Autor: Ana Ortiz

Si los españoles queremos seguir disfrutando del magnífico sistema sanitario público es necesario adoptar medidas que garanticen su viabilidad económica, corrijan errores de gestión y plantee una hoja de ruta acorde con el momento que nos ha tocado vivir. Y estas reformas son inexorables, además de requerir valentía y sinceridad.

España se encuentra en estos momentos antes un reto complejo pero no imposible. Su éxito dependerá en buena medida del trabajo que desarrolle el nuevo equipo de gobierno. Los españoles- tanto los nacionales como los que llegan- tenemos la obligación de sumarnos a este apasionante proyecto si queremos que el futuro sea nuestro

El origen de este movimiento está en partidos políticos que abandonaron en su día IU por considerarla “blanda”, que militan en corrientes antisistema, movimientos ecologistas y okupas

Mientras los europeos no nos quitemos de encima los complejos que comenzaron tras la Segunda Guerra Mundial y que se manifiestan ahora en todo su esplendor, seguiremos lamentando sucesos como los que se están sucediendo en la isla italiana de Lampedusa.

En el mundo global en el que vivimos debemos buscar soluciones globales. Para empezar, los países occidentales- Europa y también América- deben implicarse en que todo lo que está sucediendo en África salga bien. Por ellos y también por nosotros.

La Revolución en Egipto o Túnez no sería la misma ni tendría en vilo a la opinión pública mundial si no fuera por las redes sociales. Estas sociedades vetustas están siendo pioneras en la manera de utilizar los nuevos medios de comunicación… y en la creación de una nueva manera de hacer política.

Marruecos está jugando muy bien sus bazas. Por un lado, aprovecha la debilidad del Gobierno Socialista para abrir frentes de discordia que no interesan para nada a Zapatero en este momento en el que su imagen está más discutida que nunca. Además, juega con la ausencia de una política exterior del Gobierno de España, cuya única hoja de ruta a la fecha ha sido la del buenismo y no la de una política firme, clara y con objetivos muy concretos: defender la españolidad de Ceuta y Melilla, sin que por ello tenga que perjudicar las convenientes buenas relaciones que interesa a ambos países.

Los gobiernos siguen en sus trece de llevar las riendas y el control de los medios, en aras del manido argumento de la pluralidad, accesibilidad, diversidad y sobre todo, en su afán educativo en sus valores.

Se ha permitido que se formen islas multiculturales que han perjudicado la estructura social. Hay que fabricar la diversidad dentro de un fondo común, que incluya las leyes, su conocimiento, el origen las mismas, así como la identidad de los valores occidentales. No se trata de un fracaso a nivel local en Alemania. Se trata de un fracaso a nivel europeo, aunque el caso alemán sirve como muestra.

Las expulsiones no han sido forzadas, sino que se ha acogido a la ayuda de retorno voluntario, procedimiento mediante el que el gobierno francés entrega trescientos euros por adulto y cien por menor, siendo registrados en una base de datos con el fin de que no puedan recibir estas ayudas de nuevo si regresan a Francia y sean deportados de nuevo