Nueva purga en Irán

por Amir Taheri, 7 de febrero de 2008

Los detractores de adoptar una línea dura contra Irán siempre han argumentado que imponer sanciones (por no mencionar amenazar con acciones militares) refuerza a los elementos más radicales de la República Islámica.
 
La Secretario de Estado Condolizza Rice parece haberse tragado ese argumento. La semana pasada accedía a rebajar las nuevas sanciones que sus consejeros le habían aconsejado contra la República Islámica.
 
Agitando una rama de olivo, Rice también instó a una resolución pacífica del conflicto por las ambiciones nucleares ilícitas de Teherán.
 
Los sucesos dentro de Irán, sin embargo, proporcionan una imagen diferente. El Consejo de los Guardianes de la Constitución, un comité de mulás de 12 integrantes y sus consejeros legales, rechazaba esta semana las solicitudes de casi 4000 hombres y mujeres para presentarse a las elecciones generales del 14 de marzo. Casi todos los aspirantes rechazados pertenecen a los 21 grupos designados por observadores occidentales como 'contrincantes reformistas' del Presidente ultra-radical Mahmoud Ahmadinejad.
 
La lista de los rechazados parece un quién es quién de políticos calificados por muchos en Occidente como 'moderados' que situarían al régimen en un rumbo de menor confrontación.
 
Incluye a individuos que ocuparon cargos públicos bajo los Presidentes Hashemi Rafsanjani y Mohamed Jatami, así como cifras significativas de anteriores miembros de la Asamblea Consultiva Islámica (el Majlis), el sucedáneo de parlamento con 290 escaños montado por el ayatolá Ruholah Jomeini en 1980.
 
En lo que parece una purga masiva, un total de 103 miembros del Majlis actual, críticos de Ahmadinejad todos, también eran declarados 'incapacitados' para su reelección.
Cierto, los denominados reformistas no han propuesto nunca ningún programa de reforma como tal. Rafsanjani pasó la mayor parte de sus ocho años como presidente levantando su imperio empresarial; Jatami pasó su mandato viajando por el mundo y construyéndose su imagen de filósofo aficionado que trabaja por 'un diálogo de civilizaciones'.
 
Más detractores del régimen fueron asesinados o metidos en la cárcel bajo Rafsanjani y Jatami que bajo Ahmadinejad. Y ambos 'reformistas' intentaron exportar la revolución jomeinista a través de agentes y satélites en muchos países musulmanes, especialmente en Oriente Medio.
 
En la práctica, ambos utilizaron también la baza de excluir a los contrincantes de las listas electorales. En el 2004, cuando Jatami era presidente, más de dos tercios de los aspirantes eran invalidados.
 
Lo que distinguía a los dos de Ahmadinejad era su inclinación por el taqiyeh (disimulo) - un viejo truco de los mulás, que han convertido el discurso ambiguo en un refinado arte.
Ahmadinejad, por el contrario, evita el taqiyeh. Lo que sale de su boca procede de su corazón. Cree con firmeza que su variante del Islam se encuentra al borde de la victoria contra el corrupto, débil, gordo y cobarde Occidente encabezado por unos Estados Unidos profundamente divididos.
 
La línea blanda de Occidente ha persuadido hasta la fecha a muchos iraníes de que después de todo, Ahmadinejad podría estar en lo cierto. Lejos de beneficiar a los denominados moderados, la política de guantes de seda (predicada por el zar de la política exterior de la Unión Europea Javier Solana y similares) ha reforzado a los radicales encabezados por Ahmadinejad. Después de todo, el hombre está mirando por encima del hombro a todas las grandes potencias y superpotencias -- y se sale con la suya. ¿Por qué prescindir de un ganador y alinearse con personas que siempre han tenido aspecto de perdedoras?
 
Habiéndose incautado de la presidencia y el Consejo de Ministros que va con ella, el Cuerpo de la Guardia Islámica Revolucionaria está ahora decidido en irrumpir en los demás centros de poder, empezando por el Majlis. Ha puesto a uno de los suyos, el General Reza Afshar, a cargo de organizar las elecciones, con otros oficiales de la Guardia encabezando comisiones electorales por todo el país.
 
'Hasta hace poco solamente querían la mayoría', dice Nasser Abdallahzade, uno de los aspirantes rechazados. 'Ahora quieren cada uno de los escaños”.
 
Incluso en ese caso, Ahmadinejad ha tenido cuidado reduciendo los poderes del Majlis. En una carta difundida la pasada semana, decía al portavoz del Majlis que el sucedáneo de parlamento carece de autoridad para obligar al gobierno a cambiar sus políticas. Es decir, que simplemente existe para dar su aprobación a cada una de las decisiones del ejecutivo.
 
El portavoz, Ghulam-Ali Haddad-Adel, encontró tan insultante la carta que presentó una queja a su suegro, el 'Guía Supremo' Alí Jamenei. Tras varios días de dudas, Jamenei respondía con un escrito que sonaba a reprimenda suave para Ahmadinejad y una vaga aserción de las funciones del Majlis.
 
Pero incluso eso era demasiado para Ahmadinejad, que respondía afirmando que tales intercambios epistolares no iban a afectar a su gobierno. 'El gobierno seguirá haciendo lo que es mejor para el Islam', afirmaba.
 
¿Qué harán los presuntos moderados y reformistas ahora que tienen pocas posibilidades de hacer valer su presencia en el Majlis? La respuesta decente sería un boicot a un ejercicio que ya no tiene ningún sentido real. ¿Por qué participar en unas elecciones cuando los ganadores ya han sido elegidos en los sombríos pasillos del poder?
 
El problema es que los 'moderados' y 'reformistas' del bando jomeinista carecen de valor en sus pretensiones. Se parecen a un marido cornudo feliz que sigue siendo fiel al vínculo matrimonial bajo cualquier circunstancia.
 
Así es como Mohamed-Reza Aref, ex 'primer asistente presidencial' bajo Jatami y ahora principal portavoz de los 'reformistas', ha reaccionado a su propia inclusión en la lista negra y la de virtualmente todos sus socios. 'Podríamos decidir no presentar a ningún candidato', decía. 'Pero no instaremos a un boicot a las elecciones, porque no queremos perjudicar al régimen. Queremos que el pueblo vote sabiendo que no tenemos candidato. De esta manera, todo el mundo sabrá que no somos responsables de lo que suceda. Protestaremos, pero no haremos mucho ruido”.
 
Aref, Rafsanjani, Jatami: estos son los tipos en los que Rice, engañada por sus consejeros, deposita su confianza para devolver el sentido común a la República Islámica.
Con enemigos así, Ahmadinejad no necesita amigos.

 
 
Amir Taheri es periodista iraní formado en Teherán. Era el editor jefe del principal diario de Iran, el Kayhán, hasta la llegada de Jomeini en 1979. Después ha trabajado en Jeune Afrique, el London Sunday Times, el Times, el Daily Telegraph, The Guardian, Daily Mail, el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday y el The Washington Post, entre otros. Actualmente trabaja en el semanario alemán Focus, ha publicado más de una veintena de libros traducidos a 20 idiomas, es miembro de Benador Associates y dirige la revista francesa Politique Internationale.
 
Ó 2008, Benador Associates