Libia, la Guerra de Zapatero

por Enrique Navarro, 24 de marzo de 2011

Por decirlo claramente desde el principio: la decisión del gobierno de Zapatero de participar en el ataque a Libia constituye un atentado a principios básicos de la convivencia internacional, por no hablar de la legalidad internacional básica: la decisión, tomada entre países árabes y occidentales con la connivencia de Irán y Siria, supone a mi juicio una flagrante violación de las normas del derecho internacional, por no hablar de las de la moralidad.
 
Que Gadafi es un dictador que masacra a su pueblo no se pone en duda, y que merece ser puesto ante un tribunal internacional es una cuestión moral. Pero la lista de los que están en su situación podría ser muy extensa. Hay al menos una docena de dictadores que masacran a sus pueblos con mucha más violencia que Gadafi; es lo que ocurre en Zimbawe o en Myanmar, por poner dos ejemplos. Pero de ahí no se deduce la obligación de bombardear esos países; es más, alguno de los países que se abstuvieron en la resolución del Consejo de Seguridad son aliados naturales y arman -como lo hacían hasta hace dos meses a Gadafi- a estas crueles dictaduras, responsables de millones de muertos. Si la violación de los derechos humanos se mide en número de vidas muertas, estos millones destacan frente a las decenas en Libia.
 
La razón por la que Zapatero nos lleva a esta guerra -en la que ya los aliados han matado a mas civiles libios que la propia guerra civil de las últimas semanas-, es la dependencia energética que tenemos de dicho país, y el temor a una inestabilidad que nos obligue as conducir a 50 kilómetros por hora por los miles de kilómetros de autopistas que tenemos en nuestro país .Y por supuesto, la misma razón de Sarkozy; lideres en plena decadencia y con una baja aceptación social optan por envolverse banderas y lanzar al país a una contienda; de prisa y corriendo.
 
Sólo por comparar: antes de la invasión de Irak, Naciones Unidas aprobó más de una decena de resoluciones avisando de las consecuencias que tendría la persistencia en la política agresiva de Saddam contra su pueblo; Saddam masacró a su pueblo y gaseó pueblos enteros, además de haber invadido a sus vecinos y haber amenazado a la comunidad internacional; aquí se ha aprobado una resolución y en la misma semana se ha lanzado un ataque descoordinado sin el necesario mando central, sin logística y sin coordinación; en una carrera de idiota el ultimo, Zapatero no ha querido perder su oportunidad.
 
Aunque se habla de la legalidad internacional, la intervención de las tropas de la alianza de civilizaciones supone una clara injerencia en los asuntos internos de un país que está en una contienda civil: además supone tomar partido por el bando rebelde sin haberle reconocido status internacional. O sea, seguimos reconociendo al régimen de Gadafi, pero lo bombardeamos; y apoyamos a unos rebeles que se han alzado contra su gobierno, de una manera justa, pero como otras muchas guerras civiles en el mundo.
 
Se dice que esta guerra es justa frente a la de Irak que era injusta; pero todo ello está basado en que en el Consejo de Seguridad se ha aprobado una resolución que no ha sido vetada por Rusia y China, que es distinto a que haya sido apoyada. Gadafi no es tan inteligente como Saddam, que pactó con franceses y rusos las grandes concesiones de explotación del petróleo en Irak para garantizarse su inmunidad.
 
Esta acción puede tildarse de legalidad internacional pero no por ello deja de ser inmoral; Nadie tenía compromisos con Gadafi y esa fue su perdición porque automáticamente generó una guerra justa. El dictador debiera haber sido eliminado en los años ochenta, cuando enviaba terroristas a poner bombas en los aviones. Pero ni siquiera actos de esta naturaleza unieron tanto a los aliados frente a Gadafi como la reacción de unos rebeldes en plena crisis política de Europa, de los líderes europeos y de los árabes.
 
