Para que viva España

por Rafael L. Bardají, 7 de octubre de 2018

Es bien famosa y conocida la cita de Edmon Burke “para que el mal triunfe sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada”. Quitando que hoy en día Burke habría sido enviado a la hoguera por no incluir mujeres en su frase, su pensamiento no puede estar más vivo en una España que se ve cotidianamente asaltada por quienes quieren acabar con ella, bajo la acomplejada mirada de quienes asisten, acobardados, al naufragio nacional.

 

Por eso, un acto como el que tuvo lugar ayer en Vistalegre, donde Vox convocó y movilizó a miles de personas provenientes de todos los rincones de esta España malherida, cobra una importancia y dimensión singular: es el basta ya no sólo a los zarpazos del separatismo, a la connivencia plácida con los terroristas, al buenismo migratorio o al feminazismo que se acepta calladamente, también es el basta ya a todos quienes amando a España son cómplices de esta situación porque no hacen nada, porque sus partidos de referencia les han desmotivado cuando no desmovilizados, o porque no han dado con una alternativa clara frente a la confusión de muchos. Ese ha sido el grito de guerra de Vox este domingo. Estamos aquí, para defender a los españoles, para luchar contra los totalitarismos que impulsa una izquierda asesina y para superar la tibieza de un PP que sigue sin despejar las dudas sobre lo que es y lo que quiere ser, o sobre un Ciudadanos, que es la ambigüedad permanente.

 

Los hombres y mujeres de bien fueron llamados a salir a la calle tras comprobarse la traición del PP y del gobierno de Mariano Rajoy a España, con su constante ansia de quedar bien con los separatistas y permitir que éstos cruzaran todas las líneas rojas sin hacer nada, más que sonrisas cómplices. Fueron esas primeras manifestaciones convocadas por a Fundación en Defensa de la Nación Española -y que claramente apoyó Vox- las primeras muestras de que buena parte del pueblo español no estaba por la  de que Rajoy seguía sin reaccionar, vinieron las banderas en los balcones, fenómeno que convulsionó para bien a las conciencias de muchos y que sirvió para gritar silenciosamente que había gente que amaba a España y que no estaba dispuesta a dejar que la rompieran en pedazos.

 

En marzo de este año, 2018, Vox celebró su asamblea anual, acto que fue mi primera participación pública como militante de Vox, tras décadas de haber trabajado para el PP. Allí dije que ese acto era la Covadonga 2.0, porque representaba la resistencia y tenacidad de unos cuantos para acometer una gran gesta. Don Pelayo inició la reconquista, los de Santi Abascal íbamos a lanzar otra gran ofensiva para recuperar España y hacerla grande otra vez. Como era de esperar, los grandes medios nos ridiculirizaron, cuando tuvieron a bien hacernos algo de caso; los otros, los más pequeños también nos obviaron con su silencio.  Ahora ya saben que ese muro de silencio se ha roto y que no pueden dejar de mencionar a Vox. No sólo porque Vox sale en todas las encuestas como merecedor de una presencia en el parlamento, sino porque Vox ha conseguido algo que nadie se esperaba: marcar la agenda de sus rivales.

 

El secreto no ha sido otro que escuchar a los españoles y reflejar su gran sentido común. No tiene sentido abrir nuestras fronteras a todo el que quiera venir a disfrutar de los grandes beneficios sociales que se les concede nada más pisar nuestro suelo; no tiene sentido castigar más a las clases medias con mayores impuestos; no tiene sentido que el castellano esté proscrito en la educación de determinadas autonomías; no tiene sentido que la mujer, por el hecho de ser mujer, disfrute del derecho de presunción de inocencia mientras que el hombre sólo sufre la condena inmediata sin esperar a saber si es inocente o culpable en realidad; no tiene sentido seguir defendiendo un régimen  de las autonomías que se ha comprobado que sólo ha llevado a una mayor y más extensa corrupción, al despilfarro y a la desigualdad entre españoles… y tantas otras cosas que castiga al español por el hecho de serlo.

 

En Vistalegre Vox reunió a una representación de la España viva, que sigue viva y que quiere seguir viviendo. La expresión de que la cobardía y la pasividad se han acabado. La promesa de que hay quien lucha de verdad por una España mejor.