La prisión más grande del mundo: minas antipersonas, muros, REGs y el papel de la ONU en el Sáhara Occidental
por Joanna C. Allan y Pablo San Martín, 17 de abril de 2007
En el invierno de 1975, varios miles de refugiados saharauis se agruparon en Um Dreiga, huyendo del avance de las tropas marroquíes y mauritanas. España había abandonado precipitadamente su colonia en el Sáhara Occidental sin organizar el referéndum de autodeterminación que la ONU había estado exigiendo durante años. Aprovechándose de la debilidad de España, Marruecos desde el norte y Mauritania desde el sur enviaron a sus ejércitos para ocupar un despoblado territorio habitado por menos de 100.000 saharauis pero con inmensos recursos naturales.
La minas de fosfato de Bucraa están entre las más grandes del mundo y las zonas pesqueras saharianas son sumamente ricas. La ONU se opuso a la ocupación pero no hizo nada por prevenirla y el movimiento de liberación saharaui, el Frente Polisario, no fue capaz de detener a sus muchos más poderosos vecinos expansionistas. En pocos meses, miles de saharauis fueron asesinados o desaparecieron y aproximadamente la mitad de la población se vio desplazada bajo la mirada indiferente de la comunidad internacional.
En las profundidades del desierto y lejos de los principales pueblos y puntos estratégicos, Um Dreiga era uno de los campos en el que los saharauis buscaban refugio durante las primeras semanas de la guerra. Glaiyiha era una de esas personas. Sólo era una niña entonces, sus recuerdos son borrosos pero siempre recordará el día en que los aviones marroquíes bombardearon con napalm, causando la muerte a docenas de refugiados e hiriendo a muchos de los aterrados supervivientes. Glaiyiha tuvo suerte, ella y sus hermanos sobrevivieron. Pero sus padres murieron: Recuerdo que lloré y lloré, sólo sabía que había perdido a mis padres. Los supervivientes de Um Dreiga siguieron en su desesperada fuga a través del desierto. Liman Boicha se acuerda de cómo al oír o ver aviones que se acercaban nos quedábamos congelados como estatuas y apuntábamos nuestros brazos hacia el cielo con la esperanza de que los pilotos marroquíes nos tomaran por árboles. Y funcionó. Pero los aterrados saharauis pronto descubrirían que el cielo no era lo único que debían temer. Semanas después de la masacre de Um Dreiga, Glaiyiha pisó una mina. Perdió una pierna. Todo sucedió a comienzos de 1976.
30 años después, en marzo de 2006, un saharaui de 18 años llamado Omar pisó una mina a unos cientos de kilómetros al norte de Um Dreiga y perdió parte de una pierna. Las historias de Glaiyiha y Omar están separadas por tres décadas de conflicto en el que el Sáhara Occidental se ha convertido en uno de los 10 países con la más alta concentración de minas terrestres en el mundo. Por el año 1982, el Frente Polisario había conseguido ganar la guerra contra Mauritania en el sur y tenía el control efectivo sobre la mayor parte del territorio inicialmente ocupado por Marruecos. Marruecos sólo tenía control total sobre el llamado triángulo útil que es donde se encuentran las minas de fosfato. Fue entonces cuando Marruecos diseñó una nueva estrategia para ampliar su control sobre una parte mayor del territorio. Entre 1982 y 1987, las fuerzas armadas marroquíes levantaron 6 muros militares: más de 2700 kilómetros de estructuras defensivas de 3 a 4 metros de altura. Están compuestas de arena y piedras así como de un sistema de trincheras antitanques; están defendidas por más de 130.000 soldados estacionados a lo largo de todo el muro. Un elemento defensivo adicional es la existencia de campos de minas posicionados en la parte delantera de los muros y en toda su longitud. El área comprendida entre los 6 muros actualmente permanece bajo control marroquí mientras que el territorio al este de los muros lo administra el Frente Polisario. El Frente también se encarga de los campos de refugiados en Tinduf, Algeria, donde viven 165.000 saharauis. El muro del Sáhara Occidental es mucho más largo que el muro palestino o el de la frontera México-Estados Unidos, que tanta atención han concitado en los medios de comunicación. Actualmente, es en realidad, el muro militar en activo más largo del mundo, pero también el menos conocido.