Las tropas occidentales han optado por atacar a Gadafi, el mayor activista contra al Qaeda en la región -nuestro auténtico enemigo- optando por unos rebeldes sin causa coherente. Bastaba oír en la radio el otro día al Príncipe Idris afirmar que los rebeldes luchan por la democracia, pero que eso no significa elecciones, porque allí quienes deciden son las tribus. ¿Sabemos en manos de quien vamos a poner nuestro petróleo y gas? No, pero ahora los líderes occidentales no miran a Libia, miran a las encuestas.
 
Así las cosas, ¿cuál es el escenario más probable para Libia a medio plazo? a mi juicio deben contemplarse dos ámbitos, el militar y el político. Respecto al primero, no ha habido conflicto reciente, en los últimos sesenta años, que no se haya iniciado con un ataque aéreo y que no haya concluido con una intervención militar terrestre. Durante diez años, Irak estuvo sometido a una zona de exclusión aérea para proteger a kurdos y chiítas, y durante esos diez años miles de iraquíes fueron asesinados por Saddam. El grueso de las fuerzas militares de Gadafi está intacto, ya que su destrucción no es objetivo de la resolución. El efecto más probable será -al equilibrar las fuerzas entre los bandos- un recrudecimiento de la guerra, mas muerte y mas destrucción; la inestabilidad va a continuar y lo malo es que su incidencia en la región y en el suministro energético será creciente y duradera. Y si Gadafi no es un objetivo de la misión, yo apostaría por unos meses de conflicto o la eliminación de los rebeldes; no sorprendería ver pactar a unas tribus contra otras con Gadafi el año que viene en Trípoli, y dentro de unos años nuevamente recibiendo en las jaimas a los mandatarios de los países europeos.
 
Respecto al político, en España, la falta de coordinación aliada y las limitaciones de la resolución pueden llevar a Zapatero a un escenario de tener tropas en combate en pleno periodo electoral; y no parece que le vaya a reportar votos en las urnas, porque es principio casi general que la misión, una semana después, se convierte en un lastre para los países de la alianza. La participación de España en esta guerra injusta -como poco a poco se irá viendo- supone una violación flagrante de la moralidad internacional. Considerar que cinco países dan a una guerra el carácter de legal o alegal es absurdo; no hay guerras legales o ilegales, solo hay guerras necesarias e innecesarias y esta es una de estas últimas; y si es innecesaria es inmoral, por muchas resoluciones que la soporten.
 
Desde el punto de vista militar, no hay ni siquiera conflicto asimétrico; la superioridad del ejército de la alianza de las civilizaciones es abismal. Por una parte los libios tienen carros de combate, baterías de misiles y aviones; los aliados tienen sistemas de de armas de última generación. Un avión es una plataforma a la que alguien debe decirle donde tiene que ir; debe localizar al enemigo y dispararle sin ser disparado; toda esta información proviene de otros sistemas. Libia lo único que puede hacer es volar un avión; pero un misil AMRAAM, a una velocidad cinco veces superior a la de ese avión, puede ser lanzado a 100 kilómetros de distancia del objetivo, perseguirlo y destruirlo sin que el piloto de un MIG o un SU sea capaz de enterarse. Incluso la detección de los radares que dirigen las baterías de misiles se asemeja más a una caseta de feria; no hay nada como que el enemigo guíe tus propias armas. Es exactamente la misma diferencia que existía cuando aparecía la espada de hierro frente a la de bronce.
 
En cualquier caso, los aviones de la coalición pueden destruir un carro o cualquier objetivo que se desee, pero ya sabemos que en el ataque a zonas pobladas es muy fácil errar el tiro y producir victimas colaterales; no descartemos que al primer escándalo comenzaran las voces críticas contra la misión. Por otra parte, los aviones van a tomar partido por el ilegal bando rebelde o por el legal bando gubernamental. ¿O vamos a destruir a ambos ejércitos?
 
