Guerra, paz y muchas cumbres

por Juan F. Carmona y Choussat, 21 de mayo de 2012

(Publicado en La Gaceta, 21 de mayo de 2012)

Tolstói se preguntó por la voluntad decisiva en la formación de los acontecimientos: poderosos o masas. Napoleón o Natasha. Acaso pueda darse respuesta. Los grandes del mundo se reúnen en Camp David bajo el formato de G-8, luego en Chicago a cuenta de la OTAN y, los europeos, el 23 en Bruselas.

¿Mandan ellos?

Las potencias económicas deciden en su grandiosa clarividencia que es “imperativo favorecer el crecimiento y la creación de empleo”. Se interpreta en ciertos cuarteles como un reproche a Merkel. Pero en Atenas, las encuestas sorprenden. Las orejas del lobo de la salida del euro podrían, sólo podrían, proporcionar una mayoría suficiente a los partidos que quieren quedarse. Calmaría el panorama.

La OTAN se organiza para permanecer en Afganistán hasta 2014, tras la espantada de Hollande, que retirará a Francia en diciembre. Pero es en Kabul donde americanos y aliados ganaron la guerra de Bush, respuesta a los atentados del 11 de septiembre. Impidieron que los talibanes cobijaran al terrorismo. Las fuerzas afganas se encargarán de ello a medida que regresen los occidentales. Las niñas van al colegio y Afganistán está mejor que nunca. No será mucho pero no quita nada al grado de su progreso.

Por fin se espera que el miércoles Alemania dé síntomas de financiar la salida de la crisis. Ilusión que se basa en el efecto que se cree fecundo sobre la sensatez económica de Merkel de la poción indolora del druida Hollande. Pero en los sondeos sobre la elección parlamentaria francesa de junio no hay clara mayoría de sus socialistas. Esto podría, sólo podría, llevar la cohabitación a Francia, dificultando las reformas antieconómicas.

Ojalá el futuro de la libertad no lo determinen los fingidos consensos y falsas sonrisas, sino las preferencias ciudadanas y la gratitud de una niña afgana a la noble tarea occidental en su suelo.