Los desafíos de los islamistas "moderados" en algunas revueltas árabes

por Carlos Echeverría Jesús, 19 de diciembre de 2012

 

El que, los calificados por muchos de islamistas “moderados”, estén asumiendo papeles de gran protagonismo en algunos escenarios árabes ha comenzado, como era previsible y antes de lo esperado por los más posibilistas, a plantear graves problemas. El pulso de islamistas en el poder con sectores no islamistas de la población egipcia, la creciente presión islamista en Jordania, el dilema planteado a la Comunidad Internacional por la evolución de la cuestión palestina – y al liderazgo palestino de la OLP en general y de Al Fatah en particular con su reflejo en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ante el reforzamiento de Hamas -, y el agravamiento de la situación para el régimen de Bashar El Assad en Siria, constituyen, todos ellos, escenarios que ya empiezan a aportar lecciones aprendidas sobre cuán preocupante es lo que nos espera en los próximos meses y años.
 
La crisis en Egipto como el ejemplo más emblemático
 
El pulso entre Mohamed Mursi, Presidente islamista de Egipto desde el mes de junio, y la población del país que no se considera islamista, no se ha hecho esperar. Los momentos para mostrar las desavenencias no han faltado, pero estas se han agravado ante las maniobras de Mursi para hacer aprobar una Constitución acorde con su ideología islamista. Aunque no tenía dificultades para ello pues más de dos tercios de la Asamblea Constituyente están en manos de los islamistas de la Hermandad (el 45% de los escaños son de su marca electoral, el Partido de la Libertad y la Justicia, PLJ) y de los salafistas de Al Nur, la forma en que intenta aplicar el “rodillo” ha provocado reacciones. En cualquier caso, lo que ya era previsible de partida – que la nueva Constitución establezca en su borrador actual que el Islam es la religión del Estado y que la Sharía es la fuente principal de derecho – ha salido adelante, y con ello otros contenidos que conllevan una amenaza para las libertades personales de muchos ciudadanos.
 
Mursi ha intentado además en los últimos meses reforzar la figura Presidencial con Declaraciones anejas al borrador de Constitución. Una de las que más ira ha provocado era la que a fines de noviembre blindaba su figura, la de la Asamblea Constituyente y la del Consejo de la Shura (Cámara Alta), dando dos meses más de vida a la primera para que pudiera culminar la farragosa redacción de una nueva Constitución. Aprovechaba además para aprobar dicha Declaración el momento inmediatamente posterior a la culminación el 22 de noviembre de la exitosa mediación del propio Presidente entre Israel y Hamas que posibilitó el alto el fuego en Gaza.
 
No ha sorprendido a los analistas más avezados algo que sí ha asombrado aotros observadores: el hecho de que cuando a fines de noviembre arreciaba la tensión entre Mursi y parte de la clase política y de la sociedad egipcia, aquel movilizara el frente ideológico de su movimiento de siempre – aunque renunciara protocolariamente a su militancia al acceder a la Presidencia - entrando en el debate público Mohamed Badia, líder supremo de unos Hermanos Musulmanes que conservan la contundencia y la eficacia de una organización que ha funcionado durante largas décadas en la clandestinidad. Mursi no olvida que, aunque ganó las elecciones presidenciales en junio, lo hizo con sólo 900.000 votos más que su directo contrincante, Ahmed Shafik, militar y hombre de Mohamed Hosni Mubarak, resultados que demuestran que la sociedad egipcia está polarizada aunque los islamistas tengan el enorme peso que tienen. Es interesante recordar aquí que no hay que olvidar que algunos de los votos que recibió el PLJ entonces fueron prestados por votantes que querían con ello evitar la victoria de Shafik, léase, evitar la continuidad del sistema de Mubarak. Una gran manifestación islamista celebrada en El Cairo el 2 de diciembre servía no sólo para hacer visibles a Hermanos Musulmanes, a salafistas de Al Nur e incluso a seguidores de la otrora terrorista Gama’a Islamiya que a tantas personas asesinó en los noventa, sino también para coaccionar al Tribunal Constitucional evitando que sus jueces pudieran acudir a analizar la legitimidad de la Asamblea Constituyente que había elaborado el proyecto de Constitución.
 
