Irán v. Arabia Saudí: sus guerras proxy se propagan en el mundo musulmán
por Peter Brookes, 14 de mayo de 2007
(Publicado en The Heritage Foundation, 7 de mayo de 2007)
Insurgencia suní, violencia sectaria suní-chiíta, terror de al Qaeda - Irak no necesita más problemas. Pero sí tiene un problema que demasiado a menudo se pasa por alto: Rápidamente se está convirtiendo en el más reciente campo de batalla de la guerra proxy entre los poderes en ascenso de Oriente Próximo, Arabia Saudí e Irán.
Los saudíes son (en su mayoría) árabe-suníes mientras que los iraníes son (en gran parte) persas chiítas - y cada uno busca dominar Oriente Próximo y liderar al mundo musulmán. Su creciente rivalidad es un factor muy importante, no sólo en Irak sino también en el Líbano, los territorios palestinos y hasta en Sudán.
Ø En el Líbano, Arabia Saudí respalda al gobierno del primer ministro Fuad Siniora. Irán respalda al Hizbolá chiíta, que ha buscado derrocar desde el fin de la guerra con Israel el verano pasado al gobierno elegido democráticamente.
Ø En los territorios palestinos, tanto Irán como Arabia Saudí están cortejando a Hamás. Mientras que Teherán ha apoyado durante mucho tiempo a Hamás contra Israel, Riad se coló en la tarjetita de baile de Hamás al negociar un acuerdo político entre Hamás y al Fatah en la Meca.
Ø Los saudíes recientemente intervinieron para ayudar a que se firmase un acuerdo de paz entre Sudán y el vecino Chad. Se anotaron puntos por preservar la paz dentro del islam suní, pero probablemente también desean lograr que Jartum ponga fin al patrocinio iraní en la conversión de jóvenes sudaneses suníes al chiísmo.
Pero Irak es la principal zona de peligro. El régimen iraní busca 2 cosas básicas allí: 1) Una derrota ignominiosa de Estados Unidos que desemboque en una retirada de las tropas americanas, si fuera posible de la región; y 2) La instauración de un gobierno iraquí, dominados por los chiítas y que fuera pro iraní.
Teherán ha estado ganándose a políticos y clçerigos chiítas, por lo menos desde que empezó la guerra. El incendiario clérigo antiamericano Muqtada al Sadr es un buen ejemplo de alguien que, de forma creciente, está bajo la influencia de los persas.
Pero no todos los chiítas iraquíes sienten empatía por la intromisión iraní. También hay una diferencia étnica (árabe v. persa) así como amargos recuerdos de la guerra Irán-Irak que sucedió entre 1980 y 1988. Y muchos chiítas iraquíes aborrecen el agresivo modelo de chiísmo que pregonan los iraníes.
Y sin embargo, la supervivencia supera otros temas y Teherán ha ganado terreno suminstrando armas, dinero y entrenamiento a las milicias que a veces parecían la mejor esperanza de que los chiítas iraquíes, especialmente los pobres, resistieran los ataques de insurgentes suníes y suicidas de al Qaeda.
Los saudíes, en cambio, apoyan en gran medida a sus congéneres suníes en Irak - con la importante excepción de al Qaeda y los insurgentes. Sobre todo, quieren prevenir que Irak caiga bajo dominio de Teherán. Uno de sus grandes temores es que la violencia sectaria pueda ir más allá de las fronteras iraquíes y llegue hasta Arabia Saudí - incitando problemas con la minoría chiíta de Arabia Saudí.
Riad no está muy contento con el progreso americano en Irak; recientemente ha empezado a tomar cartas en el asunto de forma discreta. En lugares como Anbar, se ha estado recibiendo apoyo saudí de forma encubierta, allí las fuerzas tribales suníes están siendo repotenciadas.
Felizmente, aunque ese apoyo está apuntalando la iniciativa americana en general - ya que los suníes de Anbar han estado respondiendo a la fuerte (y aplastantemente foránea) presencia de al Qaeda en la provincia e vez de luchar contra chiítas iraquíes. Pero los saudíes, poco contentos con el ascenso chiíta - y recelosos del mismo - aún siguen negándose a reunirse con el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki, un chiíta, a pesar de repetidas peticiones americanas. Ellos siguen siendo una póliza de seguridad para sus correligionarios iraquíes - un posible contrapeso si los chiítas empiezan con una nueva ronda de violencia sectaria o si en un futuro, Irán consigue instalar un gobierno títere en Irak.
De hecho, un consejero del gobierno saudí escribió un editorial en el otoño pasado que avisaba de una masiva intervención saudí para detener a las milicias chiítas apoyadas por Irán para que no asesinaran a suníes iraquíes si los americanos abandonan Irak. (El gobierno saudí negó la mayor pero el aviso sigue en pie).
Hay mucho odio en esta relación - ambos lados han sido enemigos desde que surgió la República Islámica de Irán después de la revolución de 1979.
Ø En 1987, peregrinos iraníes trataron de incitar divisiones sectarias durante el peregrinaje a la Meca. Las fuerzas de seguridad saudíes mataron a 402 personas.
Ø Se acusó a Irán del atentado a las Torres Khobar en 1996 sucedido en Arabia Saudí y que mató a 19 militares americanos e hirió a casi 400 personas.
Ø Operativos de al Qaeda, que supuestamente están bajo arresto domiciliario en Irán desde poco después de llegar de Afganistán en 2002, probablemente son los que están detrás de los actos terroristas en Arabia Saudí que empezaron en 2003.
Por supuesto que ambos países están gastando miles de millones en modernización miltar; los saudíes gastarán más de 60.000 millones de dólares en los próximos años. Irán está buscando armas nucleares al mismo tiempo que afirman que es con fines pacíficos; ahora los saudíes también van buscando desarrollar su propia energía nuclear con fines pacíficos.
Seguramente, los saudíes y los iraníes se han reunido unas cuantas veces últimamente para tomarse un té y hacer las paces, pero las señales no son buenas. La rivalidad probablemente sólo irá en aumento.
Peter Brookes ha sido Vicesecretario Adjunto de la Secretaría de Defensa de Estados Unidos y asesor del Presidente George W. Bush.
Como alto miembro de la Fundación Heritage, Peter Brookes se encarga de comunicar la posición de la Fundación en temas de política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos, Asia, el Pacífico y de terrorismo a través de diversas apariciones en programas de televisión a nivel nacional e internacional, con entrevistas, investigación de temas específicos, testimonios ante el Congreso de Estados Unidos y conferencias internacionales. Entre sus muchos cargos es actualmente Director del Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.
Como alto miembro de la Fundación Heritage, Peter Brookes se encarga de comunicar la posición de la Fundación en temas de política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos, Asia, el Pacífico y de terrorismo a través de diversas apariciones en programas de televisión a nivel nacional e internacional, con entrevistas, investigación de temas específicos, testimonios ante el Congreso de Estados Unidos y conferencias internacionales. Entre sus muchos cargos es actualmente Director del Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.
©2007 The Heritage Foundation
©2007 Traducido por Miryam Lindberg