Omar perdió su pierna tratando de cruzar el muro. Al igual que Glaiyiha estaba escapando de la represión marroquí. Había nacido en El Aaiún en el año 1988. A la edad de 15 años fue detenido por primera vez por la policía marroquí por haber participado en una manifestación nacionalista exigiendo la autodeterminación del Sáhara Occidental. He sufrido mucho... éramos 75 detenidos en una pequeña celda, teníamos que turnarnos para dormir en el aseo porque no había suficiente espacio. Con algunos amigos, administraba un taller clandestino a las afueras de El Aaiún donde confeccionaba banderas saharauis. Pero descubrieron el taller y lo destruyeron. Omar fue detenido una vez más y lo sentenciaron a 2 meses de prisión. Como advertencia, la policía secreta marroquí visitó el hogar de su familia y lo saqueó. Cuando salió en libertad, Omar decidió escapar de los territorios ocupados: Lo que más me afectó fue la destrucción de mi casa; tenía que escapar para salvar a mis padres. Un guía le mostró una sección del muro entre 2 guarniciones marroquíes, de no más de 500 metros de ancho por la que era posible pasar en una noche oscura. Omar había informado a su familia en el campo de refugiados y su tío Mohamed y algunos soldados del Polisario estaban esperándole escondidos en el otro lado. Omar sorteó el muro pero pisó una mina a los pocos segundos. Cuando oí la explosión pensé que estaría muerto recuerda Mohamed, corrimos en la oscuridad hasta que lo encontramos, inconsciente pero aún vivo. Omar vive ahora en los campos de refugiados de Tinduf. 30 años después de la llegada de Glaiyiha, el éxodo continúa. Y la intifada saharaui también sigue adelante en El Aaiún bajo la mirada indiferente de la comunidad internacional.
Según el comandante saharaui Habuha Braica, coordinador de minas del Frente Polisario, hay aproximadamente 7 millones de minas terrestres, aunque algunos estudios elevan la cifra hasta los 10 millones. Tomando en consideración que la población saharaui no pasa de 300.000 personas, hay 20 minas por cada saharaui aclara Boybat Cheikh, presidente de la Campaña Saharaui para la Prohibición de las Minas antipersona, una ONG situada en los campos de refugiados saharauis. Un problema añadido son los restos explosivos de guerra (REGs, también llamados UXOs, artillería sin explotar) como por ejemplo, bombas de racimo sin explotar. La Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental, (MINURSO) que ha vigilado el alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario desde 1991, estima en su página web que 100.000 kilómetros cuadrados de un total de 266.000, esto es casi el 40% del Sáhara Occidental, están afectados por las minas antipersona y la artillería sin explotar. Muchos de los campos de minas están en zonas que rodean los 6 muros marroquíes, pero como Daha Bulahi, representante de la Asociación Saharaui de Víctimas de Minas antipersona, explica: todos los puntos estratégicos están sumamente minados, los grandes valles donde se pueden esconder las tropas, los pozos de agua, los cruces de caminos.... La asociación tiene sus oficinas en el Centro Chedid Chreif, que es un centro de rehabilitación autogestionado para víctimas de la guerra y de las minas terrestres en los campos de refugiados donde viven Glaiyiha y 152 saharauis mutilados. Omar ha preferido vivir con su familia pero visita el centro con regularidad. Aunque no hay cifras oficiales, se cuentan por cientos los saharauis mutilados por las minas antipersona en ambos lados del muro.
El verdadero problema es para los civiles, para la población saharaui explica el comandante Braica, No voy a negar que las minas también son un problema importante desde un punto de vista estrictamente militar. Pero, a fin de cuentas, somos profesionales, es parte de nuestro trabajo, asumimos los riesgos y tenemos excelentes especialistas. Los nómadas, los civiles, no: están indefensos. Nuestro trabajo es crear un país liberado donde nuestra gente pueda moverse con toda libertad... y eso no es posible con los millones de minas antipersona y los 6 muros construidos por Marruecos... El Sáhara Occidental es actualmente una enorme prisión. Las partes oriental y occidental del muro no están conectadas. Y en el área ocupada por Marruecos, los muros militares hacen muy difícil la libre movilidad de los saharauis, los muros sólo pueden cruzarse en determinados puntos que son fáciles de controlar. El Sáhara Occidental es la prisión más grande del mundo.