Tal polarización de la sociedad se ha visto tanto en las manifestaciones más visibles, como la susodicha producida en El Cairo, como también en los ataques de egipcios indignados contra sedes del PLJ, producidos incluso en el hervidero islamista de Alejandría. Las movilizaciones en los grandes puntos de fuerte presencia islamista – las ciudades de Suez, Port Said e Ismailiya, junto a la citada Alejandría – son también importantes. Finalmente, y a pesar de las extendidas protestas, la votación se ha producido el 15 de diciembre y el “sí” a una Constitución aprobada por una Asamblea Constituyente de la que se habían ido liberales, izquierdistas y cristianos se ha confirmado.
 
Vemos pues que los islamistas son persistentes, y que su ‘modus operandi’ seguirá generando tensión dentro del país, asumiendo que este planteará cada vez más desafíos en términos regionales, tanto con respecto a Israel como, en términos de influencia, en otros países árabes como por ejemplo en Túnez donde el pulso de EnNahda, en el poder, y de unos salafistas activos en las calles y que ya han visto legalizados cuatro partidos de dicho perfil, muestra un escenario de tensión parecido al egipcio.
 
 
Creciente presión islamista contra el Rey Abdallah II de Jordania
 
El Reino Hachemita de Jordania ha pasado momentos críticos en su joven historia como Estado independiente (desde 1946) – ahí incluiríamos no sólo los momentos posteriores a las sucesivas derrotas en sus guerras convencionales con Israel sino, sobre todo, el desafío de seguridad planteado por las bien armadas milicias palestinas en 1970 que el Rey Hussein hubo de resolver por la fuerza (lo que los palestinos conocen como “el Septiembre Negro”) –, pero la puesta en marcha actualmente de una campaña de presión interna dirigida no ya contra el régimen sino contra la figura del Rey y contra la Familia Real preocupa y con razón dentro y fuera del país. En condiciones normales quizás podría no preocupar tanto, pero la experiencia acumulada por las sucesivas revueltas árabes y el despiste generalizado que están provocando en el mundo, y particularmente en el mundo occidental, podrían dar al traste con la Monarquía Hachemita, y ello, de ocurrir, sería una muy mala noticia tanto para Jordania como para toda la región de Oriente Próximo.
 
Aunque ya se produjeron conatos de revueltas en el invierno de 2011, en el contexto de las que se sucedían en otros escenarios del mundo árabe, Abdallah II, como Mohamed VI o Abdelaziz Buteflika en el Magreb, había sido capaz de enderezar la situación combinando medidas políticas, económicas y de seguridad. El problema ahora es que las protestas vuelven con fuerza desde noviembre, y aunque han utilizado como “excusa” la supresión de las subvenciones estatales para los productos energéticos implantada el 13 de noviembre, los contenidos de las consignas y la virulencia de las protestas muestran que había un peligroso mar de fondo gestándose desde largo tiempo atrás. A la oposición tradicionalmente representada por los Hermanos Musulmanes jordanos, presentes desde hace años en el Parlamento encuadrados en el Frente de Acción Islámica (FAI), se están incorporando ahora y peligrosamente antiguos cuadros civiles y militares del régimen y líderes tribales. Todos ellos conforman el recientemente creado Frente Nacional para la Reforma, herramienta ‘ad hoc’ en la que – como ocurre en el Gobierno de coalición tunecino que agrupa a los islamistas de EnNahda, a los republicanos del Presidente Moncef Marzuki y a los socialdemócratas de Ettakatol – quienes realmente llevan la voz cantante son los islamistas. El peligro es por ello triple pues elementos de los dos pilares fundamentales que durante décadas han sustentado al régimen monárquico – los jefes tribales beduinos, líderes de los verdaderos jordanos pues un creciente porcentaje de la población es de origen palestino, y las Fuerzas Armadas – se unen a la oposición tradicional, motivada y bien organizada como en Egipto y otros escenarios de revueltas exitosas, que está representada por la Hermandad. Aunque el número dos del FAI, Zaki Bani Irsheid, la figura más mediática del grupo, se esfuerza en las entrevistas por aparecen como moderado y por no cuestionar la figura del Jefe del Estado, lo cierto es que la dura campaña de socavamiento de la legitimidad estatal en la que está inmersa su formación cuestiona ‘de facto’ la figura del Monarca.
 
