Siria (II): los motivos de China y Rusia

por Emilio Campmany, 9 de febrero de 2012

 

 
Ha suscitado rechazo, casi indignación el que Rusia y China hayan vetado la última propuesta relativa a la crisis siria presentada a la consideración del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El borrador de resolución presentado por Marruecos venía a recoger el plan de pacificación ya expuesto por la Liga Árabe el 22 de enero. Este plan pasa por la transición del régimen sirio a una democracia, lo que a su vez implica, aunque no se diga con claridad, el abandono del poder por parte de Bashar al Assad. Ya es curioso que una Liga integrada esencialmente por dictaduras llame a la transición hacia un régimen democrático de uno de sus miembros. El caso es que Rusia y China se han negado a apoyar esta resolución por considerar que su redacción no estaba suficientemente equilibrada, en el sentido de que no exigía a la oposición siria el necesario alejamiento de los elementos más extremistas y porque la propuesta prejuzgaba el resultado del diálogo político pacífico que propugnaba, el fin del régimen de Assad. Estos han sido los núcleos de las justificaciones públicas dadas por los embajadores en la ONU de los dos países, Viktor Churkin y Lao Baodong

En este sentido, Rusia y China tienen razón. El texto sometido al Consejo prejuzga cuál tiene que ser el resultado del diálogo político que reclama. Cuando habla de transición hacia un régimen democrático donde los ciudadanos sean realmente iguales ante la Ley, se da por hecho que tal régimen no es compatible con la presencia en el poder de Bashar al Assad. Desde luego, es muy deseable que en Siria, como en cualquier otro país que no disfrute de ella, haya una democracia. La cuestión es que la caída de Assad no garantiza la llegada de la democracia, aunque obviamente, su salida del poder es una condición previa necesaria, pero, como digo, no suficiente. Ya hemos visto lo que ha ocurrido en Libia, aunque aquí la situación es todavía volátil y todo podría ocurrir, pero a estas alturas parece improbable que Libia vaya a disfrutar de una democracia en un futuro próximo.

Rusia y China pueden no estar interesadas en que la democracia llegue a Siria, pero lo cierto es que la resolución, de haber sido aprobada, tampoco lo garantizaría. En la lógica del borrador propuesto está el que, de no hacer Assad la transición a la democracia que se le exige y en caso de no apartarse del poder, si siguieran los disturbios y la represión del régimen, el Consejo estaría obligado, por coherencia con lo aprobado con anterioridad, a autorizar la intervención militar a fin de imponer el “diálogo político” que la primera resolución reclamaba. Por eso, puede afirmarse que el veto sino-ruso es de alguna manera preventivo. La propuesta parecía inofensiva y aparentaba que podía fácilmente haber sido aceptada, pero llevaba en sus entrañas la autorización a la intervención militar para el caso de que Assad no se apartara del poder voluntariamente. Y esto es lo que China y Rusia no han querido arriesgar. Las dos potencias pueden llamar al actual régimen sirio amigo. El que venga puede que lo sea y puede que no y encima no hay garantía de que sea democrático y puede incluso que sea un títere de Occidente sin calidad democrática alguna como podría llegar a ser el libio. ¿Puede extrañar que en estas condiciones vetaran la propuesta de resolución?