En 1998, el Frente Polisario y Marruecos firmaron los Acuerdos de Houston patrocinados por James Baker, por entonces Enviado Personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental. Después de años de estancamiento, estos acuerdos reactivaron el proceso de paz con el objetivo de identificar a los votantes elegibles para participar en el referéndum de autodeterminación. Más aún, reavivó la llama de la esperanza de poder volver a la patria entre la población saharaui exiliada. En este nuevo contexto de esperanza, Ayuda Popular Noruega (APN) - la organización humanitaria de la Confederación nacional de sindicatos noruegos - desarrolló un programa de educación y alerta de minas antipersonales dentro de los campos como preparación para un eventual regreso de los refugiados al área infestada de minas en 2001. Este programa de alerta cubrió a 90.000 personas y duró 2 años. Pero los refugiados no regresaron como estaba planificado. Marruecos rechazó el censo de la ONU y la resolución del conflicto se pospuso una vez más.
Como explica Boybat Cheik: Cuando el proyecto noruego llegó a su fin sentimos la necesidad de continuar concienciando a la gente sobre el tema y por eso creamos la Campaña Saharaui para la Prohibición de Minas (SCBL, por sus siglas en inglés) en 2001. Los objetivos de esta ONG saharaui son seguir concienciando a la gente sobre los peligros de las minas terrestres, apoyar a las víctimas y promover su integración en la sociedad, crear un taller protésico (que abrirá sus puertas en 2007 con fondos de la Cruz Roja) e instar a la República Saharaui y a las autoridades del Frente Polisario para que se prohíba el uso de minas.
Dentro de ese contexto, las autoridades saharauis decidieron prohibir el uso de minas terrestres antipersonas. Como explica el comandante Braica, la República Saharaui no puede firmar el Tratado de Ottawa (prohibiendo las minas terrestres) debido a que no ha sido reconocido universalmente como estado. Nuestros representantes políticos han expresado en repetidas ocasiones, la voluntad de firmar el tratado si se nos permitiera hacerlo. Por el momento, la única opción que tenemos es firmar el Llamamiento de Ginebra (Geneva Call) para actores no estatales como el Frente Polisario. En noviembre de 2005, Mohammed Lamine Bouhali, ministro de Defensa saharaui firmó la Escritura de Compromiso con el Llamamiento de Ginebra en nombre del Frente Polisario. Esto requiere una prohibición total de minas terrestres antipersonas, incluyendo la destrucción de toda la reserva de existencias. 3 meses después de la firma, coincidiendo con la celebración del 30 aniversario de la creación de la República Saharaui, el Frente Polisario completó la primera fase de la destrucción de sus existencias. Se destruyeron 3321 minas en Tifariti.
Este evento fue recibido con beneplácito por el Secretario General de la ONU en su informe sobre la situación de Sáhara Occidental para el Consejo de Seguridad (S/2006/249, abril 2006). De hecho, fue tan lejos como para afirmar que MINURSO vigiló la operación, lo cual sólo puede describirse como una interpretación muy generosa del papel que habían jugado. El Frente Polisario fue rápido refutando esa afirmación. Como afirmó el comandante Braica, coordinador de minas del Frente Polisario, la operación fue completamente vigilada, administrada y llevada a cabo por ingenieros saharauis y no fue, bajo ninguna circunstancia, supervisada por MINURSO. Ellos sólo participaron como testigos junto con otras organizaciones internacionales como UNMAS, Acción contra Minas (LMA), Llamamiento de Ginebra, [
] y miembros de la Campaña Saharaui para la Prohibición de Minas (SCBL) y el Centro de Víctimas. Una de estas organizaciones invitadas por el Frente Polisario para ser testigos de la destrucción fue Acción contra Minas (LMA) del Reino Unido que en ese momento estaba evaluando la posibilidad de empezar a trabajar en el Sáhara Occidental. LMA es la rama británica de la Campaña Internacional para prohibir las Minas Terrestres (ICBL, por sus siglas en inglés), miembro fundador de la Coalición contra el uso de las Municiones de Racimo y una de las principales organizaciones independientes que trabajan en pro de la eliminación de las minas terrestres y otros restos explosivos de guerra en el mundo entero. El interés de LMA en el Sáhara Occidental había empezado a tomar forma hacía justamente unos pocos meses, después de una reunión en Londres con Danielle Smith (directora de la organización benéfica Sandblast) y un diplomático del Polisario. Después de este contacto inicial, Simon Conway, director de LMA, fue invitado por las autoridades saharauis a visitar los campos de refugiados y las áreas al este del muro.
