La batalla de Alsasua

por Rafael L. Bardají, 6 de noviembre de 2018

No hace falta que recuerde qué pasó ayer porque está en todos los medios: que unos centenares de jóvenes fascistas de izquierdas quisieron boicotear a toda costa el acto de apoyo a la Guardia Civil (y a través de ella a España) convocado por la plataforma España Ciudadana y en el que participaron los tres partidos del llamado bloque constitucionalista.

Si me quiero detener, no obstante, en las reacciones al mismo, porque deja meridianamente de manifiesto no sólo dónde está cada uno en el enfrentamiento y ruptura que buscan los independentistas con España, sino porque refleja muy bien dónde está el origen y la posible salida a este reto para nuestra nación.

Para empezar, el PSOE en boca de su portavoz en el senado se refirió al acto de este domingo como “una provocación” y acusó a organizadores y participantes de intentar impedir un acomodo con las fuerzas políticas cuyos jóvenes, no lo olvidemos, lanzaban piedras además de insultos contra todos los españoles, envalentonados y sin sufrir consecuencia alguna por sus actos. Pero del partido en el Gobierno que gobierna gracias al apoyo de todos lo enemigos de España, ya no cabe esperar nada. O se hunde, o hunde a España. No hay más disyuntiva.

Por su parte, el nuevo presidente del PP, en permanente precampaña por Andalucía (como si quisiera dejar en la sombra a su candidato regional), dijo que “él ya había estado en Alsasua en junio, sin necesidad de hacer ruido”. Frase que pone de relieve dos grandes males que siguen aquejando al PP. El más banal, el puro tactismo de sus actitudes, porque si ya había estado y el ruido le parece inadecuado, ¿por qué corrió a designar a sus dos representantes en el acto al poco  de saber que Vox sí estaría? Al igual que antes, ya como siempre, para salir en la foto, ese objetivo último de la política española. Más grave me parece, en cualquier caso, su alusión al ruido y el orgullo mostrado de haber visitado la localidad sin provocarlo. Porque refleja que no entiende lo que está pasando y por qué está pasando.

Para explicar la basatunización de Navarra y el asalto de los radicales independentistas a Alsasua  sólo cabe recurrir al abandono de Estado a hacer cumplir la ley y el orden e, incluso, a hacerse presente frente al expansionismo (¿imperialismo?) de los separatistas vascos cuyo pulso a España pasa por doblegar al Estado en el suelo foral de Navarra. Esa dejación es el producto de la pusilanimidad del PP por un lado, y de la complicidad activa del PSOE, por otro. Pero hay que repetirlo alto y claro: el asalto a Navarra no es un fenómeno natural, como la lluvia. Es el producto de la inacción en defensa de la españolidad de Navarra y la continua cesión al separatismo. La expansión del euskera, la tolerancia con la creciente kale borroka, los guiños a los etarras y filoetarras, el abandono de las víctimas… todo eso que en otras épocas se hubiera llamado apaciguamiento o rendición, es de responsabilidad conjunta del PP y del PSOE. Que el primer gran acto de resistencia y de rechazo a esa continuada dejación sea valorado por el nuevo líder del PP como un ruido innecesario sólo puede significar que el PP post-Mariano se parece mucho, en lo malo, al PP de Mariano.

Que la TVE de Podemos titulara en su canales 24h “miles de personas defienden Alsasua del “agravio” de España ciudadana, debería bastar para darse cuenta de que la batalla de Alsasua es la batalla por el futuro de España y que había que estar allí de manera incondicional. Sin delegaciones ni medias tintas. Albert Rivera tuvo su lógico protagonismo; la cúpula de Vox al completo ocupó el espacio que se merece.

Hay quien ha visto en la escenificación de Alsasua la fragmentación de la derecha española. De hecho ha habido en los últimos días un miedo creciente a que la existencia electoral de Ciudadanos, PP y Vox genere una dispersión de votos que vuelva la presencia de Sánchez en la Moncloa algo inevitable. Estas voces se han hecho más sonoras ante las elecciones en Andalucía y la decisión de Vox de presentarse a las mismas. Yo creo que son erróneas en el mejor de los casos, o malintencionadas en el peor de ellos. Por varias razones básicas. Para empezar desde el punto de vista electoral, si hacemos caso a todas las encuestas, lo que aparece en España son dos grandes bloques, izquierda y centro y derecha, donde apenas se producen intercambios de votos. Lo que si se dan son trasvases entre los partidos de cada bloque. Pero hay algo más básico, sin VOX el instinto reflejo del PP es asumir las posiciones de Ciudadanos y éstos, la de una socialdemocracia tradicional. Esto es, sin un referente conservador, la tentación es siempre la de moverse a la izquierda. Y habida cuenta de que la izquierda en España es anti-española, esa tentación sólo puede conducir al derrumbe nacional. Como estamos viendo en Alsasua. Obviamente, VOX tiene la vocación de llegar a las instituciones pero incluso sin estar todavía en ellas, ha logrado definir gran parte de la agenda política y servir de referente para medir dónde está cada uno. Sólo por eso se debería ayudar a su crecimiento. En tercer lugar, habida la correlación de fuerzas entre ambos bloques, quienes sí resultan decisivos son los separatistas, como hemos sufrido con la ascensión de Sánchez a la presidencia. Y precisamente por eso, que tenga representación una fuerza como VOX, en lucha abierta e inequívoca contra el separatismo y en favor de la unidad de España es vital e imprescindible. Lejos de dar teniendo, VOX es una fuente de esperanza para todos los que amamos España y estamos hartos del conchabeo de los partidos que hemos tenido hasta ahora.

Una última reflexión, triste. Comprobar una vez más que las plataformas cívicas son, en realidad, instrumentos al servicio de los partidos políticos, cuando no instituciones fantasmas de los mismos. No quiero quitarles los méritos que se merece España Ciudadana, pero no podía dejar de hacer constancia a ese mal causado por la partitocracia salida del régimen del 78 y que ha axfisiado y anulado cualquier atisbo de sociedad civil en España. Ojalá empecemos a cambiar también en esto.