Zimbawe: el desgobierno de un hombre

por Jeff Jacoby, 8 de mayo de 2008

(Publicado en The Boston Globe, 20 de abril de 2008)

Echando la vista atrás, fue el acto de inocencia más absoluto haber imaginado que el brutal dictador de Zimbawe, Robert Mugabe, abandonaría el poder solamente por haber perdido unas elecciones. Han pasado más de tres semanas desde los comicios del 29 de marzo en los que el partido de Mugabe, conocido como ZANU-PF, perdió el control de la cámara baja del parlamento. Pero los resultados oficiales de la carrera presidencial entre Mugabe y el líder de la oposición Morgan Tsvangirai están aún por darse a conocer.
 
No hay ninguna duda de quién ganó. Los recuentos públicos colocados en cada colegio electoral después de contabilizar los votos muestran al partido de Tsvangirai, el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), llevándose más de 50 por ciento de los votos. Si la comisión electoral ratificase esos recuentos, significaría que los 28 años de Mugabe en la cima han llegado a su final. Pero la comisión electoral, al igual que todo lo demás en el gobierno de Zimbawe, está controlada por el ZANU-PF. De manera que no habrá resultados oficiales hasta haberse manipulado las cuentas al gusto de Mugabe.
 
Mientras tanto, los criminales del régimen han estado ocupados, llevando a cabo redadas contra los periodistas extranjeros y las sedes del partido de la oposición, invadiendo granjas propiedad de Zimbawenses blancos y sembrando el terror entre los votantes del campo. El embajador norteamericano James McGee advertía la semana pasada que los pelotones de Mugabe estaban llevando a cabo 'amenazas, palizas, secuestros, incendios provocados de hogares y hasta asesinatos' en las zonas en las que el partido de la oposición salió reforzado. Un grupo de médicos Zimbawenses afirma haber tratado a más de 150 personas que habían sido apaleadas desde las elecciones. Centenares más han sido detenidos, y el MDC afirma que al menos dos de sus empleados han sido asesinados.
 
Tampoco es la primera vez que Mugabe roba perversamente unas elecciones, y tampoco es la primera vez que la comunidad internacional no hace algo para impedírselo. Particularmente irresponsable ha sido el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki. Más que ningún otro líder regional, él podría ejercer la presión para obligar a Mugabe a acatar la decisión de los votantes. Se ha negado a hacerlo.
 
Una semana tras las elecciones, Mbeki insistía en que había 'una imagen de esperanza' en Zimbawe. Varios días más tarde celebraba una sesión amistosa con Mugabe, y después anunciaba al mundo que 'no hay ninguna crisis en Zimbawe' -- simplemente 'un proceso natural que tiene lugar'.
 
¿Es alguna casualidad que África sea vista con tanta frecuencia como el continente más miserable del planeta? 'Al no cerrar filas para denunciar inequívocamente a Mugabe', lamentaba The Economist, Mbeki y los demás líderes africanos 'no sólo han prolongado la agonía de Zimbawe, han perjudicado al sur de África en conjunto, tanto materialmente como en términos de la reputación de África'.
 
Raramente el desgobierno de un hombre ha arruinado tan horriblemente a un país. David Coltart, miembro del MDC y parlamentario de Zimbawe que sirve como ministro de justicia de la oposición, examinaba recientemente algunos de los datos en un estudio para el Cato Institute de Washington:
 
En un país conocido en tiempos como el granero de África, la agricultura ha sido devastada por completo. La producción anual de trigo es una fracción de la que era en los años 90. La industria tabaquera, en tiempos un referente, ha fracasado estrepitosamente. La producción industrial se ha derrumbado. También la minería -- la producción de oro ha caído a su nivel más bajo desde 1907, al mismo tiempo incluso que los precios del oro mundiales se disparan hasta niveles récord.
 
Gracias al vandalismo de ZANU-PF, el 90 por ciento del turismo extranjero con destino a Zimbawe se ha evaporado. Las políticas económicas demenciales han alimentado una tasa de inflación muy por encima del 100.000 por ciento. Los Zimbawenses han huido por millones al campo, y el 80 por ciento de aquellos que se quedan viven por debajo de la línea de la pobreza. Las muertes a causa de enfermedades y malnutrición se han disparado. La esperanza de vida de los varones de Zimbabwe se ha desplomado hasta los 37 años -- 34 años en el caso de las mujeres.
 
Mugabe y sus leales no se detienen ante nada para asegurar su control del poder, escribe Coltart. A fecha de 2004, un sorprendente '90 por ciento de los parlamentarios del MDC elegidos en junio de 2000 habían sufrido alguna violación de los derechos humanos; el 24 por ciento había sobrevivido a intentos de asesinato, y el 42 por ciento había sido torturado'. Tres miembros de la oposición parlamentaria fueron asesinados, al igual que más de 600 de los partidarios del partido. Pero 'ni un solo sospechoso ha sido juzgado, por no decir condenado, por ninguno de esos crímenes”.
 
El gobierno, por su parte, acusa ahora de traición a Tsvangirai. Los medios dirigidos por el gobierno afirman que ha estado conspirando con Gran Bretaña para derrocar al régimen. Pero la verdadera amenaza es Mugabe, que al final de la semana se preparaba para recibir un cargamento de armas chinas de 77 toneladas, incluyendo rifles AK-47, morteros, granadas propulsadas por cohetes y más de 3 millones de cadenas de munición. ¿Qué está planeando hacer con tanta potencia de fuego adicional? Eso, decía el ministro de información en funciones de Zimbawe, 'no es asunto de nadie”.
 
El jueves, un portavoz del gobierno de Sudáfrica reconocía a regañadientes que la situación de Zimbawe es 'catastrófica'. ¿Cuánto más catastrófica tiene que volverse antes de que Sudáfrica -- o cualquier otro país -- haga por fin algo al respecto?