Como Conway ha remarcado, desde el principio de la implicación de LMA en el territorio, han contado con muy buena asistencia del Frente Polisario y total apoyo político: Cuando por primera vez fuimos allí, conocí al Primer ministro y al ministro de Defensa, y en mi visita más reciente, me reuní con el Presidente, hemos contado con la absoluta y honesta colaboración así como cooperación del Frente Polisario y no se nos ha restringido el acceso a donde quisiéramos desplazarnos. LMA empezó a trabajar en la región en el verano de 2006 llevando a cabo mediciones técnicas para delinear las demarcaciones de las áreas minadas y asegurar las rutas de patrullaje de MINURSO. Aproximadamente el 80% de los fondos en esta primera etapa del proyecto fueron suministrados por el Servicio de Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas (UNMAS), con quien LMA habló durante la sexta reunión de Estados Partes del Tratado de Prohibición de Minas celebrada en Zagreb a finales de noviembre de 2005, después de sus primeros contactos con el Frente Polisario. El resto del dinero lo suministró la Fundación Lady Diana. Este trabajo fue posible gracias a la cooperación y asistencia del Frente Polisario, poder administrativo de facto en el territorio del Sáhara Occidental al este del muro y MINURSO. LMA ha firmado memorandos de entendimiento (MOU) con ambos actores, delimitando los términos de su trabajo así como el apoyo político y logístico ofrecido por ellos. Por ejemplo, los miembros de los equipos de LMA son ingenieros militares saharauis que las autoridades saharauis han acordado desmovilizar temporalmente de las filas del ejército para permitirles trabajar en este proyecto. Por otra parte, MINURSO suministra combustible, agua y otros pertrechos a estos equipos que luego les reembolsan.
En el primer informe al Consejo de Seguridad siguiendo el inicio del proyecto, el Secretario General mostró especial interés por elogiar las actividades de MINURSO respecto al problema de las minas terrestres en el territorio (S/2006/817, octubre 2006). Una vez más, su interpretación parece muy generosa. Por ejemplo, empieza afirmando que MINURSO ha organizado actividades para concienciar sobre las minas a la población en el territorio dando cursos educativos sobre los riesgos de las minas en los campos de refugiados de Tinduf, algo sobre lo que nadie en los campos ha oído hablar. El informe sigue para decir que en cooperación con UNMAS, MINURSO se ha encargado de cartografiar las áreas minadas y sin explotar al igual que el despeje de las áreas, en principio al este de la berma, pero con el potencial de seguir hasta otras áreas. Se firmó un acuerdo entre la ONU y LMA (...) en abril de 2006. El personal de LMA llegó a Tifariti en agosto y empezó a capacitar a una ONG local.
El acuerdo mencionado se refiere al MOU entre LMA y MINURSO, que establece el crucial apoyo logístico y el apoyo político dado por MINURSO a la organización independiente británica. El MOU firmado entre el Frente Polisario y LMA permitiendo a éste último trabajar en el territorio ni siquiera se menciona y por tanto da una imagen distorsionada que tapa una parte fundamental del panorama general. La secuencia temporal también parece implicar que se contactó a LMA como parte del proyecto de desminado de MINURSO y que se le contrató para que llevara a cabo ciertos trabajos. Sin embargo, las conversaciones respecto a los fondos de UNMAS para la primera etapa del proyecto de LMA sólo empezaron después de que los primeros contactos entre el Frente Polisario y LMA hubieran tenido lugar y que la valoración preliminar ya se hubiese producido. Los fondos de UNMAS fueron esenciales para la primera etapa del proyecto pero no han seguido aportándolos en la segunda etapa recientemente iniciada, que ha pasado de mediciones a despeje de minas. La fase actual está financiada principalmente por el gobierno noruego (con apoyo material del gobierno alemán). Además, los miembros de la ONG local sólo pueden ser los ingenieros del Ejército de Liberación Saharaui, temporalmente fuera de las filas del ejército gracias a que el gobierno saharaui les permite trabajar como saharauis independientes con la organización británica.