Los Hermanos Musulmanes del FAI, liderados por el jeque Hammam Saeed y que tienen por segundo al susodicho Irsheid, han criticado tradicionalmente la posición conciliadora que en la región ha mantenido Jordania desde que se iniciara el Proceso de Paz para Oriente Medio, en el otoño de 1991 en Madrid, y agudizaron su campaña contra la misma cuando el Rey Hussein convirtió a Jordania en el primer país árabe en seguir la estela de pragmatismo dejada por el por ello asesinado Presidente egipcio Anuar El Sadat. El Tratado de Paz con Israel, firmado en 1994, un año después de que la OLP llegara también a un Acuerdo de Paz con Israel en Oslo, ha venido siendo hasta hoy el caballo de batalla del FAI, y una excusa para estos islamistas para ir haciendo oposición en un país en el que, asumen, el respeto a la figura del Rey está muy extendido y hay por ello que alimentar una hábil y sostenida campaña para mancillarlo. Primero se cebaron con la figura de la Reina Rania, aprovechando también aquí los lamentables cables de ‘Wikileaks’, presentándola como una figura frívola e incluso corrupta y ahondando en su origen palestino, pero ahora se ceban ya de lleno con el Rey.
 
Actualmente, y tras manifestaciones con incidentes el 13 de noviembre en Ammán o el 23 del mismo mes en Mafraq en las que se criticó a Abdallah II, el objetivo principal del FAI es boicotear las elecciones legislativas del próximo enero que, para el Rey, quieren ser presentadas como una herramienta para acelerar las reformas y desviar las corrientes que puedan llevar a revueltas en la línea de lo que hicieron en 2011 Marruecos o Argelia. El telón de fondo de la radicalización inoculada en años recientes por el aprovechamiento del vecino conflicto en Irak, por un lado, y el factor desestabilizador representado ahora por más de 240.000 refugiados sirios en suelo jordano y las perspectivas de futuro en Siria, por otro lado, contribuyen además a alimentar la inquietud en Jordania.
 
Los islamistas de Hamas y la cuestión palestina
 
El Presidente de la ANP, Mahmud Abbas, se retiró de las negociaciones bilaterales con Israel en 2009 para mostrar su rechazo a la política israelí de construcción de asentamientos. Debilitada progresivamente su figura tanto desde las elecciones de enero de 2006 que dieron la victoria a Hamas, y aún más desde la guerra de entre diciembre de 2008 y enero de 2009 entre dicho grupo terrorista e Israel y, por ende, también como consecuencia de los procesos abiertos con las revueltas árabes y con el acelerado reforzamiento de Hamas, la pequeña victoria diplomática de ahora, a fines de noviembre en la Asamblea General de la ONU, se ve eclipsada por la firme actitud israelí y por las consecuencias del llamamiento del propio Abbas a cerrar filas todos los grupos de resistencia palestinos. Dicho llamamiento, que implica buscar el acercamiento a un Hamas que se siente fuerte y que, como buen islamista, no está dispuesto a hacer concesiones, no hará sino alejar cada vez más la propuesta de dos Estados para concluir el conflicto y, con ello, debilitar de forma acelerada al propio Abbas. Aunque hay quien puede considerar que las declaraciones son meras herramientas de las estrategias políticas y que en un momento dado pueden reflejar una creencia firme y en otro meros útiles tácticos para alcanzar ventajas, las declaraciones de los líderes de Hamas en particular – como las de los líderes islamistas de cualquier movimiento en general – son manifestaciones de creencias firmes, expresiones de fe. Por ello bueno es resaltar, por ejemplo, las realizadas por Musa Abu Marzuq, número dos de Hamas, el 29 de noviembre: “La vía de diálogo con Israel ya está cerrada, por lo que todas las facciones palestinas deberían apostar por la resistencia”.
 
