Voto útil, voto inútil

por Rafael L. Bardají, 19 de noviembre de 2018

En política, la estrategia del miedo da resultados hasta que deja de darlos. Los dirigentes actuales del PP quizá sean demasiado joven y no lo recuerde, pero cuando el PSOE en los 90 andaba a la desesperada, sacó el famoso anuncio de dóberman pensando que la imagen agresiva del PP y el miedo que podía generar, le garantizaría la victoria electoral. Pero no. Se equivocaron. Porque cuando el hartazgo es mayor que el miedo, el cambio es imparable.

 

Los nuevos líderes del PP cada día están demostrando que son menos nuevos y cada vez más viejo PP. No sólo porque provengan todos de la etapa de Mariano Rajoy, al que obedecieron hasta el suicidio al que les llevó, sino porque no tienen más ocurrencia en su ansia por no perder más apoyo público que resucitar las viejas y obsoletas estrategias del miedo, que es lo que se esconde tras la más aséptica noción del “voto útil”.  Así, el polémico y discutido Javier Maroto, avisa de que, por ejemplo, votar a Vox significa “que no haya cambio en Andalucía y el número uno de la lista del PP por Cádiz se permite soltar que “un voto a Vox es tirar ese voto a la basura”.

 

Los dirigentes del PP tienen todo el derecho a pensar y decir lo que quieran, qué duda cabe, pero me apena ver lo equivocados y alejados de la realidad que están. En primer lugar, se confunden de enemigo. Criticando a Vox porque temen que les pueda quitar votos por su derecha lo que hacen, en realidad, es desperdiciar su tiempo y dejar de hacer las críticas pertinentes al gobierno de Susana Díaz apoyado por Ciudadanos. 

 

En segundo lugar demuestran una vez más su ignorancia supina sobre el fenómeno Vox en tanto que rechazo no sólo de la traición a sus valores del propio PP desde 2008, sino como hartazgo generalizado con una forma de hacer política en España y de un sistema político que, en última instancia, es el responsable de la situación en la que estamos, de crisis política, institucional y social. A pesar de todo el orgullo con el que intentan explicar su “jugada” de librarse del juez de Prada en la Audiencia Nacional aupándole al Consejo Superior del Poder Judicial, y entregando este órgano al bloque de la izquierda radical española, el tactismo del PP no puede resultar más incomprensible, en el mejor de los casos, o abyecto, en el peor de ellos. Sea como fuere, pone de relieve que las ganas de regeneración del ámbito político del nuevo PP son las mismas que las del viejo PP: nada que no pase por el férreo control del partido político.

 

Su teoría del voto inútil es acertada pero sólo desde su peculiar interés y punto de vista, puesto que todo lo que atente contra su cuota de poder, en Andalucía y en el resto de España, le viene mal. Vamos, que no les es útil. El problema es que mucha gente también piensa que votar al PP ya no es cuestión de taparse la nariz y tragarse lo que sea, piensa, correctamente, que votar al PP no puede ser más inútil si lo que se aspira es a cambiar de verdad las cosas y defender lo que es importante para el futuro de España y los españoles.

 

Vox ha llegado para quedarse independientemente del papel que juegue en Andalucía y el apoyo electoral que consiga. Lo contrario es tan impensable como ridículo.  Y los líderes del PP deberían templar sus nervios y centrarse en ofrecer soluciones creíbles y honestas para los problemas que nos aquejan. Meterse con Vox es una prueba más de su debilidad.

 

Llegados a este punto, donde lo que se juega en las andaluzas trasciende con mucho Andalucía, incluido el futuro del nuevo PP, no me extrañaría que algunos recurran incluso a tácticas más desesperadas cuando vena que el miedo no es suficiente. Vendrán los bulos y más tarde las mentiras sobre los oponentes. No se cuánto tardarán en descubrirlo, pero el ventilador siempre ha acabado salpicando a quien lo pone en marcha y las mentiras dejan en videncia al mentiroso.  Es una pena que el miedo del nuevo PP le lleve a recurrir a lo que tan mal resultado le dio al viejo PP.  Los andaluces y los españoles se merecen otra cosa.