Controladores. Militarismo postmoderno

por Óscar Elía Mañú, 12 de diciembre de 2010

 

(Publicado en La Gaceta, 11 de diciembre de 2010)
 
El pensamiento político clásico y el moderno diferencian con nitidez los conceptos de guerra y de paz, de los que surgen las distinciones entre lo civil y lo militar. Respecto al interior, éstas son magnitudes no sólo diferentes, sino contradictorias: la una referida a la normalidad institucional y política; la otra, a su ruptura y a la excepcionalidad. Cuando aquélla se rompe, no hay más remedio que restaurarla con la fuerza militar. La intervención del Ejército en el interior implica un peligrosísimo paréntesis: inter armas, silent leges.
 
Pero hoy el postmodernismo lo destroza todo y rasga también estas civilizadas nociones políticas. Corren malos tiempos para la reflexión y la acción basados en valores y principios tradicionales, así como para el respeto a la ley por encima de todo. La enfermedad relativista ha hecho a nuestras instituciones víctimas de dos graves males. Por un lado, el sentimentalismo, el sometimiento de la vida pública a explosiones emotivas y pasionales, a las que responde la clase política o que ella misma favorece. Por otro lado, la instrumentalización irresponsable –según interés y necesidad instantánea– de las instituciones y de sus resortes, sin reparar en el significado o trascendencia de una decisión.
 
En el caso de los controladores, se han vulnerado la ley y el uso prudente y responsable de las instituciones, con la nación entera dejándose llevar por el odio y el deseo de venganza –enemigos eternos de la Justicia–, con afán de linchamiento. Y se ha echado mano irresponsablemente del Ejército simplemente por su capacidad operativa, su sentido jerárquico y su capacidad coactiva, como si se tratase de un instrumento burocrático más. Y se ha hecho con casi total unanimidad, sin escándalo, como si fuese lo normal y lo habitual llevarse por delante siglos de reflexión y tradición política y jurídica.
 
Y es que el militarismo postmoderno no es ni de derechas ni de izquierdas; es instrumental y sentimental.