PSOE y nacionalistas. Socialismo darwinista

por GEES, 23 de diciembre de 2008

La reunión secreta de Zapatero con Montilla muestra las consecuencias reales, concretas y diarias de un estatuto que es anticonstitucional, y que lo es por algo. Quienes se reían ante la perspectiva de que España se rompiera, aquí tienen la consecuencia para andaluces y extremeños de la aplicación del Estatuto de Zapatero: el Gobierno catalán decidiendo sobre las demás autonomías, otorgándose privilegios sobre las más pobres y controlando la financiación de todo el territorio nacional según el interés propio. Todo ello desde el desprecio y el rechazo a España, que caracterizan al Ejecutivo de Montilla y Carod-Rovira, y que ninguno de los dos se esfuerza en ocultar.

Para nadie es ya un secreto que el proyecto de Zapatero pasa por destruir el régimen constitucional para edificar sobre sus cenizas un régimen político nuevo, presumiblemente de izquierdas. Hasta aquí nada raro, puesto que la izquierda española siempre ha luchado contra el régimen liberal-parlamentario. Como en sus peores épocas, no duda de buscarse aliados caracterizados por el desprecio al sistema democrático. Nos causa rubor tener que recordar que en España existen hoy grupos caracterizados por ser abiertamente hostiles al régimen democrático occidental, al que combaten, con y sin deseos de muerte a la realeza. Pero si en Europa estas ideologías fueron derrotadas y deslegitimadas en los años treinta, no ocurrió lo mismo en España. Hoy, como entonces, el nacionalismo es el peor enemigo de la libertad, la igualdad y la solidaridad, y es el mayor factor de desestabilización política y fomento de la violencia en nuestro país.

Zapatero no duda en ir de la mano de estas ideologías absolutamente reaccionarias en su aventura post-constitucional, que se lleva por delante nociones izquierdistas clásicas que, en casi todo el mundo, enfrentaron a la izquierda con el nacionalismo en el pasado. Hoy, con su Eje nacional-socialista, no es que Zapatero esté dinamitando la igualdad de todos los españoles ante la ley, es que está también volatilizando la solidaridad de los más ricos con los más pobres, la justicia social y el igualitarismo. El espectáculo del presidente del Gobierno reuniéndose en privado con el presidente de una de las comunidades autónomas más ricas, decidiendo el destino de todas las demás, y arrebatando recursos a las más pobres, repugna a los principios socialistas más elementales. Si se trata de una suerte de imperialismo edificado desde la puerta de atrás, la aritmética parlamentaria o la relación PSC-PSOE, tiene menos importancia que la que es su consecuencia: el desvío de capital hacia Cataluña, la acumulación de riqueza en las comunidades más ricas en detrimento de las más pobres y más empobrecidas. Con ZP asistimos a la extensión de cierto darwinismo social entre las Comunidades Autónomas españolas, según el cual el más fuerte sobrevive y el más débil perece.

No es que nosotros esperemos mucho del PSOE, ni nos preocupe su salud ideológica, pero desde el punto de vista histórico el paso dado por Zapatero es muy relevante, y habrá que ver en qué se convierte el PSOE dentro de unos años. Bien es cierto que no es sólo asunto del PSOE, porque el comunismo español le acompaña en este Eje nacional-socialista, pero eso no lo hace menos peculiar. Hoy la izquierda defiende el interés de los más poderosos, tanto más cuanto más poderosos sean y más desprecio y desdén muestren por los más pobres y desfavorecidos. Que el darwinismo social presente en las doctrinas nacionalistas sea admitido por la izquierda española como algo progresista y avanzado, contra nociones clásicas socialistas, es otra de las características de los neosocialistas españoles que comanda Zapatero, y que por ahora no encuentran oposición alguna entre los suyos.