Hamas viene en cualquier caso reforzándose conforme pasa el tiempo, y lo hace además cuando a fines de noviembre ha cumplido sus 25 años de existencia: el Movimiento de Resistencia Islámica palestino (Hamas) nació en noviembre de 1987 de la mano del jeque Ahmed Yasin, pocas semanas antes del estallido de la primera Intifada, y sus raíces estaban y están en la Hermandad Musulmana palestina, ramal de la egipcia desde la década de los años treinta del siglo XX. Si Hamas nació como organización “yihadista, nacionalista palestina y musulmana” su brazo armado, las ‘Brigadas Azzedim Al Qassam’ lo hacían en 1991 para dinamitar el Proceso de Paz para Oriente Medio que se había iniciado en septiembre de ese mismo año en Madrid. Ahora, el reforzamiento de Hamas del que hablábamos anteriormente se había puesto de manifiesto cuando en este mismo año logró canjear a 1.200 activistas palestinos por el soldado Gilad Shalit, y en noviembre esa tendencia ha sido aún más evidente con la llegada a Gaza, en visita oficial, del Emir de Qatar quien además traía para el grupo 400 millones de dólares. Tal inyección de fondos permitía a esta superpoblada franja albergar ciertas esperanzas sobre el futuro y a Hamas confirmar su liderazgo en la misma. La visita del Emir Al Thani se producía en medio del enfrentamiento bélico entre Israel y Hamas en el marco de la Operación “Pilar Defensivo”, que tuvo ocho días de duración, la cual terminaría en falso con una sorpresiva tregua que daba de nuevo oxígeno a un Hamas que, por no ser formalmente derrotado, salía victorioso de su pulso con el poderoso Tsahal israelí.
 
Hamas cuenta con entre 20.000 y 25.000 efectivos según diversas fuentes, estando alrededor de la mitad de los mismos asignados a las fuerzas de seguridad de Gaza y el resto a su brazo armado ‘Brigadas Azzedim Al Qassam’. Ahora, lo que Hamas considera una victoria – la fijación de un alto el fuego por Israel a los pocos días de lanzarse la susodicha Operación en el contexto de los últimos enfrentamientos – la fundamenta en su voluntad de luchar hasta el final contra la “entidad sionista” pero también lo hace en el apoyo de algunos de su pocos aliados, en particular de la República Islámica de Irán, a la que grandes carteles agradecen en estas últimas semanas su ayuda en las ciudades y carreteras de Gaza. Por otro lado, la pérdida de su jefe militar, Ahmed Yabari, durante la ofensiva israelí y por un ataque selectivo del Tsahal ejecutado el 14 de noviembre, no es vista como tal sino como el feliz alcance por fin del martirio de dicho hermano que deja tras de sí un importantísimo legado.
 
La importante mejora de Hamas en términos de tecnología bélica es en buena medida achacable al papel de Irán, exactamente igual que ocurre con el caso del Partido de Dios libanés (Hizbollah). Entre dichas mejoras ‘militares’ de Hamas están la agilización de las comunicaciones entre los miembros de las ‘Brigadas Azzedim Al Qassam’, el lanzamiento contra Israel de las diversas generaciones de cohetes por control remoto – desde los tierra-tierra Fajr 3 y 5 iraníes hasta los Kornet anticarro rusos - dando con ello más seguridad a los servidores de dichos sistemas de armas y, finalmente, la mejora de sus herramientas de inteligencia. También presume Hamas de haber unificado su mando de combate de sus ‘Brigadas Azzedim Al Qassam’ con el de las ‘Brigadas Al Qods’ del grupo Yihad Islámica también presente en la franja. Todo ello se habría demostrado durante los enfrentamientos, y seguirá siendo así de continuar recibiendo ayuda de Irán aún cuando las relaciones entre el grupo terrorista y la República Islámica se han enfriado a causa del deterioro de la situación en Siria. En este sentido, el papel de la ‘Sepah Pasdaran’, la Guardia Revolucionaria de Irán, es perceptible tanto en los nuevos sistemas de armas con que cuenta Hamas como en el entrenamiento táctico de los miembros del grupo terrorista. Tal entrenamiento se extiendo a los alrededor de 8.000 miembros de otro grupo terrorista, Yihad Islámica, presente también en la franja y, en este caso, creado directamente en 1980 por la ‘Sepah Pasdaran’. Volviendo a Hamas, su número dos, Mahmud Al Zahar, residente en Gaza, es visto por muchos analistas como el líder del ala más radical del movimiento y quien vincula a la cúpula de la organización tanto con Irán como con el Hizbollah libanés, y ello a pesar de los cambios producidos en las alianzas de Hamas en los últimos meses.
 
