Terrorismo y armas no convencionales:una evaluación de la amenaza
por Juan Avilés, 7 de julio de 2003
Resumen
Los casos conocidos de ataques terroristas con armas no convencionales (NBQR) son muy limitados. La secta japonesa Aum Shinrikyo es la única organización terrorista que ha dado prioridad a la estrategia no convencional. Sin embargo los expertos creen factibles distintos tipos de ataques terroristas NBQR, que aun en el caso de que no llegaran a producir un elevado número de víctimas, tendrían un gran impacto psicológico y político. Por ello es necesario reforzar las medidas destinadas a contrarrestar esta amenaza, tales como inteligencia sobre grupos extremistas; medidas para evitar que puedan obtener los materiales y el conocimiento necesarios para producir armas NBQR; refuerzo de los equipos especializados para hacer frente a los resultados de un ataque; investigación y desarrollo de tecnologías de detección, protección, descontaminación y tratamiento; y cooperación internacional en el plano legislativo y en el operativo.
Una amenaza grave
En el informe que recientemente ha presentado al Consejo Europeo de Salónica, como Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), Javier Solana destaca la gravedad que para la seguridad europea tienen tres amenazas: el nuevo terrorismo, la proliferación de las armas de destrucción masiva y la actuación del crimen organizado en los Estados fallidos. Y subraya que el escenario más aterrador sería la adquisición de armas de destrucción masiva por parte de grupos terroristas. Por su parte la directora del MI 5, Eliza Manningham-Buller, ha afirmado que era sólo cuestión de tiempo que se produjera en alguna ciudad occidental con armas nucleares, biológicas, químicas o radiológicas (NBQR).
Es esta última una posibilidad sobre la que se viene especulando en los últimos años, sobre todo a raíz del ataque con gas sarín en el metro de Tokyo en 1995 y de los envíos de cartas con antrax en Estados Unidos en 2001, inmediatamente después del 11 S. La perspectiva es realmente aterradora, pero lo cierto es que en los grandes atentados que se han venido produciendo últimamente se ha empleado siempre armamento convencional, con la única novedad de un creciente número de terroristas suicidas. Resulta por tanto altamente conveniente explorar las posibilidades de que se materialice la amenaza de la utilización terrorista de armas no convencionales, es decir de armas NBQR.
Nuestro punto de partida será el análisis de la experiencia histórica, es decir de los pocos casos conocidos en los que grupos terroristas han utilizado o tratado de utilizar tales armas. En segundo lugar conviene atender a lo que opinan los expertos acerca de la viabilidad del empleo terrorista de los diferentes tipos de armas NBQR. Y finalmente analizaremos qué motivos pudieran conducir a ciertas organizaciones terroristas a emplearlas.
Breve historia del terrorismo no convencional
La experiencia histórica se puede resumir en muy pocas palabras: no ha habido ningún caso de terrorismo nuclear, prácticamente ninguno tampoco de terrorismo radiológico, poquísimos casos de terrorismo biológico y tan sólo uno verdaderamente grave de terrorismo químico.
- Terrorismo nuclear. Al respecto lo único que se puede registrar es el interés por el tema de algunas organizaciones terroristas. Hay datos acerca de los intentos de adquirir armas nucleares por parte de la secta milenarista japonesa Aum Shinrikyo. Y existen también varios testimonios acerca del propósito de Al Qaida de adquirir material nuclear. En una entrevista con Time, en diciembre de 1998, el propio Bin Laden afirmó que adquirir todo tipo de armas, incluidas químicas y nucleares, era un deber religioso para un musulmán. En febrero de 2001, en el juicio por los atentados a las embajadas en Kenya y Tanzania, el testigo Jamal Ahmad al Fadl, desertor de Al Qaida, declaró que en 1993 o 1994 trabajó para Bin Laden en una negociación para adquirir uranio en Sudán. Y hay también referencias a unas conversaciones que el líder de Al Qaida habría mantenido en Kabul, en el verano del 2000, con dos científicos nucleares pakistaníes. Sin embargo, tras la caída del régimen talibán no se han encontrado indicios de que Al Qaida dispusiera de material nuclear.