No puede caber ninguna duda de que la cooperación y el apoyo de MINURSO a LMA han sido absolutamente esenciales para el desarrollo y la puesta en marcha del proyecto. De hecho, una parte importante del trabajo de LMA hasta ahora ha sido asegurar las rutas de patrullaje de MINURSO en las áreas al este del muro, esto es, en el área bajo el control del Polisario. Como remarca el director de LMA, estamos trabajando en apoyo directo de MINURSO y no creo que pudiéramos ser capaces de trabajar sin el apoyo de MINURSO (...) Estamos trabajando muy estrechamente juntos, dependemos de ellos, [y] contamos con el apoyo político de la ONU. Es obvio que MINURSO, después de más de 15 años de presencia en uno de los territorios más contaminados del mundo por las minas y los restos explosivos de guerra, marcado por una crónica falta de interés, parece que ahora está adoptando un enfoque más proactivo al problema, algo que debería ser bien recibido y que debería alentarse.
Sin embargo, es completamente justo hacer hincapié en que LMA no es actualmente un contratista de MINURSO (ni tampoco de ninguna otra agencia de la ONU). Además, sus actuales actividades no tienen su origen en ninguna iniciativa de la ONU sino que se dieron gracias a los contactos iniciales entre dos ONGs británicas, LMA y Sandblast, con el Frente Polisario y también debido a la actitud positiva del Frente. Pero la crucial cooperación y el apoyo del Polisario siempre han sido totalmente pasados por alto en las narrativas del anterior Secretario General. No obstante, en el terreno, los dedicados funcionarios de la ONU tienen una imagen más clara de lo que es y no es posible hacer con el actual mandato, acuerdos militares, fondos y apoyo político, y reconocen que, en líneas generales, están obligados a establecer contactos y buscar acuerdos con las partes para desarrollar cualquier tipo de actividad extensa y sistemática. La iniciativa, o por lo menos la luz verde, corresponde finalmente a las dos fuerzas administrativas de facto en el territorio: Marruecos al oeste del muro y el Frente Polisario al este del muro, sin cuya aprobación no se pueden llevar a cabo actividades de largo alcance en las áreas bajo su respectivo control. En efecto, lo que establece el Acuerdo Militar No.3, firmado el 12 de marzo de 1999 entre MINURSO y las dos partes es precisamente la necesidad y la voluntad de esa cooperación entre MINURSO y las partes.
Por tanto, y sin minusvalorar el papel crucial y esencial de MINURSO, el elemento clave que hay que tomar en consideración es la actitud completamente diferente que las dos partes tienen respecto al problema de la minas terrestres. Mientras que Marruecos todavía no ha firmado Tratado de Ottawa prohibiendo las minas terrestres, el Frente Polisario ha firmado el Llamamiento de Ginebra y ya ha llevado a cabo las dos primeras fases de la destrucción de sus reservas de minas terrestres antipersona (en febrero de 2006 y 2007, destruyendo una total de 6642 minas). Mientras, hasta ahora mismo, a ninguna organización internacional independiente se le ha permitido trabajar en la medición, el marcado y el despeje de minas de las áreas bajo control marroquí; LMA está trabajando en áreas bajo control del Polisario, recibe total apoyo político y logístico de las autoridades saharauis y se le permite trabajar y moverse con independencia.
