Israel: cuestión de civilización
por Óscar Elía Mañú, 8 de octubre de 2023
Tardará mucho Israel en recuperarse del duro golpe del 7 de octubre de 2023.
Duro golpe para la inteligencia israelí, cogida por sorpresa por una operación que incluye cientos de operativos de Hamás y del resto de milicias palestinas, operando en docenas de sitios al mismo tiempo y usando desde drones hasta cohetes o ultraligeros. Es difícil de entender que una operación así haya pasado desapercibida.Duro golpe también desde el punto de vista militar: resulta del todo inadmisible que puestos militares e instalaciones de las IDF en la frontera -pensadas precisamente para evitar algo así- sean tomadas con semejante facilidad, sus soldados arrollados y sus carros exhibidos como trofeos.
Pero sobre todo el golpe más duro es el anímico. Que es el más grave y el de mayor trascendencia. Hay dos problemas morales bajo todos los fallos arriba señalados. El primero: los israelíes parecen haber perdido la cara a las milicias palestinas y su naturaleza diabolica: no ya desde el punto de vista operativo, sino fundamentalmente desde el punto de vista moral. Las atrocidades inhumanas cometidas por los palestinos que hemos visto transmitidas casi en tiempo real (violaciones de chicas jóvenes, mutilaciones de cadáveres, secuestro de niños y bebés) no son algo excepcional, sino que constituyen lo habitual en estos grupos terroristas: la historia de las milicias y los grupos terroristas palestinos es la historia de atrocidad tras atrocidad, y no hay plan de paz que hasta la fecha haya calmado la sed de sangre judía de estas facciones palestinas, esencialmente torturadores. Pero los israelíes parecen haber olvidado esto: el famoso festival musical donde cientos de jóvenes y adolescentes fueron ametrallados -celebrado a cuatro kilómetros de los cuarteles terroristas palestinos- muestra el despiste moral de quienes han olvidado que el mal está al acecho y que será tan cruel como le dejen serlo. Desde 1949,cada vez que los israelíes han olvidado la naturaleza perversa de las milicias palestinas han te ido que recordarlo traumáticamente.
Esto nos lleva al segundo problema moral: el desplome cívico de la sociedad israelí. Uno sólo se relaja ante el mal cuando olvida el bien existe y hay que defenderlo: y en este caso lo bueno es un régimen democrático, tan perfecto o imperfecto como todo régimen democrático. Y con la tendencia propia de todo régimen democrático a autodestruirse. Aquí el problema nos es bien conocido. Como suele afirmar Rafael Bardají, la wokización de la sociedad israelí es el gran problema para su seguridad, o sea, para su existencia misma. La deriva de la agenda política israelí hacia el cambio climático, la proliferación de la cultura LGTBI, el auge del feminismo o el multiculturalismo no salen gratis. Tomemos un ejemplo dramático: hace treinta años, los habitantes de los kibbutzs habrían rechazado, o habrían muerto intentándlo, a los comandos palestinos. Ayer murieron escondidos y pidiendo ayuda a las IDF a traves de las redes sociales. Como europeos.
Esta es la cuestión: la europeización de Israel implica la pérdida de sentido moral de la civilización. Hay varios factores que ayudan a explicar esta desmoralización: algunos propios, como el protagonismo crecientes de una generación que da por hecha la existencia del país, y la desaparición de las que tuvieron que defenderlo; otros factores nos son bien conocidos en otros países, como el bienestar económico traducido en so iedade de la opulencia. Pero en todo caso, hay un desplome de aquellas virtudes cívicas que explican la supervivencia de un país rodeado de enemigos y soportan una civilización: patriotismo, religión, cultura, familia. Las viejas naciones europeas aún pueden permitirse durante un tiempo esta degradación de su propia civilización, pero para Israel implica su destrucción.
En fin, a día de hoy ñlos esfuerzos israelíes se centran, primero, en limpiar y asegurar las zonas ocupadas por las milicias palestinas, y en destruir la infraestructura de retaguardia de Hamas, lo que será cuestión de horas o de días. Segundo, en disuadir a Iran -mastermind de la operación- de abrir otro frente en el norte, a lo que todo indica esta Jezbolah está más que dispuesto, dados los problemas de movilización de tropas regulares que afectan a las IDF. Tercero, llegará el momento de replantearse la estrategia fallida de seguridad, de cambiarla y de construir una política de defensa realista y efectiva.
Pero nada de eso servirá si la deriva moral de la sociedad israelí sigue su marcha hacia los vicios que la debilitan: un Israel posmoderno es inviable, porque una civilización postmoderna es una contradicción en sí misma.