Quienes no quieren repetir otra guerra civil palestina, como la que en junio de 2007 terminó con el control de la franja de Gaza por Hamas, apoyan automáticamente la ‘unidad palestina’ por la que abogan Mahmud Abbas y a la que dice coadyuvar el jeque qatarí Al Thani financiando a Hamas, y todo ello sin pararse a pensar en que si esta se produjera tendrían que modificarse muchas cosas: la primera, el tratamiento dado, por ejemplo por la Unión Europea (UE), a un Hamas al que seguimos considerando hasta hoy grupo terrorista.
 
Si ganador sale, o al menos cree salir, Hamas si atendemos a las continuas soflamas de su emisora de radiotelevisión ‘Al Aqsa’, de la forma en que, de momento, se ha resuelto esta última crisis con Israel, ganador sale también Mohamed Mursi, quien presume y es destacado como el artífice de una negociación – incluyendo tanto a Hamas como a Yihad Islámica - que habría evitado la escalada y logrado la tregua iniciada el 21 de noviembre salvando con ello muchas vidas. En esta línea, estaríamos hablando pues de una doble victoria islamista: de Hamas y del PLJ egipcio. De la victoria de Hamas daba fe el 7 de noviembre la triunfal visita a la franja del líder del grupo, Jaled Meshal (alias Abu Al Walid), uno de los hombres más perseguidos por Israel, y que gozó de gran cobertura mediática, se extendió durante tres días y en la que se presumió de contar con garantías egipcias de que Israel no intentaría eliminarlo de la misma forma que eliminó al jeque Yasin el 22 de marzo de 2004. Con tales “garantías” pudo pasearse Meshal por la franja e insistir en su objetivo de “recuperar toda la tierra de Palestina desde el río Jordán hasta el Mediterráneo”, es decir, de destruir a Israel.
 
Dado que en este análisis nos centramos en el islamismo que para algunos puede ser calificado de ‘moderado’ por su vocación institucionalista o por su paso por las urnas, y de ahí que incluyamos la referencia a Hamas, es importante destacar también que en la franja de Gaza existe un importante abanico de grupos islamistas radicales a sumar a este y a Yihad Islámica: estos van desde los yihadistas salafistas de el ‘Ejército de Alá’ o de ‘Tawhid Wal Yihad’, entre otros, hasta los ‘Comités de Resistencia Popular’ que participaron en la captura del soldado Shalit o a los que en algún momento se les han achacado ataques violentos en la Península del Sinaí. Precisamente la existencia de estos grupos yihadistas ha llevado también a algunos despistados a considerar que apoyar a Hamas es la mejor forma de evitar que aquellos se impongan, pobre argumento para justificar lo injustificable. Hamas mientras tanto se refuerza, como lo hace también cuando recibe jugosos fondos saudíes o qataríes en el marco de la estrategia no sólo islamista de ambos regímenes sino también en la de tratar de alejar al Movimiento de Resistencia Islámico palestino de la influencia de Teherán.
 