La política estilo mercadillo de Rabat, regateando y chantajeando por el problema de las minas terrestres, la manifestó con unas palabras muy claras en noviembre de 2005 en la sexta reunión de Estados Partes del Tratado de Prohibición de Minas, Zohour Alaoui, director del Departamento de la ONU y Organizaciones Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Marruecos. En su declaración para explicar el rechazo marroquí a firmar el tratado, dijo abiertamente que adherirse formalmente al Tratado de Ottawa es un objetivo estratégico. La consecución de este objetivo está íntimamente ligada a la preservación de su integridad territorial y a la protección de su seguridad nacional. Este impedimento provisional desaparecerá tan pronto como se alcance una solución política definitiva y mutuamente aceptable. En otras palabras, mientras que la ocupación marroquí del Sáhara Occidental no sea legitimada por la comunidad internacional, Rabat no se adherirá formalmente a los tratados internacionales prohibiendo el uso de minas terrestres. A pesar de ello, las actividades iniciadas en el área bajo control del Frente Polisario están provocando una presión creciente a Rabat, especialmente ahora que están poniendo todo su peso diplomático para promocionar internacionalmente una solución política al conflicto en la forma de un plan de autonomía que excluya la opción de la independencia. En este contexto de cruzada diplomática, Rabat ha afirmado que el Ejército Real marroquí ha iniciado recientemente algunas operaciones de despeje de minas a gran escala en las áreas bajo su control.
Esta oportuna iniciativa, no obstante, parece muy sospechosa a la luz de los renovados esfuerzos militares marroquíes en el área, sus trabajos de construcción y fortificación cada vez más grandes así como los recientes movimientos del Ejército Real marroquí a lo largo del muro. Algunas fuentes militares y de inteligencia de los saharauis van tan lejos como para sugerir que el Ejército marroquí podría estar poniendo nuevas minas a lo largo de la zona exterior del muro. Un alto militar saharaui da un ejemplo: hace poco hemos encontrado 3 minas fabricadas en 2001 a las afueras del muro... y le puedo garantizar que nosotros no las pusimos allí... Estamos investigando el asunto, pero si se confirma que han sido puestas por Marruecos - y hago hincapié en que nosotros no las pusimos allí - ésta sería una grave violación del alto el fuego. Estas tres minas son de un tipo que nunca se había usado previamente en el Sáhara Occidental.
Este mes, el Consejo de Seguridad de la ONU se volverá a reunir para hablar, y previsiblemente renovar por 6 meses, su misión en el Sáhara Occidental y para que el nuevo Secretario General de la ONU dé su primer informe sobre el tema. El creciente papel de MINURSO en el problema de las minas terrestres debería ser reconocido de forma muy positiva y es de esperar que el éxito de las actuales actividades de LMA, en estrecha colaboración con MINURSO y el Frente Polisario, aliente al Consejo de Seguridad y países y organizaciones donantes para apoyar la continuación y expansión de las actividades tanto política como económicamente. Hay mucho que se puede y se debe hacer en el futuro para lograr que el Sáhara Occidental sea un lugar más seguro para vivir. Pero es también hora de reconocer el papel proactivo, constructivo y crucial que el Frente Polisario ha desempeñado en este campo, contrariamente a la actitud dudosa, por no decir de chantaje activo contra la comunidad internacional, llevada a cabo por Rabat. Es hora de denunciar que Rabat no ha firmado el Tratado de Ottawa. Y cuando decimos que es necesario extender las actividades, no nos referimos a afirmaciones de una de las partes sobre actividades presuntamente llevadas a cabo de forma unilateral y sin verificar independientemente, sino que hablamos de la presencia de organizaciones internacionales en áreas al oeste del muro que puedan trabajar independientemente en las mismas condiciones y con la misma libertad de movimiento de las que disfrutan al este del muro.
Cuando se observa el conflicto del Sáhara Occidental desde 1991, uno se queda con la clara impresión de que sólo una de las partes enfrentadas cede, mientras que sólo la otra se ve recompensada en la ONU. Ha llegado el momento de que esta dinámica cambie si la comunidad internacional no quiere ser testigo muy pronto de un peligroso deterioro de la situación en la región. Éste es el momento de que la ONU deje de mirar con indiferencia al Sáhara Occidental. La comunidad internacional también debería entender que el statu quo no es una solución. El principal objetivo de la presencia de la ONU en el territorio no es vigilar indefinidamente un alto el fuego que no lleva a ninguna parte, desarrollar actividades para despejar minas o administrar un programa humanitario de visitas familiares. Aunque importantes, estas actividades por sí mismas no justifican la presencia de MINURSO en el territorio si no están subordinadas a un empeño renovado de garantizar la descolonización definitiva del territorio, según los planes existentes y la Carta de la ONU. Es hora de que la ONU organice un referéndum de autodeterminación o que admita un fracaso más y se vaya.
©2007 Traducido por Miryam Lindberg