- Terrorismo radiológico. La posibilidad de utilizar una 'bomba sucia', es decir de dispersar material radioactivo mediante un explosivo convencional, no parece habérsela planteado seriamente ningún grupo terrorista. A lo más que se ha llegado es a la colocación de material radioactivo con fines intimidatorios pero sin peligro real. Ello ocurrió, supuestamente, en noviembre de 1995, cuando terroristas chechenos colocaron en un parque de Moscú un bote con cesio 137 atado a un cartucho de dinamita, que fue detectado sin haber causado daño alguno.
- Terrorismo biológico. Ha habido varios intentos de utilizar gérmenes patógenos con fines terroristas, pero muy pocas realizaciones. A comienzos de los años noventa Aum Shinrikyo realizó varios ataques fallidos de antrax y botulismo, que pasaron por entonces desapercibidos. Y en 1994 el FBI detuvo a varios miembros de un grupo ultraderechista norteamericano, The Minnesota Patriots Council, que disponían de ricina, una toxina altamente peligrosa, aunque no habían planeado su uso. El único caso en que con anterioridad al 11S se provocaron víctimas parece haber sido el protagonizado en 1984 por una secta hinduista, los Rajneeshes, que con el propósito de hacerse con el control de una pequeña localidad de Oregón infectaron con Salmonella la comida de varios restaurantes, causando la enfermedad de 751 personas, pero ninguna muerte. El impacto que aquello tuvo en los medios de comunicación fue mínimo, por lo que el primer ataque que ha causado genuina preocupación mundial fue el envío de varias cartas con esporas de antrax, que mataron a cinco personas en Estados Unidos en octubre de 2001, cuando la opinión estaba enormemente sensibilizada por los efectos del 11 S. Aunque el caso no se ha resuelto, las sospechas apuntan hacia un científico que trabajaba en el principal centro de investigación sobre defensa biológica de los Estados Unidos, Fort Detrick, cuyas motivaciones, en caso de que fuera realmente el responsable, permanecen oscuras.
- Terrorismo químico. En este campo nos encontramos también con varios intentos, pero ha habido un caso verdaderamente grave. Entre los intentos cabe citar el protagonizado por un grupo fundamentalista cristiano de los Estados Unidos, The Covenant, the Sword and the Arm of the Lord, que fue desarticulado en 1985, cuando planeaba envenenar suministros de agua con cianuro de potasio. Y el caso más grave fue protagonizado por la secta Aum Shinrikyo, cuyo proceso está celebrándose ahora en Japón. La muy escasa atención que hasta hace muy pocos años se prestaba a este tipo de amenazas se demuestra por el asombroso hecho de que aquella secta milenarista, que pretendía acelerar la llegada del apocalipsis mediante atentados masivos, pudiera montar una auténtica fábrica de armas químicas, en la que hubo en 1994 un accidente con gas mostaza que causó siete muertes, y realizar varios atentados letales con gas sarín y VX, sin que nada de ello llamara la atención de las autoridades, hasta que se produjo el atentado del 20 de marzo de 1995 en el metro de Tokio, también con gas sarín, que mató a doce personas y provocó la hospitalización de más de mil.
La potencialidad terrorista de la armas NBQR
El hecho de que algo no haya ocurrido en el pasado no garantiza que no vaya a ocurrir en el futuro. La gran pregunta es la de qué armas son susceptibles de ser adquiridas y empleadas por organizaciones como las terroristas, que no disponen de los recursos de un Estado.
- Las armas nucleares. La opinión de los expertos es unánime en un punto: es altamente improbable que una organización terrorista pueda emprender el complejo proceso de fabricación de un arma nuclear. Tampoco resulta probable que un Estado se arriesgue a proporcionárselo, exponiéndose a una represalia devastadora. Existe, en cambio, la inquietud de que los terroristas pudieran adquirir fraudulentamente material nuclear susceptible de uso militar, especialmente el procedente de la antigua Unión Soviética, pero parece que el control del mismo se está incrementando en la Rusia actual. Con lo cual el peligro más real consistiría en un ataque convencional contra un reactor nuclear, que podría dañarlo severamente y ocasionar un episodio de contaminación radioactiva en el territorio circundante.
