Identidad nacional y actitudes ante el terrorismo en la Comunidad Autónoma Vasca

por Juan Avilés, 2 de octubre de 2002

La gran divisoria que existe en la sociedad vasca es la que opone a la gran mayoría demócrata frente a la minoría que respalda al entramado terrorista ETA/Ekin/Batasuna. La expresión política de la mayoría demócrata era el pacto de Ajuria-Enea, pero en los últimos años parece haber cobrado más fuerza otra divisoria, la que separa a los nacionalistas de los no nacionalistas. A pesar de la ruptura del pacto de Lizarra, la oposición del nacionalismo democrático a la ilegalización de Batasuna muestra que la solidaridad nacionalista sigue funcionando.
 
El propósito de este análisis es explorar las actitudes de la sociedad vasca ante estas cuestiones, mediante el análisis de los numerosos sondeos de opinión, realizados por el Gabinete de Prospección Sociológica del  Gobierno Vasco (Sociómetro Vasco), por el Departamento de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco (Euskobarómetro) y por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y de los resultados de las elecciones autonómicas. Las conclusiones son que el País Vasco no está escindido entre una comunidad nacionalista y otra no nacionalista, que existe una identidad mayoritaria a la vez vasca y española, que la actitud ante una eventual independencia es muy ambigua y que el rechazo total del terrorismo etarra está ampliamente compartido.
 
Los sentimientos de identidad nacional
 
En primer lugar debemos destacar que la extendida suposición de que la sociedad vasca se divide aproximadamente en dos mitades iguales entre nacionalistas y no nacionalistas se ve confirmada por la serie cronológica de las encuestas del Euskobarómetro (gráfico 1). A lo largo de más de una década la proporción tanto de nacionalistas como de  no nacionalistas ha oscilado entre el 40 y el 50 %, con la particularidad de que en los últimos años parece manifestarse una tendencia al aumento del porcentaje de no nacionalistas.
           
Gráfico 1

No debe sin embargo pensarse que existe una nítida polarización entre nacionalistas y no nacionalistas. En el País Vasco no existen dos comunidades, sino una variedad de maneras de sentir la identidad nacional. La mejor manera de comprobarlo es a través de los sondeos en los que se pregunta al encuestado si se siente sólo vasco, más vasco que español, tan vasco como español, más español que vasco o sólo vasco, como lo viene haciendo  el Sociómetro Vasco. La conclusión que de ello se deriva es importante: algo más del 40% de los nacionalistas se sienten no sólo vascos, sino también españoles (gráfico 2).
 

Gráfico 2.

Al analizar sus encuestas, el gabinete sociológico del Gobierno Vasco suma los porcentajes de quienes se sienten sólo vascos y quienes se sienten más vascos que españoles, para obtener un índice de vasquismo. Pero es también legítimo sumar los porcentajes de quienes se sienten  más vascos que españoles, quienes se sienten tanto vascos como españoles y quienes se sienten más españoles que vascos, para medir la extensión de la identidad compartida. Las encuestas de los últimos años muestran que esa es la identidad que asumen la mayoría de los ciudadanos de la Comunidad Autónoma Vasca (gráfico 3). Se observa además últimamente una tendencia a que disminuya el porcentaje de quienes se sienten sólo vascos.
 
Gráfico 3.
 
Es también importante destacar que, aunque los sentimientos de identidad son bastante distintos en las tres provincias vascas, en todas ellas son mayoritarios quienes se sienten a la vez vascos y españoles (gráfico 4).
 
Gráfico 4.
 
El sentimiento de identidad compartida resulta muy predominante en las tres capitales vascas, mientras que la identidad exclusivamente vasca alcanza su mayor porcentaje en los municipios más pequeños (gráfico 5). Sin embargo, aún en éstos es mayor el porcentaje de quienes se sienten a la vez vascos y españoles.
 
Gráfico 5.
 
Resulta también interesante analizar el sentimiento de identidad de los electores de los distintos partidos. La encuesta que nos permite hacerlo se basa en el voto en las elecciones generales del 2000, a las que no se presentó Batasuna, por lo que no tenemos datos acerca de sus electores, que sin duda presentan el porcentaje más alto de identidad exclusivamente vasca. De los demás partidos, EA es el único entre cuyos electores predomina, aunque sea por escaso margen, la identidad exclusivamente vasca, que sólo asume el 40 % de los electores del PNV (gráfico 6). Como era de suponer, la identidad compartida predomina ampliamente entre los electores del PP, del PSOE e incluso de IU. Pero quizá lo más importante sea constatar que la cuarta parte de los electores del PNV se consideran tan vascos como españoles, lo que muestra hasta qué punto encuentra apoyo este partido en sectores ajenos a la polarización nacionalismo/no nacionalismo.
 
