contactos directos con los regentes de Irán pero, hasta ahora, la respuesta no ha sido positiva. El presidente ha indicado que no piensa tener la mano estirada indefinidamente. Si, para fines del verano, los gobernantes iraníes todavía siguen enriqueciendo uranio y haciendo enyasos de misiles, Obama podría decidir que ya es hora de descubrir si unas sanciones más duras pueden cambiar el “análisis de costes y beneficios” de las mulás, según su propia definición.
 
Los miembros del Congreso de Estados Unidos han estado preparando la legislación que daría a la Casa Blanca el poder de cortar el suministro de gasolina que Irán debe importar para mantener su flota de automóviles, camiones y vehículos militares. Demócratas y republicanos, en la Cámara de Representantes y en el Senado, han presentado medidas que desalentarían y hasta prohibirían a estas compañías proporcionar petróleo refinado a Irán; las sanciones podrían imponerse no solamente a los proveedores sino también a navieras, agentes y aseguradoras.
 
Si esa presión ayuda a persuadir a los teócratas iraníes a reconocer los compromisos adquiridos en el Tratado de No Proliferación Nuclear y negociar en serio - eso sería progreso. Si no, por lo menos sería obvio que las herramientas diplomáticas y económicas son inadecuadas para la misión, en cuyo caso líderes, como el presidente Obama y otros dirigentes mundiales, tendrían que contemplar opciones más duras - líderes que no se queden indiferentes ante el prospecto de otro genocidio mientras ellos están al mando.

 

 
Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.
 
 
 
 
©2009 Scripps Howard News Service
©2009 Traducido por Miryam Lindberg