La presencia islamista en la oposición armada al régimen sirio: flagrantes contradicciones
 
El 28 de noviembre dos coches bomba – uno de ellos conducido por un suicida - estallaban en el barrio de Yaramana, en las afueras de Damasco, matando en el instante a medio centenar de personas e hiriendo a casi cien. Habitado mayoritariamente este barrio por cristianos y por drusos, el ‘modus operandi’ de los terroristas mostraba claramente la autoría yihadista, con un coche que explosionaba primero y el segundo, con el suicida a los mandos, que lo hacía al concentrarse en el lugar los servicios de seguridad y de emergencias. Además, en ese mismo barrio ya se había producido otro atentado, también yihadista, en octubre. Por otro lado, el impacto del conflicto sirio en el vecino Líbano cada vez es mayor, y no sólo en escenarios puntuales como Trípoli: la presencia de cabecillas yihadistas libaneses como Khaled Mahmud en Homs está contribuyendo a alimentar un vínculo permanente de activistas suníes procedentes de Líbano que, además de combatir al régimen de Damasco, también coadyuvan a alimentar las tensiones internas en su país de origen.
 
Sirva esta introducción en clave de actualidad para recordar que el creciente protagonismo de los yihadistas de ‘Al Nushra’ coincide en el tiempo con los reveses militares que está recibiendo el régimen de Damasco – diversas bases militares eran capturadas entre noviembre y diciembre y su sofisticado armamento intervenido y utilizado por los rebeldes –, y ello es así porque la capacidad de este último de gestionar el conflicto parece ser menor, especialmente si la situamos en un contexto en el que Arabia Saudí y Qatar son más osados apoyando a los rebeldes, por un lado, y la Comunidad Internacional más firme en su acoso a Bashar por otro. La reunión del ‘Grupo de Amigos de Siria’, en Marrakech el 12 de noviembre, ha dado el espaldarazo internacional a una oposición siria que va vertebrándose política y militarmente pero no ha resuelto el tema del reforzamiento de los yihadistas en el campo de batalla. Reconocer el liderazgo de un antiguo imam, Ahmed Moaz Al Jatib, como cabeza visible del embrión de ejecutivo alternativo sirio, indica que se acepta sin más el liderazgo de los Hermanos Musulmanes en términos de presente y de futuro, e incluir como han hecho los EEUU a ‘Al Nusra’ en su lista de organizaciones terroristas no debilita a tal grupo en el campo de batalla, ni evitará que este siga beneficiándose de las ayudas en armas y en dinero que van a fluir cada vez con más intensidad ahora, y todo ello mientras este sigue reclutando activistas fuera y cometiendo atroces atentados suicidas sobre el terreno.
 
En este punto no está de más recordar además algunas pinceladas históricas sobre los Hermanos Musulmanes sirios: creado el movimiento, en Alepo en 1935, por Mustafá El Sibai, este trasladó su sede a Damasco en 1944. La Hermandad participó en la lucha contra las fuerzas coloniales francesas y contra Israel, y mostró también su hostilidad a los alauíes – a los que considera no musulmanes – desde que Hafez El Assad se hizo con el poder en 1970. Tras el asesinato de 50 cadetes alauíes en la Academia de Artillería de Alepo, en junio de 1979, el movimiento fue acusado de dicha matanza y la represión se agudizó contra sus miembros. Tras aquella matanza y otros atentados, incluyendo un intento de magnicidio contra el propio Presidente ejecutado por miembros de la Hermandad, el levantamiento islamista en Hama, en febrero de 1982, fue aplastado a sangre y fuego, con entre 13.000 y 30.000 muertos según las fuentes. En adelante y en términos legales la Ley 49/1980, de 1980, condenaba a muerte a todos los militantes del movimiento, huyendo muchos de ellos del país, fundamentalmente a países árabes y europeos incluida España.
 
Como vemos, y a modo de conclusión general, podemos afirmar que la velocidad con la que está cambiando la situación es preocupante tanto en Siria como en los demás escenarios tratados, y la principal de las lecciones aprendidas debería de ser la de no insistir, como se está haciendo por parte de muchos, en adjudicar a determinados actores papeles en términos constructivos que estos ni están ni estarán dispuestos a jugar.