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Allí donde un dirigente hace una condena de Bush o se manifiesta contra el imperialismo yanki, o promete diez o cien Vietnam, corre Zapatero de visita o envía a algunos de sus adláteres.

Habiendo intentando minar la tentativa iraquí de construcción de una democracia, la Liga Árabe está enviando señales de que puede estar cambiando la política de castigo que ha perseguido durante casi tres años.

Sea lo que sea lo que se haga con Kojo, el tema crucial es este tráfico de Mercedes centrado en la ONU y qué tipo de diligencias obligatorias —después de todas las promesas de reforma de Kofi Annán —van a ejercerse incluso ahora por el Secretario General “Dios-que-no-se-vaya”.

Desde el 11-S, la pregunta que ha obsesionado a filósofos, historiadores y analistas se nos hace presente una y otra vez, en una sociedad demasiado hedonista y despreocupada para pensar en ello: ¿qué es la guerra?

El mundo árabe debe avanzar hacia la democracia, porque la dignidad y el bienestar de las personas lo requieren y porque es el mejor antídoto frente al fanatismo.

En su ansia por rentabilizar políticamente hasta el último gramo de dolor humano, Bono arremetió con furia contra un PP recrecido electoralmente. Era como si haciendo sangre en el adversario pudiera lavar con ella las traiciones que todos le conocen en su propia casa.

La victoria inesperadamente holgada de Evo Morales en las elecciones bolivianas puede considerarse como «broche de oro» de un año que empezó con la llegada al poder por primera vez de la auténtica izquierda en Uruguay y continuó con la caída de Lucio Gutiérrez en Ecuador y la consolidación política del izquierdista Kirchner y del dictador Chávez en sus respectivos países.

El experimento de libertad árabe en Irak ha tenido repercusiones más allá de sus fronteras, sacando a empujones a los sirios del Líbano en su mayor parte, y debilitando significativamente al régimen de Baby Assad en la propia Siria.

Justo cuando el presidente español se vanagloria de haber logrado que España sea el principal perdedor en la negociación de los fondos de la UE, en lugar de dar la cara en Madrid se marca una gira por el sitio más lejano que puede justificar, Afganistán.

La relación hispano-marroquí está condenada a empeorar en los próximos años, primero por las exageradas expectativas que Rodríguez Zapatero generó en Marruecos tras su triunfo electoral. Segund por la existencia de problemas de naturaleza de difícil desaparición, es más, sobre cuya gestión es necesario desplegar una actividad constante sino se desea su empeoramiento.