Gráfico 6.

 
Los resultados electorales
 
Esta peculariedad del electorado del PNV ayuda a explicar la aparente paradoja de que, siendo la mayoría de la población no nacionalista según las encuestas del Euskobarómetro, los resultados en las elecciones autonómicas sean siempre favorables a los partidos nacionalistas (gráfico 7).
Gráfico 7.
 
En el gráfico 8 se presentan los resultados de todas las elecciones autonómicas celebradas desde 1980, expuestos de la manera que nos parece más útil para analizarlos desde el punto de vista de la identidad nacional. Para ello los resultados se expresan en porcentaje del censo electoral, no del voto emitido, se suman por un lado los votos de los partidos nacionalistas y por otro los de los no nacionalistas (constitucionalistas), y se cuentan por separado los de IU, debido a su ambigüedad en el tema. Ello permite comprobar que la ventaja de los partidos nacionalistas se ha reducido considerablemente, desde los 25 puntos de 1986  hasta los 9 de 2001, un cambio que no puede explicarse por el ligero aumento del sentimiento no nacionalista y de la identidad vasco-española registrado, como hemos visto, por las encuestas del Euskobarómetro y del Sociómetro Vasco. Lo fundamental parece haber sido la importante movilización electoral que en los últimos años han protagonizado los ciudadanos no nacionalistas.
 
Gráfico 8
 
 Las actitudes ante la independencia
 
Una de las conclusiones más notables que se extraen de los sondeos de opinión vascos es que no existe una actitud bien definida respecto al tema de una eventual independencia. Desde hace más de una década la respuesta favorita de los encuestados es que la apoyarían o no “según las circunstancias” (gráfico 9). Con todo, también se observa en los últimos años un ligero aumento de quienes se muestran en desacuerdo con la independencia.
Gráfico 9.
 
Como era de suponer, las actitudes ante la independencia varían mucho de provincia a provincia, pero sólo en una de ellas desaparece la ambigüedad  general: Álava es netamente opuesta a la independencia (Gráfico 10).
 
Gráfico 10.
 
En cuanto a la actitud de los electores de los distintos partidos, hay que destacar el hecho de que los decididamente favorables a la independencia no son mayoritarios ni entre los del PNV ni entre los de EA (gráfico 11). Por los motivos antes citados carecemos de datos acerca del electorado más independentista, el de Batasuna.
 
Gráfico 11.
 
 
Las actitudes ante el terrorismo
 
Muy poca gente muestra en las encuestas un apoyo pleno a ETA. Para alcanzar una estimación realista de la base social del terrorismo es mejor sumar las respuestas “apoyo total” y “justificación crítica” de las series del Euskobarómetro,. Y para precisar el porcentaje de quienes, sin apoyar a ETA, tampoco tienen una actitud rotundamente hostil hacia ella, conviene sumar las respuestas de quienes aprueban sus fines pero rechazan sus medios y las de quienes no encuentran justificación a sus acciones en el presente, pero sí creen que la tenían en el pasado. De acuerdo con esos criterios se  ha elaborado el gráfico 12, en el que se puede comprobar el 60 % de los vascos expresa un rechazo total a ETA. Ese porcentaje fue aumentando desde fines de los años ochenta, se redujo considerablemente durante la tregua de ETA y ha vuelto a elevarse tras su fin. En cuanto al apoyo a ETA, que era superior al 10 % en 1981, ha descendido radicalmente desde entonces.
Gráfico  12.
 
La conclusión de que el rechazo total hacia ETA es compartido por un 60 % de los vascos se ve confirmada por los resultados de una encuesta del CIS de comienzos de 2001, en la que se preguntó por el apoyo a las movilizaciones contra ETA (gráfico 13). Por supuesto es posible estar muy en contra de  ETA y creer sin embargo que las manifestaciones populares contra ella resultan contraproducentes, pero creemos que en general el apoyo a dichas manifestaciones representa un índice bastante adecuado del rechazo activo a ETA. Por ello no es aventurado concluir que ese rechazo activo es compartido por la mayoría de los electores de todos los partidos democráticos, aunque por un margen no muy amplio en el caso de EA.
 
Gráfico 13
 
El gran interrogante de hoy es cuál será la reacción de la sociedad vasca ante la ilegalización de Batasuna, el componente político principal del entramado etarra. No se dispone todavía de encuestas en las que basar una apreciación, pero no parece excesivamente aventurado afirmar, a la luz de lo anteriormente expuesto, que a medio plazo una amplia mayoría de la sociedad vasca, incluida la nacionalista, se sentirá satisfecha de la medida tomada, si ésta contribuye eficazmente a poner fin al clima de amedrentamiento que hoy se vive.