Somalia. Consolidación terrorista

por GEES, 7 de octubre de 2011

Los más de setenta muertos producidos por los yihadistas de Al Shabab en Mogadiscio el 4 de octubre en un atentado suicida, confirman una tendencia que algunos habían pensado que declinaba cuando veíamos marcharse de la capital somalí a estos terroristas el pasado 6 de agosto.
 
Los que quisieron creer entonces las triunfalistas declaraciones del Presidente del Gobierno Federal de Transición (GFT), Sharif Sheikh Ahmed, que incluso hablaba de la derrota de Al Shabab, estarán a buen seguro lamentándolo ahora. Además conviene recordar que Sheikh Ahmed es un antiguo correligionario de los criminales, que ahora le consideran un apóstata por haberse subido al carro del pragmatismo. Al Shabab no utilizó en agosto fórmula engañosa alguna para explicar su evacuación de la capital y habló de "cambio en su táctica de guerra". Pero algunos quisieron ver en dicha maniobra una manifestación de debilidad ante el efecto combinado de la sequía y de la ofensiva militar de los efectivos de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM).
 
En realidad a los yihadistas salafistas no les importaba nada el efecto de la sequía en la población pues llevan años haciéndoles la vida imposible a los somalíes e impidiendo incluso que estos reciban la ayuda de emergencia que la ONU y otras organizaciones internacionales y los humanitarios privados tratan de hacer llegar al atribulado país.
 
Al Shabab considera a las agencias especializadas de la ONU, a los instrumentos humanitarios de la UE y al abanico de ONGs antaño presentes en el país –y hoy en buena medida desaparecidas– como herramientas de los infieles para mancillar la sagrada tierra musulmana somalí. Así que dificulta el trabajo de todas aquellas, y logra así que el número de muertos por el efecto combinado de sequía y guerra crezca. Además, y como hicieran sus hermanos de Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico en Argel en 2008, o en agosto pasado en la capital nigeriana, Abuja, atacan directamente a instalaciones y personal de la ONU para lograr su pronta retirada. El ataque de Mogadiscio no ha sido dirigido contra instalaciones de agencias o instituciones extranjeras sino contra un objetivo del GFT, pero suelen ser habituales atentados similares contra los efectivos de la AMISOM y pronto volverán a ellos a juzgar por su sangrienta reentrada en juego en la capital somalí.
 
El atentado confirma además la deriva terrorista del grupo –que en julio de 2010 provocaba 74 muertos y más de 70 heridos en un ataque contra dos restaurantes en la capital ugandesa, Kampala– y la consolidación del escenario africano como uno de los teatros privilegiados del activismo terrorista de Al Qaida y sus franquicias. Si hace poco hablábamos del Sahel y de Nigeria, hoy debemos añadir a Somalia en la descripción de los lugares que los terroristas priorizan. Además, el descenso hacia la guerra civil en el vecino Yemen no hace sino agravar aún más la situación en el Cuerno de África y el Golfo de Adén.