Estado de alarma. Ejército contra natura

por GEES, 12 de diciembre de 2010

(Editorial en "Por tierra, mar y aire", 12 de diciembre de 2010 esRadio)

En España, desde 2004 las Fuerzas Armadas están siendo sometidas a un proceso de desmilitarización creciente que es doble. Por un lado, mediante su utilización en misiones que van desde ejercer de cuerpo de bomberos o de ejército laico de salvación; por otro, mediante una limitación de las misiones y reglas de enfrentamiento en las operaciones en el exterior. Respecto a lo primero, es la Unidad Militar de Emergencias, creada y dependiente directamente de Zapatero, la más privilegiada dentro de nuestrasFuerzas Armadas, la que mejores sueldos paga y mejores medios cuenta, es la que ejemplifica este proceso de desmilitarización de nuestro ejército. Respecto a lo segundo, se trata de la sospecha y las certezas sobre la inacción militar que recaen sobre las misiones españolas en Afganistán y Líbano en relación con nuestros enemigos.

Al mismo tiempo que se desmilitarizan los ejércitos para uso partidista, existe una creciente y cada vez más agresiva intervención del Ejecutivo en la vida pública, a través de la utilización ilegítima de los instrumentos del Estado. Si Zapatero ha utilizado desde 2004 al Ministerio del Interior, al de Justicia y hasta el de Industria para la lucha política, ¿alguien pensaba que no acabaría usando el de Defensa?. Lo ocurrido el pasado fin de semana fue la culminación de un proceso de utilización ilegítima de los instrumentos del Estado para fines sectarios. Sólo a un gobierno predispuesto a abusar de la fuerza y a intervenir en la sociedad "como sea", se le ocurre dar un salto cualitativo y utilizar al Ejército, las tropas y la jurisdicción militar, en un conflicto laboral interno, por grave que éste sea.

La comparecencia el pasado jueves de Zapatero en el Congreso puso de
manifiesto hasta qué punto el Gobierno de la nación era perfectamente
consciente de que su decreto sobre condiciones laborales llevaría al decreto sobre la militarización, que éste alteraría gravemente el normal desarrollo de las instituciones, y que consideraba al ejército como un instrumento más en su mano. Ha dado un salto cualitativo, ha utilizado un instrumento ilegítimo en la lucha política, y ha abierto un precedente preocupante para  nuestra democracia. 

Pero además de la gravedad de someter a medias, según conveniencia, y según necesidad ante la opinión pública, a los controladores a la autoridad
militar, y de la gravedad de situar al país en la excepcionalidad constitucional, está la gravedad del papel contra natura que se está haciendo jugar a los miembros de las Fuerzas Armadas Españolas. Tanto éstas como sus miembros tienen como finalidad combatir a los enemigos de la nación, morir y matar en defensa de los españoles, así como defender sus intereses y su seguridad frente a sus enemigos. En determinadas ocasiones, los límites están borrosos, pero no es ésta de ninguna forma una de ellas. Nosotros, que defendemos la diversificación de operaciones, la flexibilidad de las Fuerzas Armadas y su uso en misiones de tipo variado, tenemos claro que ni el Ejército ni los militares tienen como misión desplegarse por los aereopuertos y controlar y someter a disciplina castrense a quienes de manera salvaje e injustificada dejan en tierra a cientos de miles de personas. Para los controladores existían y existen los suficientes recursos administrativo-laborales, judiciales y policiales que sin alterar la normalidad institucional de la nación, paliasen la salvaje huelga y restaurasen la normalidad en el tráfico aéreo.

Nos causa bochorno e indignación que las mismas Fuerzas Armadas que por orden del gobierno hacen la vista gorda ante el rearme de Hezboláh en el Líbano, no persiguen a los talibanes en Afganistán, y fracasan en la defensa de los pesqueros españoles en Somalia por no herir a los piratas, utilicen su sobrada capacidad operativa para que el gobierno amedrente, obligue y controle a ciudadanos españoles, según tradición del gobierno, "como sea". 

Sólo hay una cosa más escandalosa que la imagen de los camiones militares, en tiempo de paz y con el orden institucional funcionando con normalidad, se estacionen a la puerta de terminales e instalaciones civiles, o que miembros del Ejército del Aire vigilen a la población civil. Y es la existencia de un gobierno que de manera premeditada, planificada y pensada de antemano, crea que puede utilizarlos cuando le interesa.