- Las armas radiológicas. La adquisición de material radiológico resulta relativamente fácil, sobre todo en el caso de terroristas a los que no preocupara el posible efecto de las radiaciones sobre ellos mismos. Sustancias radioactivas como el cesio, el iridio y el cobalto se emplean corrientemente en los hospitales y en numerosos centros industriales, con un control limitado. Un ejemplo de lo que puede ocurrir se tuvo en 1987 en la ciudad brasileña de Goiania, donde cesio 137 procedente de una clínica radiológica cerrada terminó contaminando a más de cien personas y matando a cuatro cuando unos basureros trataron de revender una cápsula como metal viejo. Y la extendida costumbre de enviar deshechos radioactivos para su almacenamiento en países en desarrollo agrava el problema. Así es que, en teoría, no sería difícil activar una 'bomba sucia' que, aunque causara un número limitado de víctimas, tendría un impacto psicológico y político muy importante.
- Las armas biológicas. La entidad de esta amenaza se puede resumir diciendo que es relativamente fácil matar a pocas personas en un atentado biológico, pero que en cambio es extraordinariamente difícil matar a muchas. En principio se pueden cultivar gérmenes patógenos en un pequeño laboratorio, pero no es tan sencillo conseguir una cepa adecuada ni mucho menos difundir los gérmenes de forma efectiva para que causen muertes masivas. Incluso Aum Shinrikyo, cuya capacidad científica y tecnológica era muy elevada, fracasó en el intento de producir armas biológicas viables. Con lo cual el mayor peligro estriba en que un Estado proporcione el arma a unos terroristas, una jugada que le resultaría menos arriesgada que suministrarles un arma nuclear, porque no resulta tan fácil identificar el origen de un germen. De hecho, un ataque bioterrorista que no fuera reivindicado pudiera ser fácilmente confundido con una epidemia natural. (Véase anexo 1)
- Las armas químicas. En principio resulta más sencillo montar un atentado masivo con medios químicos que con medios biológicos. Aunque las dificultades técnicas son considerables, no cabe excluir que una organización terrorista pueda lograrlo, con o sin ayuda de un Estado. (Véase anexo 2)
La motivación terrorista: costes y beneficios
Si suponemos que una organización terrorista actúa como un actor racional, en el limitado sentido de que emplea unos medios para alcanzar unos objetivos, podemos plantear el problema de la motivación para el empleo de armas no convencionales en términos de costes y beneficios para la propia organización. Tras ello podemos considerar qué tipo de terroristas serán más propicios a valorar los beneficios más que los costes de esa opción.
Los costes serían de cuatro tipos:
- La inversión financiera y las dificultades técnicas que entraña su uso, en comparación con el armamento convencional.
- Los elevados riesgos que implica la manipulación de sustancias radioactivas, de gérmenes patógenos o de sustancias químicas altamente peligrosas.
- El peligro de generar una respuesta represiva de una magnitud mucho más elevada de la que provoca el terrorismo convencional.
- El peligro de alienarse las simpatías de la propia base social, debido al carácter indiscriminado y masivo de este tipo de atentados.
Los beneficios resultarían en cambio de la propia magnitud de los atentados y de su mayor capacidad de generar terror, en un doble sentido:
- La posibilidad de provocar una genuina destrucción masiva, con elevados daños humanos y materiales. Cabe sin embargo recordar que el 11 S demostró la posibilidad de provocar un elevadísimo número de víctimas mediante el procedimiento de secuestrar aviones con unos simples instrumentos cortantes. Y que, a pesar del térmico de armas de destrucción masiva con que se las designa, los atentados con armas químicas, biológicas o radiológicas de más fácil realización provocarían probablemente un número de víctimas limitado.
- La posibilidad de generar un terror desproporcionadamente elevado en relación con el número de víctimas causado. De alguna manera estamos acostumbrados a las pistolas y los coches bomba, pero un episodio de contaminación química, biológica o radiológica podría generar pánico, aunque los muertos fueran pocos. Y la estrategia terrorista va encaminada más a aterrorizar que a matar.
De todo ello cabe deducir que un grupo terrorista será tanto más propenso a utilizar armas no convencionales cuanto más considere indispensable generar terror a una escala masiva, cuanto menos valore la pérdida de vidas propias y el peligro de generar una respuesta de incrementada dureza, y cuanto menos dependa de las simpatías de una base social amplia, o bien considere que esa base social está dispuesta a justificar cualquier matanza.
