Radicalismo y Terrorismo. Túnez preocupa

por GEES, 4 de enero de 2013

 A punto de cumplirse dos años, el 14 de enero, de la huida del presidente Zine El Abidine Ben Alí y del inicio de lo que los más posibilistas califican de "la Revolución de los Jazmines" o "la cuna de la Primavera Árabe", la situación no invita a tanto optimismo.

El 2 de enero el Ministerio del Interior informaba de una amplia operación conjunta de militares y de policías saldada con dos muertos –un militar y la esposa de un yihadista salafista, ambos en Douar Hicher– y con la detención de 16 individuos en las primeras horas del nuevo año. La operación forma parte de un esfuerzo más amplio intensificado a raíz del intento de asalto a la Embajada estadounidense en Túnez el pasado 14 de septiembre. El objetivo son los círculos salafistas cada vez más aguerridos. En los dos años pasados ya se produjeron enfrentamientos armados con individuos de dicho perfil, el 18 de mayo de 2011 en Rouhia, cerca de Jenduba, con dos policías y dos terroristas muertos, y el 1 de febrero de 2012 en la localidad meridional de Bir Ali Ben Khalifa, con dos muertos.
 
Ahora, una operación de la Policía tunecina en Feriana, cerca de la frontera argelina, el 9 de diciembre, permitía detener a dos terroristas y hacía huir a otros dos a la vez que se intervenían abundantes armas. El desmantelamiento de dicha célula ha puesto de manifiesto la importancia de las provincias orientales de Kasserine y de Jenduba como zonas de implantación yihadista –el pasado junio ciudadanos de Jenduba se enfrentaban a salafistas que acababan de atacar la Comisaría de la ciudad– y ha llevado a la vecina Argelia a reaccionar. Enfrentamientos a lo largo de diciembre entre policías y militares tunecinos y terroristas de la misma nacionalidad pero con contactos en el interior de Argelia obligaba a ello. La estancia en Túnez del ministro argelino del Interior, Daho Ould Kablia, en los días 24 y 25 de diciembre, invitado por su homólogo Ali Laarayeh, se enmarca en los esfuerzos de ambos países para intensificar su lucha antiterrorista, y en particular el blindaje frente a la infiltración de armas y terroristas desde Libia. En los días previos a dicha reunión el poderoso general-mayor Ahmed Bousteila, jefe de la Gendarmería Nacional argelina, realizaba una visita de inspección por las provincias fronterizas (El Tarf, Tebessa y Souk Ahras) con esa zona sensible de Túnez y se reunía con sus mandos regionales como antes había hecho con los de las provincias fronterizas con el convulso Malí.
 
Mientras todo esto ocurría, el presidente Moncef Marzouki y el presidente de la Asamblea Constituyente, Mustafa Ben Jaafar, debían abandonar precipitadamente el 17 de diciembre la localidad de Sidi Bouzid, donde dos años antes se produjeron los acontecimientos que desencadenaron la revuelta. Creciente amenaza del radicalismo y del terrorismo unido al desencanto político y económico constituyen, pues, una muy peligrosa combinación en Túnez a los dos años de la defenestración de Ben Alí.