Nunca en la historia reciente se lanzo una misión militar con menos planificación y coordinación. Los ataques se están produciendo desde bases de la OTAN en el sur de Italia poniendo a ese país en una situación crítica: los demás nos iremos, pero Italia y Libia seguirán separadas por unas decenas de kilómetros. Por otro lado, Libia seguirá con sus misiles capaces de alcanzar las poblaciones de las islas italianas; cabezas de esos misiles capaces de llevar TNT, cabezas nucleares o armas químicas. Desde el punto de vista militar, o se destruye totalmente al régimen de Gadafi y su potencial militar o Italia estará asumiendo unos riesgos desmesurados de cara al futuro. Por su parte, Obama quiere quitarse el problema de encima, pese a que justificaría los miles de millones gastados en AFRICOM.
 
La participación española
 
La participación española viene en un momento crítico con unos presupuestos insuficientes, con sistemas deficientemente mantenidos, y utilizando unos medios que en algunos casos son inadecuados u obsoletos. Ya que España ha gastado billones en adquirir EF-2000, un avión que tiene como objetivo la superioridad aérea, podíamos haberlos desplegado. Sin embargo, hemos optado por los F-18, que tienen veinte años de antigüedad. Los misiles sidewinder y AMRAAM tienen asimismo decenas de años, y no otorgan la superioridad que podrían otorgar otros misiles como Meteor, Iris-T y Taurus. La clave está en que debido a la falta de fondos se han retrasado las entregas de estos misiles, y apenas tenemos recursos para tener operativos 6 aviones EF 2000, cuyo coste es mucho mayor que el de los F-18.
 
Como avión cisterna seguimos enviando el B707; un avión de 50 años que ha sufrido numerosas averías y que no ha podido ser reemplazado. Teóricamente los nuevos Airbus VIP tendrían esta capacidad, pero parece que no están operativos. Nuestro submarino Tramontana, de la clase Galerna, es un modelo de 30 años que ha sufrido constantes averías y nuestro grupo aeronaval apenas podría participar en una misión a gran escala dado que los créditos de mantenimiento se han reducido en un 50% en tres años. En los tiempos de la tecnología el buen empeño y voluntad de nuestras fuerzas no pueden suplir las carencias de recursos. Nuestros militares no merecen ser maltratados de esta forma, con menores sueldos, menores medios y misiones de más riesgo que otros.
 
Menos mal, se dirá, que tenemos nuestras fragatas F-100, con un radar capaz de controlar todo el tráfico aéreo en un radio de 400 millas. Claro que estas fragatas se compraron en lo que los actuales gestores del ministerio llaman el despilfarro armamentista del gobierno del Partido Popular ¿dónde donde estaríamos si el PP de Aznar no hubiese invertido en nuestras Fuerzas Armadas, si no nos hubiera integrado en la estructura militar de la Alianza Atlántica?
 
A la guerra, en fin, hay que ir con principios, son misiones y objetivos y sobre todo con medios; El Gobierno ha realizado el mayor proceso de reducción del gasto en Defensa de la historia reciente de España, y pretende a la vez que nuestras tropas estén en todos los escenarios y ya de pequeños nos enseñan que soplar y sorber a la vez no es posible. Y entre tanto a gastar medio millo de euros al día sobrevolando Libia con la que está cayendo en nuestro país.
 
El único problema a futuro es que Libia, una vez supere esta crisis, volverá a ingresar 200 millones de dólares diarios para invertir en aviones, misiles de largo alcance, fragatas etc.; ya le vimos levantar el embargo una vez ¿por qué no otra? Ya sabemos lo que hace Gadafi con el dinero: compra industrias, equipos de futbol y se lo gasta en prostitutas, nada que altere notablemente el equilibrio estratégico. Lo que no sabemos es que pueden hacer con ese dinero los rebeldes si, apoyados por Irán o Siria, llegan al poder en Libia. No olvidemos que el islamismo está cada vez están más cerca del corazón de Europa, y con las armas libias en su poder podrán alcanzar Roma, Madrid o Marsella. Quizá en una docena de años lamentaremos no haber buscado soluciones políticas más racionales ahora: el escenario del Mediterráneo va camino de ser muy diferente y peligroso.