Ucrania ante el abismo

por Manuel Coma, 2 de febrero de 2014

(Publicado en La Razón, 2 de febrero de 2014)

 Una semana más y en Ucrania se sigue tomando en serio la posibilidad de guerra civil o de partición.

Los grandes parámetros geoestratégicos de la crisis son claros y relativamente sencillos. La dinámica interna es complicada y confusa. La atención que internacionalmente suscitan los acontecimientos ucranianos muestra la importancia estratégica del país. En otras coordenadas geográficas, sería noticia mucho menor. Lo que pasa en Tailandia o la República Centroafricana no es menos grave internamente, pero no tanto de cara al exterior. A su vez la presión que llega de fuera tiende a polarizar el conflicto doméstico.
 
Ahora e históricamente quien más afectada se siente es Rusia, para la que los ucranianos son algo así como rusos de segunda, pero rusos, y esto, por más que duela en buena parte de Ucrania, no deja de tener su parte de verdad. En ese sentido Putin es el epítome de las posiciones tradicionales de Moscú. El ahora vecino ha sido siempre la parte más importante del imperio tanto zarista como soviético, y sin él el más acariciado proyecto de Putin, aglutinar en algún tipo de unión, empezando por la aduanera, a buena parte de los países desgajados del imperio, se convierte en inviable. Para ello le bastaría, y esa es su aspiración, con “finlandizar” a Kiev. A los fineses no les gustaba la palabra que tanto se usó durante la guerra fría. Era libres, lo que no dejaba de ser una hazaña con tan incómodo vecino, pero siempre cuidando esmeradamente una neutralidad que no de molestase en nada a Moscú.
 
Putin se inmiscuye descaradamente en la política ucraniana, pero una intervención militar serían palabras muy mayores. Es razonable pensar que su aventura guerrera en agosto del 2008 en Georgia, amputándole dos regiones, miraba con un ojo hacia los ucranianos, que por entonces, como los georgianos, tenían puestas sus esperanzas en ingresar en OTAN. No sólo les advertía de lo que cabía esperarles, sino también les exponía la desgana occidental para intervenir. Estados Unidos estaba todavía en Irak. Ahora tienen un presidente cuyo principal objetivo en política internacional es no tener líos y alejarse de los que ya tiene. Aunque Obama le tiente un desquite por la hospitalidad de Moscú a Snowden, el que divulgó los secretos de las escuchas universales de la NSA americana, necesita, y mucho, un mínimo de colaboración rusa en Siria y e Irán, sin contar con la dependencia en buena parte de lo que se refiera al aprovisionamiento de Afganistán, incluida la retirada.
 
Europa, sin liderazgo americano no cuenta y esa es la situación. El tamdem París-Bon se ha ido debilitando cuando la capital alemana volvió a Berlín. Francia buscó una “entente” militar con Inglaterra, que arrastró a ésta a Libia, pero la única que puede mandar un tanto, es la Sra Merkel,  que tampoco quiere romper con Putin, aunque se ve presionada por los europeos orientales que tienen buenas razones de historia remota y sobre toda próxima para tomarse en serio la amenaza rusa. Hay simpatía por Ucrania pero no se va mucho más allá de palabras y gestos.
 
Putin no se moverá hasta que pasen los juegos olímpicos de Sochi.