Esto explica por qué en el pasado los terroristas que mayor interés han mostrado por las armas NBQR no han sido grupos de inspiración puramente política, ya sea revolucionaria o nacionalista, sino grupos inspirados en el fundamentalismo religioso o en creencias milenaristas. Afortunadamente estos grupos han solido tener apoyos reducidos y por tanto una capacidad limitada. Y además resulta improbable que una secta del tipo de Aum Shinrikyo pueda en el futuro desarrollar sus planes letales sin despertar la alerta de las autoridades.
Sin embargo hay dos peligros graves, por un lado la de atentados cometidos por grupos minúsculos o incluso por individuos aislados, y por otro la del terrorismo islamista, el más peligroso actualmente entre los extremismos de inspiración religiosa. Este segundo es obviamente el que más inquietud crea. Al Qaida y las organizaciones a ella vinculadas han demostrado su capacidad financiera y organizativa, la disposición al suicidio de sus militantes y su predilección por los atentados masivos. Y sus objetivos, que implican someter a mil millones de musulmanes a su peculiar interpretación del Islam, derribar a todos los regímenes existentes en la zona y acabar con todo tipo de influencia occidental, resultan tan descomunales que requieren a su vez medios excepcionales. Probablemente estamos en una carrera contra el tiempo: es necesario reducir la capacidad ofensiva de este terrorismo antes de que logre hacerse con armas de destrucción masiva.
¿Qué hacer?
De lo hasta ahora expuesto podemos concluir que la realización de ataques en pequeña escala con armas no convencionales resulta bastante probable y que un ataque en gran escala no puede excluirse. Resulta por tanto necesario dar una elevada prioridad a las medidas encaminadas a contrarrestar la amenaza.
De acuerdo con Ely Karmon, investigador del International Policy Institute for Counter-Terrorism (ICT), son necesarias medidas de cinco tipos:
- Inteligencia sobre grupos extremistas susceptibles de recurrir al terrorismo no convencional, sobre todo inteligencia basada en fuentes humanas.
- Medidas para evitar que grupos terroristas puedan obtener los materiales y el conocimiento necesarios para producir armas no convencionales. Esto incluye desde un reforzamiento de la protección de todo tipo de depósitos nucleares hasta el control de las personas que se incorporen a proyectos de investigación sobre este tipo de armas. Esta última es un ejemplo de las medidas que, siendo muy convenientes para prevenir una grave amenaza, resultan problemáticas por sus implicaciones para los derechos civiles.
- Refuerzo de los equipos especializados para hacer frente a los resultados de un ataque NQBR.
- Investigación y desarrollo de tecnologías de detección, protección, descontaminación y tratamiento.
- Cooperación internacional en el plano legislativo y en el operativo.
Anexo 1
Principales armas biológicas
Nombre |
Características |
Historia |
Antrax (carbunclo) |
Enfermedad altamente letal en su forma pulmonar, de no ser combatida prontamente mediante antibióticos. La bacteria que la causa, Bacillus anthracis, se caracteriza por su fácil elaboración y su gran resistencia en forma de esporas susceptibles de ser difundidas en el aire. |
Se considera un arma temible tanto para la guerra como para atentados terroristas. Fue producido por los aliados durante la II Guerra Mundial. La Unión Soviética siguió produciéndolo masivamente después de haber firmado en 1972 la convención que prohíbe las armas biológicas y en 1979 tuvo un grave accidente en una fábrica de Sverdlovsk. Irak comenzó a producirlo en 1988 y lo cargó en bombas y en cabezas de misiles, pero no lo ha utilizado. Los ataques con antrax que produjeron cinco muertos en USA tras el 11S no han sido esclarecidos. |
Peste |
Enfermedad causada por una bacteria, Yersinia pestis. Provocó devastadoras epidemias a lo largo de la historia, especialmente en Europa a mediados del siglo XIV. |
Muy probablemente fue utilizada como arma por el ejército japonés en China durante la II Guerra Mundial, pero su utilidad militar es escasa. Como arma terrorista resulta de difícil uso y causaría escasas víctimas en un país desarrollado, debido a la ausencia de un entorno favorable y a la eficacia del tratamiento antibiótico. |
