La Frontera Invisible: el Conflicto de Darfur

por Santiago Tazón, 31 de julio de 2004

Hay fronteras no marcadas que pueden dividir más que las trazadas y defendidas. Una gran frontera invisible cruza África de lado a lado, separando un norte árabe e islámico de un sur negro y cristiano o animista.  Para muchos, esa frontera dividía los amos de los esclavos lo que hace difícil la convivencia sobre todo si han de seguir viviendo postrados y sin derechos. Sudán es uno de los países paradigmáticos de esa frontera invisible y arrastra veinte años de guerra civil motivados por esa fractura no mostrada en los mapas. 
 
A principios de este año existía un importante acercamiento entre el SPLM/A (Ejército/Movimiento Popular de Liberación de Sudán) y el Gobierno de Sudán del NIF (Frente Nacional Islámico). Se estaba alcanzando el acuerdo de paz, además se contaba con el apoyo al mismo de los Estados Unidos. Pero esa inminencia del acuerdo fue la que convenció a algunos participantes de que había que conseguir cambiar las cosas antes del acuerdo, para poder poner sobre la mesa situaciones de hecho irreversibles y tener una posición negociadora más fuerte.  Se desató la violencia, sobre todo en el oeste, en Darfur. con el levantamiento armado de los dos grupos rebeldes (SPLA/M y JEM) y las milicias árabes que combaten a los rebeldes y a toda la población negra.  Las políticas de “arabización” habían conseguido un Sudán más árabe e islámico, con asentamientos de tribus árabes dónde antes vivían sólo tribus no árabes. Pero en Darfur las tribus negras de las etnias Fur, Zaghawa y Massaleet seguían resistiendo la “arabización”.
 
La población en Darfur está dividida entre tribus nómadas árabes de tradición ganadera y tribus negras sedentarias que viven de la agricultura. Más allá de la clave étnica, también existe un conflicto económico de fondo, una disputa por el control de los recursos naturales. La tensión en la zona ha ido en aumento al decrecer la disponibilidad de agua y tierras fértiles. En las últimas dos décadas la zona se ha ido desertizando cada vez más y la población se ha duplicado. En Darfur siempre había habido conflictos por los pastos y el agua. Estos conflictos se resolvían de manera violenta en la mayoría de los casos pero esta vez, estos conflictos fueron tomados como punto de partida para una operación masiva y concienzuda de limpieza étnica a cargo de las milicias Janjaweed con el patrocinio no reconocido pero evidente del Gobierno de Sudán.
 
Las milicias Janjaweed -que significa “jinetes armados”- han desarrollado una forma de operar que los caracteriza por su extrema crueldad. Practican una estrategia de tierra quemada para que los supervivientes no se planteen regresar a esa zona: quemar sus casas, saquear sus pertenencias, violar a las mujeres, mutilar y matar a los hombres. Desean forzar a las tribus negras a abandonar los pozos de agua y los pastos. Las milicias están compuestas por unos miles de hombres de las tribus árabes, armados con rifles automáticos AK-47, cabalgando a lomos de caballos y camellos enfundados en sus ropas tradicionales de estilo beduino. El apoyo del Gobierno de Sudán, sosteniendo y armando a estas milicias, podría ponerse en duda si no fueran sus ataques precedidos en muchos casos por bombardeos de aviones militares de Sudán. Se han empleado aviones Antonov-12 para bombardear las aldeas de Darfur con bombas de fragmentación.
 
El conflicto de Darfur lleva provocados un millón de refugiados, de los cuales unos 100.000 han cruzado la frontera con Chad, en la que es ya la catástrofe humanitaria más grave del siglo XXI.