Victoria de la democracia

por Ignacio Cosidó, 25 de octubre de 2011

Publicado en La Razón, 23 de octubre de 2011

Nunca he creído en los comunicados de ETA y el último no es una excepción. Lo que me hace creer en el final del terrorismo no es la palabra de los terroristas, sino la eficacia de las Fuerzas de Seguridad que ha llevado a esta banda de asesinos hasta un punto de asfixia que amenazaba su propia existencia. ETA pretende ahora rentabilizar en términos políticos su derrota ante el Estado de Derecho. La tarea que tenemos todos los demócratas es impedírselo.

Éste es un momento importante para reconocer a todos los que han hecho posible la victoria de la Ley sobre la barbarie. En primer lugar, a generaciones de policías, guardias civiles y agentes de inteligencia que durante largas décadas han dado lo mejor de sí mismos para derrotar a ETA, pagando un enorme tributo de sangre por ello. A los jueces y fiscales que aplicaron a los terroristas detenidos todo el peso de la Ley. A todas las víctimas del terrorismo y amenazados que jamás se rindieron y que han sido nuestra referencia moral y vanguardia en la lucha contra el terror. Y, en definitiva, a toda la sociedad que mantuvo en los momentos más duros su confianza en la democracia y en el Estado de Derecho.

El mayor error en este momento es que nos embriaguemos de éxito. Nos queda aún un tramo complejo. No podemos rebajar nuestra exigencia democrática en nuestra victoria sobre los terroristas. ETA ni ha desaparecido ni ha entregado las armas ni ha dado muestra alguna de arrepentimiento. Nuestra victoria no será completa hasta que logremos su desaparición definitiva.

El Estado de Derecho no puede cesar en su acción de garantizar la libertad y la seguridad de los españoles. Las Fuerzas de Seguridad deben seguir combatiendo a ETA mientras exista y estar atentas ante cualquier posible escisión que decida reiniciar la actividad terrorista. La Justicia debe seguir trabajando para que esto no signifique impunidad por los crímenes terroristas. Y la sociedad debe estar más que nunca junto a las víctimas del terrorismo, porque ellas son el símbolo de nuestra victoria moral sobre el terror