Viruela |
Enfermedad vírica que a lo largo de la historia ha causado mortíferas epidemias. Erradicada desde 1980. |
Es la enfermedad vírica que más se presta a ser utilizada como arma. Oficialmente sólo se conservan muestras del virus en un laboratorio norteamericano y otro ruso, pero existe el temor de que pueda haber muestras clandestinas. |
Botulismo |
Enfermedad causada por latoxina que produce la bacteria Clostridium botulinum. Mínimas dosis pueden causar un envenenamiento letal, al inhibir el control muscular, pero los tratamientos actuales reducen mucho la mortalidad |
El peligro que entraña su manipulación reduce su utilidad como arma terrorista. Producido con fines militares por Irak. |
Ricina |
Toxina sintética derivada de las semillas del ricino. |
Empleada por agentes secretos búlgaros en el asesinato de un disidente en Londres en 1978. Supuestos terroristas vinculados con Al Qaida detenidos en Londres en enero de 2003 parecían disponer de ella. |
Anexo 2
Principales armas químicas
Nombre |
Características |
Historia |
Cloro |
Gas asfixiante. Penetra por vía respiratoria. Provoca graves daños pulmonares. |
Primera auténtica arma química de la historia. Empleado por primera vez por el ejército alemán en abril de 1915. |
Fosgeno |
Gas asfixiante. De características similares al cloro pero 18 veces más potente. |
Empleado por primera vez por el ejército alemán en diciembre de 1915. |
Mostaza |
Gas abrasivo. Penetra por vía respiratoria y cutánea. Provoca quemaduras y graves daños pulmonares. |
Empleado por primera vez por el ejército alemán en julio de 1917. Fue el agente químico más letal en la I Guerra Mundial. Fue utilizado por Mussolini contra los etíopes en 1935-1936 y por Saddam Hussein contra iraníes y kurdos en 1983-1988. |
Tabun |
Gas neurotóxico. Penetra por vía respiratoria y cutánea. Trastorna el control muscular y causa la muerte por asfixia. |
Descubierto en 1936 fue producido masivamente, pero no utilizado, por la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. Fue utilizado por Saddam Hussein contra iraníes y kurdos. |
Sarin |
Gas neurotóxico. Similar al tabun pero más potente. |
Descubierto en 1938, fue producido por la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. Fue utilizado por Saddam Hussein contra iraníes y kurdos y por la secta Aum Shinrikyo en un atentado terrorista en Tokyo en 1995. |
Soman |
Gas neurotóxico. Similar al tabun y al sarin pero aún más potente. |
Descubierto en 1944 por científicos de la Alemania nazi. |
VX |
El más letal de los agentes neurotóxicos. |
Desarrollado entre 1952 y 1956 por británicos y norteamericanos. Fue utilizado junto a gases mostaza, sarin y tabun en el ataque del ejército iraquí contra la población kurda de Halabja en marzo de 1988. Es el arma no convencional más peligrosa en el arsenal de Saddam Hussein. |
Cianuro de hidrógeno |
Agente hemotóxico. Su acción sobre la sangre dificulta la oxigenación de los tejidos y causa asfixia.. |
Utilizado sin éxito por los franceses en julio de 1916. Desarrollado, pero no utilizado, por la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. |
Anexo 3
Lecturas recomendadas
Sobre las armas no convencionales:
HUTCHINSON, Robert (2003): Weapons of mass destruction. Londres, Weidenfield & Nicholson.
Sobre la historia de las armas químicas y biológicas:
HARRIS, Robert y PAXMAN, Jeremy (2002): A higher form of killing: the secret history of chemical and biological warfare. Londres, Arrow.
MILLER, Judith, ENGELBERG, Stephen y BROAD, William (2001): Germs: the ultimate weapon. Nueva York, Simon & Schuster.
Sobre el empleo terrorista de las armas no convencionales:
KARMON, Ely (2002): 'Countering NBC terrorism'. En A. Tan y K. Ramakrishna, eds. The new terrorism, Singapur, Eastern University Press. Reproducido en www.ict.org.il
SCHMID, Alex P. (1998): 'Terrorism and the use of weapons of mass destruction'. En H.W. Kushner, ed., The future of terrorism: violence in the new millenium, Londres, Sage.
TUCKER, Jonathan B., ed. (2000): Toxic terror: assessing terrorist use of chemical and biological weapons. Cambridge, Mass., Monterey Institute of International Studies.