Italia: ¿Renovación o Retroceso?

por Manuel Coma, 24 de diciembre de 2012

(Publicado en La Razón, 23 de diciembre de 2012)

 El gobierno de Monti, estaba destinado a ser un paréntesis todo economía en un país todo política. Lo que está ahora en cuestión es si ha lo sido realmente y con su finalización todo vuelve a las andadas, el incesante carrusel de partidos, con Berlusconi a su cabeza la mayor parte del tiempo, o si las virtualidades políticas de los trece meses de interludio bajo la dirección de Il Professore han cambiado las cosas de forma que quepa esperar que las próximas elecciones legislativas convocadas para febrero por el presidente lleven a reformas los bastante profundas como para que pueda hablarse de una Tercera República.

El gobierno de Super-Mario Monti no salió directamente de unas elecciones pero fue aprobado tanto en el senado como en la cámara baja por mayorías que ningún otro gobierno italiano había conseguido nunca. No salió de los partidos, pero sería injusto pretender que no ha sido democrático. ¿Impuesto por Europa o  por la Sra Merkel? Italia o cualquier otro país se podía haber negado. Sólo tenía que pagar el precio de la negativa, que es el de sus propios pecados económicos. Al fin y al cabo las condiciones para recibir dinero y favores son las mismas que cualquiera que esté en apuros tiene que poner en práctica sin que nadie se las imponga: hacer lo que haga falta, por duro que sea, para salir del hoyo y poder devolver lo prestado.  La coartada europea viene bien al gobierno y se convierte en chivo expiatorio antigubernamental para toda clase de demagogos.
 
No sólo los partidos apoyaron aceptando dejar en suspenso su juego habitual sino también el público italiano recibió con alivio esa suspensión y con esperanza la nueva política económica. Al cabo del año, sin embargo, parece haberse cansado de impuestos y austeridad. Por eso se dice que el próximo gobierno que salga de las urnas tendrá que orientarse más hacia el crecimiento. Como si sanear las cuentas públicas recaudando y recortando no tuviera precisamente ese fin. Como si las delicias del estado de bienestar nos cayeran del cielo, como el maná en el Sinaí.
 
Con esas esperanzas no poco ilusorias, los italianos vuelven a interesarse más por la política que por la economía. La gran incógnita es si Monti se presenta a la cabeza de un nueva alineación, el Tercer Polo, que aglutinaría fuerzas centristas en un intento de romper con la bipolaridad a la italiana, que no consiste en dos partidos, sino en dos constelaciones dirigidas cada una por una fuerza predominante, el centro derechista Pueblo de la Libertad de Berlusconi y el centro izquierdista Partido Democrático que presentaría como candidato a Bersani. La realidad es que ese grupo de centro-centro no pasaría de un tercer lugar y sólo podría gobernar en alianza con el PD. Monti el jueves estaba seguro, el viernes dudaba, el domingo expone lo que sería su programa, pero sólo después de Navidades decidirá. Mientras tanto, Italia en vilo. Y Europa, que no quiere el populismo de Berlusconi y ya tiene bastante con Hollande, también.